Lecturas de verano V: El buen hábito de la lectura
Por Juan J. Alcalde
Vamos con quinta entrega de estas recomendaciones de lectura para los días de estío y asueto, playa, montaña, piscina municipal, pueblo o a la sombra en el barrio…
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Alessandro Manzoni (1785-1883) en su obra “Sobre el Romanticismo” afirmaba:
“La literatura debe fijarse la utilidad como objetivo, la verdad como tema y el interés como medio”
Una buena introducción para el fomento de la lectura y que este verano del 2024 deberíamos continuar, muchos recuperar; una sana afición.
Algo que desgraciadamente, con las “nuevas” tecnologías, se está perdiendo.
En un verano donde la Eurocopa, el Tour y próximamente las Olimpiadas favorecen el que se aparque este saludable hábito: que ejercita el cerebro, fomenta la curiosidad, aumenta la concentración, desarrolla la creatividad, ayuda a la formación de las personas y además entretiene.
Para estos meses estivales me he decantado por dos libros de un autor al que sigo desde hace unos cuantos años. El gran poeta y erudito árabe; libre-pensador, vegetariano militante y rebelde: Abū al-ʿAlāʾ al-Maʿarrī (973-1058).
Las obras que en la actualidad estoy leyendo y pongo como referencia, son los poemarios: Obligarse sin deber y Chispa de encendedor.
La traducción de las obras es de Salvador Peña Martín, que para facilitar su lectura y comprensión incluye al final de cada poema (casida) una explicación sobre la misma para que sea más comprensible en todos sus conceptos: analogías, tradiciones, personajes, localización, por lo que es de agradecer.
Otra obra que requiere especial atención es y que también recomiendo, para tener una mayor comprensión sobre el autor, es la La epístola del perdón. Una carta del erudito del Alepo Ibn-al-Qarih, dirigida a al-Ma’arri.
En la primera parte plantea cuestiones de literatura, filosofía, historia, religión, jurisprudencia, gramática y lingüística.
El segundo capítulo contiene la traducción de la respuesta “fantástica” de al-Ma’arri a ibn al-Qarih con el título mencionado. Una extensa respuesta que contiene tanto la descripción de un viaje imaginario de este último por el Paraíso y por el Infierno de la tradición musulmana, como una refutación de los argumentos del escrito de Ibn al-Qarih.
El tercer capítulo contiene la traducción de las respuestas y comentarios de al-Ma’arri a las preguntas planteadas en la carta de Ibn al-Qarih.
Abū al-ʿAlāʾ desarrolló su obra y conocimientos en la época del califato fatimita -una rama del ismailismo que nace del tronco chiiíta- aunque la ascendencia de Abul Alá era sunnita. Los califas de esta dinastía adquirieron fama de bibliófilos, protectores del saber y, algunos de ellos, fueron autores de escritos. Su patrocinio de los estudios incluía la filosofía y la historia preislámica de los territorios que regían. Erigieron (970) la que ha sido considerada por algunos como la primera Universidad pública de la historia: la Universidad de al-Azhar. Aunque es posterior a la de Fez (859) -conocida como Al-Karaouine- muchos estudiosos la consideran como la primera.
La tolerancia de los fatimitas evitó que Abul Ala sufriera las consecuencias de ser acusado de ateo por su racionalismo y la crítica que hacía de las religiones.
Era escéptico en sus creencias y denunció la superstición y el dogmatismo en la religión. Uno de los temas más recurrentes en su filosofía se centra en la preponderancia de los derechos de la razón contra la costumbre, la tradición y la autoridad. Enseñaba que la religión era una «fábula inventada por los antiguos», inútil, excepto para quienes explotan a las masas crédulas.
“No supongas que las declaraciones de los profetas son verdad: todas son inventos. Los hombres vivían cómodamente hasta que llegaron los profetas y arruinaron la vida de todos. Los libros sagrados son solo un conjunto de cuentos inútiles”
El siguiente poema es un extracto de su “al-Luzumiyyat”
¡Cuántos predicadores hemos escuchado!
¡Se han levantado santos y profetas sobre nuestra tierra!
Se han ido pero la infelicidad permanece,
sigue siendo incluso tu mal incurable.
Durante mucho tiempo he vivido entre pueblos
cuyos príncipes gobiernan contra el bien del pueblo.
Oprimen a sus súbditos,
se dan el derecho de engañarlos
y descuidan sus intereses.
¡Así son los servidores del pueblo!
Las estrellas parecen redes de la eternidad
tendidas sobre el hombre.
