Leer, votar, investigar, aclarar, parar
Por Enriqueta de la Cruz*. LQSomos.
Si leyéramos, si al menos viéramos algunas películas memorables, entenderíamos. Todo ha sido escrito y a la medida de cada cual…
En estos días inquietos descubro con estupor las recomendaciones literarias de una emisora andaluza de radio: leer para conciliar el sueño. Dicen que es lo que hacía Pinochet, leer diez minutos antes de dormir y precisamente para eso. La tal emisora prescribía, bien, el libro como compañía de cautiverio, de encierros y para las mujeres que están en centros de acogida… Para pasar el rato y evadirse, sin más. Nada más.
Los libros, como sabemos, son para despertar y no para dormir. Para esto, cualquier misa, cualquier programa, una infusión bio y algunos discursos en el propio Parlamento (por desgracia). También ciertas lecturas, también, porque no van más allá en sus intenciones y resultados algunas obras…
Como dice mi amigo Ángel Prieto, autor de “Guerrilleros de la Libertad” y “Religión y escuela, la guerra de nunca acabar”, dos de entre sus magníficas obras que quiero recomendar, “se lee bastante poco” y “a menudo no se elige bien lo que se lee”. “El consumismo se ha hecho arrollador”, “los medios… lo acaparan todo” y se necesita también una “orientación” y “facilitar” cuando en no pocas ocasiones lo que se hace es desincentivar… Leer de forma “espontánea y placentera” nos va pareciendo otro imposible actual para la gran mayoría, tantos años después del esfuerzo regenerador que supuso La II República. Enraizar en tierra bien abonada y fértil, crecer a través del conocimiento, del viaje que transforma para bien, de la comunicación intemporal con los que nos precedieron; aprender, enseñar y proyectar luego hacia las futuras generaciones, sembrar en las presentes… Unirnos a la Universidad y universalidad que es, que se hace: con realidad, más allá de los gestos y los día dedicados, que pasan, que se convierten en otro acto más de exhibición y fiebre de gasto, sin trascendencia alguna, o peor, consagrando la ignorancia.
Fruto de un erial cultural que ya pesa, vemos los escaparates llenos de libros propagadores de blufs en su mayor parte, los debates, intrascendentes, de tercer nivel comparados con cualquiera de los que se desarrollan (sin ser la perfección) en otros países socios. Pero no hay ni asiento ni avance; no hay cultura ni personas de cultura verdaderamente relevantes. La desertización que trajo la Dictadura y luego el miedo y el acomodo y la falta de conexiones con el exilio, con nuestra inteligencia vanguardista, la falta de semilla y de verdad…, los intereses partidistas…, la pelea, las corrientes inventadas en laboratorios de ingeniería social como la Movida madrileña y otras cosas que no son en el pleno y amplio sentido de la palabra: cultura… Todo ello, ha traído esta situación. Sí, algunos autores destacados, algunas obras tristes, plúmbeas, certeros retratos de una época, literatura llamada social, años de posguerra… Y lo malo: ni intenciones.
En las poltronas de la palabra se ha sentado la impostura y ni siquiera como en otras naciones vecinas sí pasa, aquí ha habido relevo generacional digno de mención salvo para ahondar en la exclusión del que no tiene “padrino”, posición previa de ventaja, ni intenciones de practicar la divisa: “trepar, callar y cobrar”. Lo melifluo y la intolerancia se abre paso, también disfrazado uno y otra de progresismo.
Hace unos días realizaban en la Universidad de Poitiers jóvenes profesores y alumnos un destacado y merecido homenaje a Juan Kalvellido, dibujante, retratista del hoy, comparable a Josep Renau en algunos aspectos. Aquí, nada. El hombre sigue sin ser reconocido. Sí publicado en medios que acogen a los voluntarios y generosos pero no remarcado, difundido por los magos de esos inventos que pueblan nuestras pantallas, nuestros eventos, nuestras emisoras… Dejo abajo, para que lo escuchen si lo desean, el enlace del evento, verdaderamente interesante. En Madrid, la capital de este reino de vergüenza y asco en tantos aspectos, donde se siguen matando toros, hembras y martirizando menores, solo se visibilizan absurdos. Debe haber genio por alguna parte (lo hay), pero no se les visibiliza… Y gracias si no van a la cárcel los que cantan… La cultura, claro, siempre ha sido crítica, los ojos de los que no ven; no son esos rentables bares o esos taxis que hacen propaganda a una mujer sin mérito alguno para gobernar. Solo por eso, ¿a qué promocionarlos?
Como consecuencia de tantos y tantos abandonos, de tanta incultura, de tanta pasividad, de tanta impunidad, asistimos estos días al espectáculo de la perversidad, al espanto del alza del fascismo, con plena pluma, sin que nadie averigüe tampoco, investigue, aclare a la ciudadanía … Y mucho menos ponga coto y límite claro a lo que estamos viviendo.
