Lo hacen bien
Así que, con esas zarzas enredadas en el carácter nacional, tenemos el trasero al rojo vivo. Siempre estamos encendidos o con predisposición a estarlo. Por lo regular, para gastar la pólvora en salvas. Pero ¡ay de aquel que se cruce en nuestro camino!
La siguiente galería de ejemplos de lo dicho no es para fustigarse sino, al poder ser, recapacitar. Y así apearnos del burro ese que dice que en el fondo somos los mejores. Un poco de autocrítica vendría bien, tal vez, para remitir errores de bulto. De esa manera la razón entraría por la puerta y la sinrazón saldría por la ventana.
Banda sonora psiquiátrica sonando en tono suave sedante new age… para no alterarse:
Francisco Franco Bahamonde. Dictador. Honrado. Lo hizo bien. Asesinó a mansalva, erradicó el pensamiento, cualquier pensamiento. Místico de brazo incorrupto. Cambió la libertad por un Seat 600.. Se le soportó en el poder 40 años y todavía hay añorantes y disculpadores. Hace unos días, Luis del Colmo, estrella de la radio que no cesa, afirmaba que el no había notado que hubiera censura en el franquismo.
Campechano I. Este es el rey que nos toca esos dos. Honrado. Lo hace bien. Colocado por Franco y sigue sin preguntar. Desde el 23-F. Por encima del bien y del mal por la ley. Caza lo que sea. Osos borrachos, elefantes africanos, coristas grabadoras de secretos, corinnas, pasta en el paraíso fiscal Suiza, Nóos del yerno duque Urmangarin…No abdica del chollo. Nadie lo pide en serio y con suficiente insistencia, por temor al principito…
Felipe González Márquez. Honrado. Lo hizo bien. Fumigador del marxismo y el republicanismo en el PSOE. Dilapidó el mayor caudal de votos y de ilusión de la “democracia”. Traición cínica a la ciudadanía: metió a España en la OTAN “De entrada NO, pero de salida tampoco y de quedarse SI”. Luego estuvo el Gal y sus mercenarios mortales. Fracking en el Parque Natural de Doñana siendo presidente del organismo conservador del mismo Parque de Doñana. Faena a perpetrar por la el oligopolio Gas Natural, del que él mismo es asesor y accionista. Conferenciante internacional del escarabajo geopolítico y amigo íntimo del mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Buenos negocios.
José María Aznar. Este caballero se cree pluscuamperfecto y es un excelente cagador. Insoportable Integrante del “Trío Las Azores” tocaba las maracas y hacía segundas voces en macarron's english. Honrado. Etico. Lo hizo bien. Metió a España en la guerra del petróleo, sólo por hacerle la ola a Bush y sacar tajada personal. Asesor de un consorcio eléctrico. Ahora intenta hacer otra vez carrera como solista. Para ello se ha asomado a la tele, poniendo en solfa la ¿política? de su puppilo sucesor, el ínclito Mariano Rajoy.
Aznar es un cubito de hielo de bigote borrado con goma Pelikan. Es un sujeto que calcula sus posibilidades en función de la capacidad del español medio para el olvido, o las ganas de sacar a paseo los cojones. Sale de las sombras después de que su rival Rajoy haya hecho un destrozo neoliberal que él mismo empezó, con el subsiguiente gasto de imagen (otra cosa no hay). Incitador a beber alcohol al volante, Aznar es rancio español mesetario y conoce bien el paño electoral. Cuenta con la innata tendencia al escroto destroy español. Sabe que Rajoy el Plasmado tiene harta a más de media humanidad; y encima no da la cara para decir la verdad de cómo estamos y qué peligros corremos.
El corista del Trío las Azores está tentando el ambiente y la posibilidad de su regreso al futuro a nuestra costa. Es un drogota del poder y no soporta el mono. Calcula el porcentaje de apoyos en función de los votos para joder a Rajoy, de la misma manera que le votaron a él cuando repetía aquel repelente “¡Váyase, señor González!” La cosa fue joder a González y votarle a él; y, con igual amplitud y contundencia, votar a Rajoy para joder a Zapatero. Que se enteren bien. Que se jodan, aunque vuelva el boomerang y nos rebane los sesos.
El español se pasa la democracia jodiendo avatares. Luego se extraña de que le metan por el culo una mayoría absoluta tras otra. Nos empalan, nos quejamos, seguimos hablando y nos siguen empalando. A veces me pregunto si no sería mejor dejar de hablar. Todos callados. Mutis. Así dejaríamos que la válvula de la olla a presión llegara a donde tuviera que llegar. Y veríamos lo que pasaba. Ensayo de silencio. No hablar durante un tiempo. No responder.
Mariano Rajoy es un hombre de aspecto fotocopiado. Honrado. Lo hace bien. Está destrozando todos los haberes sociales del país, para ponerlos en manos de la empresa privada. Ha alcanzado un récord impensable: 6,2 millones de parados sin solución aparente. Los recortes no producen empleo, pero Mariano el Plasmado dice, asegura, que vamos bien. Ninguna dimisión. Anula las ayudas a las personas dependientes, dejándolas al al albur y condenándolas al sufrimiento y a la muerte. Sigue con los desahucios usureros. Con Mariano todo es para la banca y la iglesia católica.
Mariano es ese oficinista siniestro que siempre está escuchando detrás de las puertas y en los retretes, manejando chismes, soltando escupitina de maledicencia, aprovechándose de las debilidades y defectos de los rivales (los otros no interesan). Nunca da la cara y siempre encuentra a alguien al que prometerle algo para que se rompa la jeta por él. Luego le olvida. Siempre a las perdidas y a los rebotes. Gris marengo. Miente con la misma naturalidad que respira. Su falta de brillo le llena de soberbia y le permite maniobras en las sombras. Acólito de Merkel. Una dominante mujer. Igual Mariano es maso. Y nosotros por extensión.