¡Despierten, engañados! ¡Despertar!
Las religiones son sólo evasiones.
La razón me prohíbe cosas
a las que mi naturaleza quiere llevarme.
Dudar de lo correcto, contra toda evidencia,
y creerle al mentiroso. ¡Qué derrota!
En sus obras y pensamientos podemos apreciar influencias racionalistas de la escuela Mu´tazilí (entre los siglos IX-X) y otras próximas a las de la Ijwan al-Safa (Siglo X, conocidos como los hermanos sinceros)
Estatua del poeta en el noroeste de Siria esculpida por Fathi Mohammed en la década de 1940. Era el doble del tamaño natural y había sido fundida en bronce. Fuente de Imagen: AFP
Tras el inicio de la guerra civil en Siria, la estatua de Al-Maarri fue acribillada a balazos por milicianos islamistas-radicales que consideraban que su obra era herética. Finalmente, militantes del frente Al-Nusra, una filial de Al Qaeda, terminaron el trabajo decapitándola; se informó qué, en febrero de 2013, en mitad de la noche, le arrancaron la enorme cabeza de bronce. Fuente de Imagen: AFP
Para una comprensión del Islam en Occidente
Si pretendemos entender mínimamente esta cultura debemos hacerlo desprendiéndonos del prisma de la vanidad y la prepotencia. Es imposible pretender que los “valores occidentales” que se arrogan las potencias de la globalización y sus colaboradores, se aplicarán en los países islámicos por la vía del decreto y menos por la fuerza. Tampoco se debe caer en la arrogancia de que nuestro sistema “democrático” es la panacea de las relaciones humanas. Aunque no debemos olvidar que las ideas de la enciclopedia, ideas que no llegaron importadas de otras culturas, debieron imponerse con violencia ante la intransigencia y cerrazón de los detentadores del poder económico e intelectual de la época: La iglesia y la nobleza absolutista, que acabarían aceptándolas reivindicándolos como propias. ¡¡Cuanta hipocresía¡¡
A los países islámicos también llegaron las ideas enciclopedistas, pero llegaron a través de los países colonialistas. Los mismos que sublimaban el adelanto tecnológico, moral y social de su civilización les expoliaban sin ningún pudor sus materias primas y les negaban la emancipación tecnológica. Los propios mecanismos naturales de defensa colectiva hacen aborrecer lo que trata de imponérsenos por aquellos a los que consideramos dominadores. La respuesta de estos pueblos ante la dominación cultural y económica a la que se han visto sometidos ha sido la lógica que cabría esperar. Se han replegado y acorazado en sus tradiciones y elementos culturales propios que son los únicos rasgos que les diferencian de las ideas y modo de vida que se les trata de imponer por aquellos a los que ven como dominadores y expoliadores.
La Nueva Era de la Globalización, transformada en la ideología del neoliberalismo, debe asumir que está obligada a convivir con otras culturas y que solo a ellas corresponde decidir si quieren transformarse o evolucionar. Sin imposiciones ni chantajes. Actuar de otra manera en las relaciones con el Islam aseguran el conflicto y el enfrentamiento entre culturas durante mucho tiempo.
El Islam tiene y ha tenido a sus propios pensadores y filósofos que advirtieron el serio peligro que el dogmatismo religioso podía ocasionar en la racionalidad y el progreso de su pueblo, pero estas ideas fueron derrotadas por la intransigencia religiosa y los detentadores de privilegios.
Asistimos desde hace años a una demonización del Islam, por parte de los creadores de opinión y los ideólogos de la globalización-capitaclismo que desgraciadamente, y más ahora con el cruento conflicto en Gaza que con toda probabilidad se extenderá por todo el Oriente Próximo (El Líbano, Yemen, Siria, Irak, Irán..), tiene desgraciadamente todas las visas de convertirse en otro enfrentamiento con graves consecuencias, tanto para los que formamos parte del mundo de la globalización, Occidente, como para todo el mundo islámico.
En el año 2004 publiqué la obra Shia. Herejía y revolución en el Islam, donde anticipaba, como era previsible, los hechos que estamos viviendo hoy en día. El libro, sería escogido por la UCM, catedra de sociología, y asumido por el grupo de investigación THEORÍA. que lo publicó en su web. Ha sido traducido al árabe, al farsi y al chino. La obra comienza con una cita de Abū al-ʿAlāʾ al-Maʿarri y que aquí servirá de cierre a este artículo
Los habitantes de la tierra se dividen en dos categorías: los que tienen cerebro, pero no religión y los que tienen religión, pero no cerebro.
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