Lo fundamental de la cuestión
Juan Gabalaui*. LQS. Octubre 2019
El estado opta por la violencia lo cual nos ilustra sobre su naturaleza autoritaria. Lo que más teme es la organización civil. La movilización de una mayoría de la sociedad catalana para reclamar el derecho a decidir es un ataque a la base misma que sustenta el actual sistema posdictadura
Si hay un elemento diferencial en la cuestión catalana es la organización y la movilización civil por el derecho a decidir con un marcado carácter pacífico desde los parámetros propios de la desobediencia civil. El estado ha respondido de manera autoritaria tanto para desactivar la movilización como para crear un contexto de violencia. Medios de comunicación como La Sexta han dedicado horas de su programación a mostrar la furia de grupos violentos y obviar la ejercida por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con el propósito de instalar la idea de que el independentismo catalán es de carácter violento. Lo que en otros momentos se ventilaba en unos minutos de telediario, ahora se preparan programas especiales en los que lo único que se analiza son el número de contenedores quemados, el tipo de objetos lanzados, las estrategias de lucha callejera, las barricadas incendiarias y el número de policías heridos. Solo se muestra y se habla de violencia porque lo que se quiere trasladar es que Catalunya es un infierno.
El estado se defiende bien ante la violencia. Euskal Herría sabe mucho de esto de una manera que en Catalunya solo han podido padecer en una mínima expresión. Detenciones arbitrarias, torturas no investigadas, asesinados y enterrados en cal viva, familias represaliadas, ilegalizaciones de partidos y de medios de comunicación, generación de contextos de represión cotidiana, criminalización de lo vasco, restricción de la libertad de expresión o la conculcación de derechos básicos de los presos y de sus familias. La apuesta de parte del independentismo vasco por la violencia fue un absoluto fracaso que fracturó a la sociedad vasca. De esta experiencia aprendió la sociedad catalana y, aún sabiendo que tenían que confrontar al estado desde la desobediencia, apostaron por la vía pacífica. Aún así la reacción del estado ha sido muy virulenta, instando a los jueces y policías a actuar de manera contundente y, en muchos momentos, de manera extralimitada y estimulando a grupúsculos facciosos que, de repente, se han convertido en defensores de la constitución española.
Dos contextos. En uno de ellos se utiliza la violencia y en el otro no. El estado en ambos casos opta por la violencia lo cual nos ilustra sobre su naturaleza autoritaria. Aún así lo que más teme es la organización civil. La movilización de una mayoría de la sociedad catalana para reclamar el derecho a decidir es un ataque a la base misma que sustenta el actual sistema posdictadura. La transición se construyó en función de una serie de elementos intocables como son la monarquía o la idea de unidad de España, ambas herencia de la dictadura. Tocar alguna de estas dos teclas desata el peor de los infiernos. Estos dos elementos de naturaleza antidemocrática han pretendido convivir con la idea de democracia pero esta convivencia se cuestiona en el momento en que una mayoría de la sociedad catalana sale a la calle para exigir decidir sobre cómo quieren que sea su relación con el resto del estado. Ni siquiera es una exigencia de independencia sino poder elegir ser independiente o no.
El desafío democrático al estado es de tal magnitud que este no ha tenido reparo en poner en práctica estrategias de confrontación civil, no solo en Catalunya sino también en el resto de territorios. En este sentido los medios de comunicación y los partidos del nacionalismo español juegan un papel preponderante. No ha sido complicado. El terreno ha sido abonado durante décadas por lo que no sorprende con que ahora una parte de la sociedad española se haya transformado en la mujer franquista del documental de la transición Después de…No se os puede dejar solos/Atado y bien atado de los directores Cecilia Bartolome y José J. Bartolome. Una gran parte de los periodistas han desistido de informar sobre lo fundamental de la cuestión y se esfuerzan por etiquetar a los manifestantes como terroristas, a Catalunya como un escenario de guerra y a sus políticos como antidemocráticos. La derecha reaccionaria de Rivera, Casado y Abascal en defensa de la constitución proponen medidas cercanas al golpismo y esencialmente represivas, alentando a los facciosos más violentos e intransigentes dispuestos a cometer cualquier locura por la idea franquista de la unidad de España.
Lo fundamental de la cuestión tiene que ver con la democracia y es un cuestionamiento radical de la idea de la democracia de origen franquista que se impuso en los años de la transición. Esta idea impide que la sociedad española pueda decidir sobre cuestiones fundamentales como el modelo de estado lo cual es evidentemente antidemocrático. La razón por la que no se pudo decidir entre monarquía y república tuvo que ver con la amenaza golpista y el riesgo de involución. Es decir, por la imposición de los sectores más conservadores que se bregaron por mantener sus privilegios y los de aquellos que les precedieron. Como se puede ver nada de esto tiene relación con la democracia. El desafío a esta regla implícita difícilmente puede venir de las élites políticas y económicas. La vía que puede modificar este hecho es la movilización civil. La sociedad organizada y empoderada democráticamente es la única que puede revertir la actual situación. La sociedad catalana ha enseñado el camino.
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* El Kaleidoskopio
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