La verbena
Estos días parece que vivimos en un estado de fiesta permanente, la verbena de la monarquía, la del fùtbol, la víscera fascista desatada, la patria pretérita por todos los lados. Viva diosito, viva el rey, vivan los narcóticos de masas ¡
El pueblo es tonto.
El pueblo no quiere pan, se conforma con el circo.
Esto es lo que desean los propagandistas que creamos, que interioricemos que más allá no hay nada, que no hay nadie desafiando el espanto de los esclavos.
Que nadie ondea banderas republicanas, que nadie se pone en pie contra la impunidad, que nadie recuerda a los detenidos, a los encarcelados, a los torturados, a los desahuciados, a los hambreados, a los emputecidos.
Que más allá de tanto circo hay un silencio desolador, manso, acostumbrado a las sicosis fabricada por los alquimistas de la información.
Pero lo cierto es que poco a poco las conciencias se van musculando, que caminamos ajenos a sus métodos, a sus estrategias, a su intoxicación, que poco a poco vamos inoculando en cada arteria el antídoto que nos libera.
Y tienen miedo, eso es lo cierto.
Y cada día son más déspotas, más tiranos. Tienen prisa por dejarnos atados y bien atados, invisibles o encarcelados.
Monstruos radicales, terroristas, zurdos peligrosos, de espaldas a esta verbena rancia de golpistas, de muevepelotas, de ignorancia y mansedumbres varias, no rinden pleitesía y siguen adelante.
– Viñeta de Kalvellido