La revuelta de la calle

La revuelta de la calle

Patxi Ibarrondo*. LQS. Marzo 2018

Ahora, tras el grito entusiasta y de radical de feministas y la corrosiva diatriba de los abuelos en lucha han dejado a los que mandan en cueros y sin argumentos para a seguir sosteniendo la tramoya de un teatro oficial insostenible

Las mujeres feministas protagonizaron hace días una manifestación de protesta en las calles sin paragón en la historia de España. Las mujeres han dicho basta al abuso fálico dominante. Quieren la luna. Porque se la han trabajado, Quieren una sociedad igualitaria, donde no sean ciudadanas de segundo orden. Empezando por sacarse de encima la brecha salarial, esa tara que impide conseguir igual salario que el hombre por el mismo trabajo.
Las feministas llenaron las calles del país con una gloriosa protesta sin igual, en número de participantes y en comportamiento cívico. Exigen la conversión del sistema opresor patriarcal por una convivencia de perfil más igualitario y con sensibilidad.

Así mismo, los jubilados y pensionistas han abandonado el miedo y muestran su indignación por el insulto que el gobierno les obsequia. La ridícula y miserable subida del 0,25% en las pensiones. Algo que en muchos casos significa, una existencia de supervivientes en la precariedad, es decir, hambre, frío y precariedad de salud. Esa esperpéntica subida equivale de hecho a una invitación a morirse. Así el gobierno ultra liberal del cínico Rajoy-PP se ahorraría pagar pensiones. Mientras tanto, el pozo de la corrupción se sigue ahondando. Los personajes satélites de las esferas del poder se sientan en el banquillo se acusan unos a otros de ser más chorizos, en su codicioso afán de medrar, a costa de la sangrante desigualdad socia moneda más corriente en este país de tocomocho mostrenco y picaresca cultural.

Ahora, tras el grito entusiasta y de radical de feministas y la corrosiva diatriba de los abuelos en lucha han dejado a los que mandan en cueros y sin argumentos para a seguir sosteniendo la tramoya de un teatro oficial insostenible. Ahora viene el momento de articular la fuerza manifestante y transformar los deseos de cambio radical en el reparto del pan, el anhelo de justicia verdadera y libertades expresados en la voces y en la pancartas. Es decir, dejar atrás la vieja e inservible piel de serpiente residual franquista. Y morder, de una vez por todas, la manzana de la vida en el momento justo de su máxima lozanía. No cuando nos la ofrecen como limosna, en el estado de putrefacción basurera habitual.

Es preciso concretar aprovechando el rebufo que aún emana de las calles reivindicativas, además del desconcierto de las élites y el pánico del IBEX a perder comba. Por su parte, el fantasma del 78 ya se ha aparecido y está utilizando el freno de mano Propiciando tertulias de palabrería mareante, cargas de profundidad paralizadoras en los medios afines y zancadillas. El contraataque esta en marcha. Se trata de desgastar a los abuelos para que se vuelvan a sus casa y con el rabo entre las piernas.

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