La Virgen del Pilar es una potentada
Por Arturo del Villar*. LQSomos.
La Virgen mañica es enana, sólo mide 38 centímetros de alto. Se la ve porque está siempre encaramada sobre una columna cilíndrica de 1,67 metros de alto y 25 centímetros de diámetro: por eso se la conoce por Virgen del Pilar. El arzobispo y los curas que viven a su costa en la basílica de Zaragoza juran por su fe que el pilar es el mismísimo sobre el que se apareció la Virgen al apóstol Santiago el Mayor el 2 de enero del año 40. Por entonces ella residía en Jerusalén, pero hizo un milagrito y se presentó a orillas del río Ebro en carne mortal, dicen a coro los canónigos de la basílica, como si lo hubieran visto ellos mismos.
Relatan los paniaguados de la basílica que Santiago y ocho discípulos regresaban de predicar sin éxito en tierras galaicas, y se detuvieron a descansar a orillas del Ebro. De pronto oyeron cantar a unos coros de ángeles, y se les apareció la Virgen sobre un pilar. Como todas las vírgenes que se dice han estado apareciéndose a lo largo de la historia, encargó a Santiago y compañeros que edificaran allí mismo un templo, en torno al pilar sobre el que se aguantaba en pie, y regresó a su casa jerosolimitana.
Ellos empezaron a cumplir el encargo con sus manos, y otros lo continuaron durante siglos, mientras se sucedían acontecimientos milagrosos. Así, por ejemplo, en el año 1118 los cristianos se enfrentaron a los moros para conquistarles Zaragoza, y lo consiguieron con la eficaz ayuda de Santiago, que bajó por un rato de los cielos para tomar parte en la batalla. También juran los sochantres por su fe que en 1492 salieron de la basílica unos destellos lumínicos que guiaron a Colón para descubrir América. Y se les cae la baba de gozo cuando aseguran que durante la última guerra en España la aviación republicana lanzó cuatro bombas sobre el templo, que milagrosamente no explotaron y se quedaron intactas en el patio formando una cruz. Yo cuento el cuento que he leído, no me tomen por tonto.
Chiquita, pero ricachona
Lo que nadie puede poner en duda es que esta Virgen del Pilar es una de mayores ricachonas que habitan en el reino de los cielos. Hay un Museo Pilarista dentro de la basílica que maravilla a los visitantes. Los curas y frailes pasan sus descansadas vidas pidiendo limosnas a sus fieles, dicen que para repartirlas ellos entre los pobres, aunque al ver sus templos surge la sospecha de suponer que los óbolos recaudados con tan loable fin tienen otro destino. Curas de misa y olla, se les llama.
El cabildo metropolitano ha dado algunas muestras de incredulidad. Si confiara firmemente en lo que predica, le habría ordenado al templo que se terminara de edificar y asunto concluido. Reiteradamente predicó Jesucristo que quien posee fe puede mandar a un monte tirarse al mar y lo hace, de modo que es más sencillo exigir a un templo que se autoconstruya. El apóstol Santiago, auque le apoden el Mayor, también era incrédulo, por lo que dejó la obra empezada para que la terminaran otros.
Así que el cabildo metropolitano para acabar el templo decidió subastar joyas propiedad de la Virgen, no porque las hubiera traído ella de Jerusalén cuando el viaje, sino porque fieles adinerados y crédulos se las regalaron al trozo de madera. Entre el 30 de mayo y el 9 de junio de 1870 se celebró en el palacio arzobispal de Zaragoza una subasta de joyas sacadas del tesoro catedralicio. Pujaron joyeros y anticuarios de Europa y los Estados Unidos de América, y se obtuvieron 1.818.675 reales de vellón. Sin embargo, no se piense que el tesoro catedralicio quedó vaciado: estaba demasiado bien provisto, y los canónigos muy lustrosos.
Ahora la pieza de mayor valor material, dejemos aparte el espiritual de las indulgencias, poseída por la basílica es la corona de la Virgen, y en menor medida la de su niño. Ambas coronas fueron realizadas en 1905, para usarlas en el acto de coronación canónica de ambas imágenes. Una imagen de la Virgen que no esté coronada resulta de segunda categoría, y no se puede confiar en que realice milagros. Algunos opinamos que tampoco las coronadas, pero otros sí, y hay que dejarles en sus trece.
Aquí hay dinero
Se encargó la confección de las coronas al taller de orfebrería de Ansorena, reputada firma creada en Madrid en 1845, que continúa trabajando con un reconocido prestigio en joyería y en arte. Recojo de sus memorias las referencias sobre la corona elaborada para engrandecer el trozo de la madera representativa de la Virgen del Pilar, según juran sus acólitos.
La base es de oro amarillo de 18 quilates y plata. Las piezas desmontadas fueron enviadas al Vaticano para que las bendijera el papa Pío X el 29 de abril del citado año 1905, debido a que, como es público y notorio, una joya bendecida por un papa es capaz de realizar más milagros que otra sin bendición. La corona de marras está compuesta por 3.383 diamantes de 18 quilates talla antigua y 5.925 diamantes talla rosa, 157 perlas, 90 esmeraldas, 78 rubíes y 46 zafiros. En el halo en oro amarillo de 18 quilates se engarzan 47 diamantes talla brillante y 2.311 diamantes talla rosa, 137 perlas, 1.097 perlas aljófares, 83 esmeraldas, 63 rubíes, 57 zafiros, 95 granates, 120 amatistas, 87 topacios, 44 turquesas, 14 corales, y también varias joyas que no se desmontaron. Todo es poco para la esposa del carpintero.
Cuentan los evangelios sinópticos que cuando un joven rico le preguntó a Jesucristo qué debía hacer para salvarse, le aconsejó que vendiera todas sus posesiones y repartiera el dinero entre los pobres. Es lamentable que el arzobispo de Zaragoza y sus auxiliares no lean el Evangelio. Ellos reclaman limosnas a sus fieles, pero gozan de sus posesiones, y como siempre viajan en automóviles no se enteran de que hay pobres en su ciudad. La Virgen del Pilar no es cristiana, si no vende todas sus joyas y reparte el dinero obtenido entre los pobres. Nadie debe rezar ante ella.
El pasado 12 de julio se público el informe “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021” (SOFI por sus siglas inglesas). Estaba elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sus concusiones eran terribles: 811 millones de personas no saben qué comerán hoy. Alertan sobre un aumento desafiante del hambre en el mundo, incrementado por los efectos de la pandemia.
Si los ricos siguieran el mensaje de Jesucristo, vendieran sus joyas y repartieran el dinero entre los pobres, se paliaría esa catástrofe. Pero el arzobispo y el cabildo catedralicio de Zaragoza no son cristianos.
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio
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