León: baile de ppistolas y marihuana
El crimen de León va clarificándose a duras penas, a medida que pasan las horas. Por el momento, Montserrat González, 58 años, ha confesado ser la única autora material del hecho. Al parecer, el "modus operandi" fue planificado fríamente durante semanas por Montserrat González y Montserrat Triana González, madre e hija respectivamente. La confesión confirma que el móvil del asesinato de Isabel Carrasco, tiránica dirigente y factotum del PP en León, ha sido en principio “el deseo de venganza por profunda inquina" hacia la víctima. La culpaban del despido de Montserrat Triana, 35 años, de su puesto de trabajo como ingeniero de telecomunicaciones en la Diputación de León. Ello las ocasionaría dificultades económicas, entre ellas la pérdida de una vivienda. Entonces se juramentaron.
Lo que quedan aún por resolver son algunos cabos sueltos no carentes de importancia. Uno de ellos es el papel jugado por una mujer policía local, amiga de Montserrat Triana Martínez, y a la que ésta dejó en depósito el arma con que se cometió el crimen. Se trata de un revolver marca “Taurus” con tres cartuchos percutidos. La agente de la policía local tardó 30 horas en entregársela a los investigadores de la policía.
En este baile de armas sueltas y disponibles, los investigadores del caso han encontrado otra arma durante los registros de la casa de la hija, pero que no había sido disparada recientemente. En ese mismo registro se halló un alijo de kilo y medio de marihuana.
Montserrat Triana fue candidata por el PP en las elecciones municipales de Astorga (León) en 2007.
Mientras, el marido y padre de las dos primeras detenidas por el crimen, Pablo Antonio Martínez, inspector jefe de la Comisaría de Astorga (León), ha sido relevado de su cargo a petición propia. Según parece, no se había enterado de nada. Eso sí, una vez saltado el suceso a la calle, se apresuró a afirmar que en todo momento ha tenido bajo control su arma reglamentaria y no poseía otra.
Según la versión de un policía jubilado, testigo de lo acontecido, la secuencia de los hechos sitúa a las dos mujeres agresoras en la pasarela por la que Carrasco se dirigía desde su domicilio a la sede del PP. Monserrat González, la madre, llevaba la cara tapada con una gorra y un pañuelo en el momento en que disparó un tiro por la espalda a la dirigente popular, y volvió a tirotearla con un tiro en la nuca cuando ya estaba en el suelo.
Eran alrededor de las cinco de la tarde del pasado lunes, una hora muy taurina donde mueren los toros en España. Siempre según los testigos, madre e hija huyeron despacio y al bajar la pasarela tomaron caminos distintos con un mismo destino. El agente jubilado decidió seguir a la mujer a la que asegura que vio disparar sin percatarse de en qué momento se desprendió del arma. Mientras seguía a la mujer, llamó a la policía para alertar de lo ocurrido y contar hacía donde se dirigían. Monserrat González llegó entonces al lugar donde le esperaba su hija, junto a un coche “Mercedes”. En ese momento, ambas fueron detenidas.
Lo de las armas es un asunto capital en este país. Si hay algo que ha quedado demostrado en esta tragedia, es que hay gente que posee armas sin permiso ni control. Una buena parte de la militancia del PP es gente cuya procedencia es una ultraderecha intolerante, con nula inclinación democrática y fácil propensión a la violencia. Estas huestes son de fácil ignición y el odio les hace perder el control de sus actos. Bien sea por enemistad o rivalidad entre ellos mismos o hacia un adversario personal o ideológico. Son la estirpe de Caín.