Si leyéramos, si al menos viéramos algunas películas memorables, entenderíamos. Todo ha sido escrito y a la medida de cada cual. Arendt y sus libros que describen impecablemente el mal radical que los fanáticos nazis representan; Zweig, quien advirtió antes de la II Guerra Mundial sobre lo mismo que vemos ahora campar a sus anchas; “En un lugar de África”, film sencillo pero incisivo… Simone de Beauvoir en sus confesiones parisinas… sobre esos tristes días antes de la liberación de Francia, durante la ocupación. Aquí, Luis Romero Solano: “Vísperas de la Guerra de España”, un libro tan necesario como tapado, ignorado… Tantos…
Yo, en estos días quiero recomendarles a un autor que de no ser por exiliarse en Londres, hubiera pasado inadvertido: Arturo Barea. En “La ruta” (parte dos de “La Forja de un rebelde”) hay unas páginas absolutamente aclaratorias, necesarias de releer en estos momentos si queremos abrir los ojos de una vez: sobre el Rif, Marruecos, los intereses de las guerras, geoestratégicos; la formación de los matones de la guerra de España que provocaron ciertos intereses no del todo conocidos aún: Millán Astray, Franco; sobre los negocios de los alemanes, del rey bisabuelo del que ocupa, imponiéndose, hoy nuestros palacios, y que, como pasará con este, se tuvo que ir y se fue armándola, provocando un genocidio si atendemos a lo que dicen los historiadores que más recientemente han podido consultar los papeles hasta ahora enterrados en los archivos… En fin, sobre la corrupción, las interconexiones, los antecedentes… Lo que tenemos que saber y analizar muy bien ante lo que vivimos, este atropello diario, continuo, impune, está a la vista.
En el Ejército aún quedan vestigios de añosos nostálgicos de fusilamientos, en realidad: de un imperio que perdimos definitivamente con la última colonia, a manos de un Estados Unidos emergente. Es así de simple. La parte de España ávida de oro y de medallas que sacrificó a tantos humildes en Cuba, luego lo hizo en Melilla, en las colonias africanas, donde los ricos compraban la dispensa. Esa parte de España, ultramontana, de gatillo fácil, sádica, inculta, ruda, bestia, mutilados como dijo Unamuno del de La Legión, que también quieren ver mutilados a todos, inútiles, impotentes para el progreso… mató la regeneración. Tras lo que con su lamento retrató “La generación del 98”, esa otra, la del 27, fue abriendo otros caminos: a la vanguardia, a la modernidad, a la ilustración ¡Para todos…! Preparando la revitalización, resucitar España. Pero esos nostálgicos caducos, venden su puño y su bota y su cetme y su pistola en la oscuridad… al mejor postor. No quieren sino poner la bota en los cuellos de los demás, exudar la violencia, el malestar que llevan dentro, exhibirse, que les atendamos, ser algo en la destrucción de los otros y de sí mismos, aunque se inmolen. Es lo mismo que pasa con esos maltratadores de mujeres, asesinos, que luego se disparan (a veces, pero nunca antes) a sí mismos en la cabeza.
Pues ¿qué mayor inmolación que la incultura, que el dolor, que la traición y la vileza y la nada que siembran por donde pasan alborotando? ¡Orgía de sangre, de sudor vano, de suciedad, de cizaña! “Saló o los 120 días de Sodoma”. Los campos de Exterminio nazis, donde exterminaron españoles: Gusen. Mauthausen… San Pedro de Cardeña, los tantos de aquí… Con ellos no hay razón ni dinámica lógica. Su orden es el caos, llevarse por delante…
Descubro que, como yo vengo insistiendo en mis artículos desde hace meses, mucha gente se va dando cuenta: “Los jóvenes tendrán que aprender lo que ya supimos”, que dijo Max Aub: Con el fascismo no hay juego. De ningún tipo. Hay que echar a un lado al fascismo y no tener la más mínima consideración con eso. Su lenguaje, sus intenciones, son concretas. Ni escuchan, ni ven, ni atienden a razón alguna, insisto. Tienen sus planes… Son el fruto de la rabia, fomentan la bazofia, la provocación.
La democracia debe trazar una raya, un límite, investigar la financiación actual en España, aclararnos sobre a quiénes interesa un retroceso, un recrudecimiento de la represión, un resurgimiento del odio, del frentismo, de las fronteras incluso entre barrios de nuestras ciudades, de la confrontación social, de la guerra… Leer en la historia, con la perspectiva que ya tenemos… Entender, además, que el fascismo, el nazismo y, aquí desde luego, el franquismo, obedecen a su amo; es el simple brazo armado de planes más arriba. Hay que desvelarlos…
A estas alturas de la desvergüenza, de las amenazas, de las cartas sobre la mesa, se echa en falta una declaración institucional contra los golpistas, los matones y quienes les alienten. Y un castigo. Implacablemente decir que este sí 155, esta vacuna, este alejamiento, debe ser para los violentos, en pro de la convivencia en paz y libre entre los españoles. Con impunidad y con fascismo desatado esto no es posible. Y se sabe…
Estar a tiempo significa luego no echar balones fuera, ilegalizar el franquismo (cosa que se puede hacer con la simple anulación de la Ley de Amnistía y unos simples actos legislativos), dar pasos sin mirar para otro lado, firmes, con altura de miras, con responsabilidad. Es lo que falta. No solo es votar, no es solo ganar si acaso fuera cierto para las izquierdas la capital y menos, anotar, si lo fuera, como “rentable” la bronca, el maltrato. No es quejarse. No es denunciar. Es reconocer la gravedad de un asunto que nos concierne a todos más allá de esta cita próxima en las urnas. Y también, por cierto, concierne a la Comunidad Internacional. Es investigar hasta las últimas eslabones de una cadena de la que nos hemos de separar…
Cada vez más claro que la guerra de España tiene profundas raíces de primer acto de la Segunda Guerra Mundial, estemos atentos y exijamos investigación y medidas frente a la violencia y el matonismo, que avanzan a pasos agigantados… Intolerables. A parar absolutamente. Ya. Estemos atentos a semejanzas y síntomas. Dejemos de ser idiotas, impasibles, marionetas de ajenos planes que ni sabemos…
Y exijamos cultura para este país. Su extensión. Solo así lograremos avanzar decentemente. Es el momento o, de nuevo, llegaremos tarde con consecuencias que no se están evaluando adecuadamente.
* Enriqueta de la Cruz, periodista, escritora
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