La última vez que me emocioné
Ángel Escarpa Sanz. LQSomos. Febrero 2015
Hace tan solo unos días estuvo en la Isla Alberto Garzón, diputado de Izquierda Unida, quien dio una conferencia en la Escuela de Formación del Profesorado.
No voy a repetir aquí las cuatro verdades que le canta al sistema, y que no se cansa de proclamar allí donde le dejan. Me centraré principalmente en lo conmovedor que me resultó ver aquel salón de actos a tope de gente, mayoritariamente jóvenes universitarios que coreaban los vivas a la República, reían los guiños del orador y aplaudían sus fluidas palabras, precisamente en unos tiempos en que tanto trabajo cuesta sentar a un público ideológicamente disperso en un salón para debatir lo que a todos nos preocupa.
Al término de su intervención, fueron numerosas las personas que se dirigieron al diputado para exponerle sus observaciones. No faltó la de un señor, independentista canario por más señas quien, tras las palabras de marcado carácter republicano y socialista del orador a favor de un proyecto de república federal, le preguntó al joven diputado sobre si algún día los canarios podrían elegir ser una nación. A lo cual el de IU le remitió al proyecto de federalismo de su formación política, negando así su nacionalismo y afirmándose en el internacionalismo proletario y en el respeto por otras opciones.
No es cuestión de hacer aquí una extensa exposición del compromiso de los distintos colectivos que conforman hoy IU, desde aquellos días del referéndum por la salida de España de la OTAN (1986), para saber que los hombres y mujeres de este proyecto se han involucrado en los múltiples conflictos que se han dado en el país. Desgraciadamente, y por lo que a los comunistas se refiere, demasiado pronto se vieron precipitados a los pozos del imposible olvido, demasiado pronto fueron abatidos por las balas asesinas del fascismo, demasiado pronto fueron arrojados a los campos de concentración y a las lejanas prisiones. Pero si de algo se les puede acusar a los comunistas españoles -canarios, andaluces, vascos, madrileños y astures-, es desde siempre, desde primera hora, haber hecho suyas cada una de las luchas de la clase trabajadora de este país. Ahí están las crónicas, la larga nómina de guerrilleros, activistas y sindicalistas ejecutados durante la larga dictadura franquista, perseguidos y encarcelados por su significación antifascista, desde las primeras horas de aquel nefasto 18 de julio del 36 hasta el trabajo en esa Red de Solidaridad Canaria que funciona en hoy Telde -impulsada por gentes del PCE-. En cuanto al resto de sus colectivos, sean ellos los que respondan desde su respectivo trabajo diario.
Por el contrario, no estaría de más preguntarle a este señor qué han hecho los independentistas canarios en la realidad del largo 35% de paro en el Archipiélago, en la realidad de los numerosos desahucios, del fracaso escolar, de la masa juvenil brutalmente desideologizada y arrojada al inane mundo de pintar soldaditos y figuras de plástico de los guerreros de las pelis americanas en el local más próximo o a practicar un relajante surfing. Mientras tanto se nos dice que muchas criaturas van en ayunas a la escuela porque el frigo de casa está vacío o nos enteramos de que los trabajadores del Aeropuerto van a ser despedidos o de que los obreros de la CICER se han plantado porque llevan varios mese sin cobrar la nómina.
No pretendo afirmar aquí que todos los canarios que no votan a IU sí lo hagan por las listas de esa Coalición Canaria que constriñe con dureza ATI a los canarios del Archipiélago. Porque, además de llamarnos asesinos a quienes portamos la bandera de aquella Segunda República del treintaiuno en las manifestaciones, además de llamarnos “godos” y de afirmar que los peninsulares venimos a Canarias a matar el hambre, me permito recordarles a estos señores que son votos de Gran Canaria, de Tenerife, de El Hierro y La Gomera, La Palma, Lanzarote, La Graciosa y Fuerteventura, son los que sitúan en Madrid a individuos como José Manuel Soria en los ministerios.
Soy de esos españoles que se enorgullecen de tener enterradas sus raíces en los campos de media Europa, con aquellos republicanos que, tras perder en los campos de España aquella guerra, se integraron en las unidades aliadas para seguir combatiendo al nazismo en Francia, en Noruega, en Rusia… allí donde hubo un pueblo oprimido y un arma que empuñar. Nadie va a darnos a los españoles lecciones de nada, independientemente de lo que en nombre de España hicieran reyes, gentes sin escrúpulos y brutales guerreros hace varios cientos de años.
Los males de estas islas deben buscarlos sus gentes en su clase política, en esos empresarios inmorales que aprovechan la RIC en su propio beneficio, en tanto los jóvenes canarios marchan a aprender idiomas y a buscarse a la vida como pueden en la Europa de la señora Merkel.
Por muchos muros que decoren con sus pintadas los jóvenes de Azarug a favor de la independencia de Canarias, por muchas banderas con las siete estrellas verdes que exhiban en las manifestaciones y por mucho que deriven los males de la “patria canaria” hacia el colonialismo español, no lograrán evitar que pensemos que son canarios de La Isleta y de La Guancha los que tienen que sacar a Canarias de esta charca a la que otros arrojaron a los canarios de hoy.
Basta ya de vernos a los andaluces que vinieron a trabajar acá de albañiles o a los jubilados madrileños cuyos modestos negocios arrasó la crisis y nos vimos arrojados al destierro -como ayer hiciera Primo de Rivera con aquel notable hombre de letras, don Miguel de Unamuno- como parásitos, que vinimos aquí a comer la sopa boba.
Será inútil un nuevo llamado, pero, en nombre de la formación de la que formo parte, les invito a que se incorporen a este ilusionante proyecto de izquierdas, por los jóvenes a los que se les niega el futuro, por los más desfavorecidos, por la causa de la clase trabajadora, por el socialismo, por una República Federal, democrática, y de trabajadores. Porque, como gentes de progreso que somos, son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
En cuanto a IU Canarias, es de esperar que aprovechemos este acto de ayer, que armemos un sólido discurso de izquierdas que sea capaz de ilusionar y agrupar en su entorno a las gentes de nuestro pueblo, en estos momentos tan duros para tantos de nosotros. Salud y República.