Los jacobinos negros

Los jacobinos negros
François Dominique Toussaint Louverture, dirigente de la revolución haitiana

Por Rolando Bel*. LQSomos.

El proceso de Independencia Haitiana (1789 – 1820)

Introducción

Dejen de lado el símbolo del dios de los blancos que nos ha causado tantas penas,
y escuchen la voz de la libertad que habla en el corazón de todos nosotros.
Arenga del sacerdote vudú Boukman en la Gran Insurrección del Norte, verano de 1791

“Neg rich se milat. Milat P’v, se nèg”
(El negro si es rico es mulato y el mulato si es pobre es negro)
Manifiesto del general haitiano Dessalines

Sin dudas, la independencia de Haití, la opulenta colonia francesa del Caribe conocida en esos tiempos como Saint-Domingue, constituye una de las problemáticas más interesante de la historia americana. No sólo porque Haití fue la segunda colonia americana en independizarse, después de las trece colonias inglesas conocidas como Estados Unidos, sino que además fue la tercera república del mundo moderno, además de la primera revolución libertadora de América Latina y la primera república negra.

Para focalizar el caso, es importante aclarar que a diferencia de los procesos de independencia americanos, que en su mayoría fueron orientados por grupos criollos pertenecientes a las clases dominantes, la independencia haitiana fue sobre todo una consecuencia de la participación de los sectores populares, tanto de los mulatos como de las masas esclavas, negras y de origen africano. 1 En esta experiencia se entremezclaron la revolución social y la lucha anticolonial por la independencia contra tres potencias europeas: Francia, Inglaterra y España.

Como bien señalan Cardozo y Pérez Brignoli, Haití es el único caso donde el fin de la esclavitud fue el resultado directo de una revolución social y nacional, entre 1789 y 1804. Ninguna otra revuelta de esclavos, en toda la historia del continente, pudo forzar la reorganización de la sociedad global y construir una nueva nación. La revuelta de esclavos constituyó el núcleo del proceso haitiano de independencia y abolición, pero no la única fuerza en acción, el resultado de la lucha se debió en gran medida a una complicada red de divisiones, alianzas y procesos sociales, tanto a nivel local como metropolitano 2. Es además un proceso de mediana duración; en poco más de tres décadas, la sociedad haitiana fue un laboratorio de diferentes proyectos societales, tanto en la construcción de un régimen político como en la organización de un sistema socioeconómico. Si bien no es posible conocer en profundidad los modelos políticos propuestos por los generales negros de la lucha independentista (Toussaint Louverture y Jean-Jacques Dessalines), en poco tiempo se produjo el contraste entre un gobierno de republicanismo radical como el de Alexander Pètion y el reino autocrático de Henri Christophe.

El historiador haitiano Joachim Benoit, apunta a la complejidad de la gestación y consolidación del nuevo régimen: “nacieron los grupos sociales cuya relación de fuerzas constituyó la base de esta evolución: estudiando sus preocupaciones y características propias –y en particular el modo de apropiación y de explotación de los bienes heredados de la época colonial – es como se podrá apreciar la amplitud del movimiento que dio origen a la nación haitiana”. 3

En lo referente a la organización de un sistema económico, en un par de décadas se implementaron varios proyectos, comenzando por los intentos de sostener una economía exportadora basada en la producción azucarera de las grandes haciendas sostenida desde el control y el disciplinamiento estatal (Toussaint Louverture, Dessalines, y con mayor éxito el monarca Henri Christophe), la república campesina de pequeños y grandes productores libres de republicano Pètion, sin olvidar además el experimento desarrollado en los enclaves cimarrones de las montañas controlados por el caudillo Goman, donde predominaba la agricultura de subsistencia y el rechazo a cualquier forma de control del trabajo humano.

Es por ello que los autores marxistas (Lepkowski) y también de historia social (Benoit, Louis-Juste) coinciden en destacar la importancia de la cuestión campesina como estructurante en la conflictividad social de la nueva nación, más precisamente la lucha por el control de los recursos productivos agrícolas y la distribución de la riqueza social, entre las élites (blanca, mulata y negra) y las enormes masas campesinas.

En su génesis, el movimiento campesino haitiano expresó el deseo de emancipación de los esclavos de Santo Domingo, explotados, dominados y humillados por el sistema capitalista dependiente de Haití. La república campesina de Goman (1807-1820) y la insurrección campesina de 1843 son emblemáticas en ese sentido: el libre desarrollo de todos los campesinos representó el horizonte de su lucha, la que reivindicaba el derecho a la tierra, a la educación escolar de los niños campesinos y a la justicia social en el intercambio social. La organización comunitaria de la solidaridad revela el deseo de realización, de libertad y de igualdad por parte del movimiento social. 4

Las preguntas orientadoras para entender este proceso social, tan rico y complejo a la vez, podrían ser: ¿Por qué el proceso de independencia haitiana, aconteció en forma tan precoz y disruptiva? ¿Cuáles fueron sus principales actores sociales? ¿Cómo se articuló la revolución social con la lucha por la independencia? ¿Cómo explicar el violento intervencionismo de las potencias coloniales contra la pequeña colonia? ¿Qué proyectos de organización política y socioeconómica estuvieron en disputa? ¿Cómo explicar el prolongado enfrentamiento entre las élites mulatas y negras, y a la vez de esta clase dominante con las masas campesinas?

Orígenes y desarrollo de Saint- Domingue

Los primeros pobladores de Haití, ocupante de la parte occidental de La Española o Hispaniola, eran cazadores, recolectores y pescadores, llegados aproximadamente en el 7000 A. C. Al arribar los europeos, la isla se encontraba ocupada por los pueblos taíno, caribe y arawak y dividida en los llamados Cacicazgos de Quisqueya. Se desconoce con exactitud la cantidad de población de la región, aunque fuentes estiman a la misma en algunos cientos de miles a finales del Siglo XVI.

La llegada de Cristóbal Colón a la isla se produjo durante el primer viaje del descubrimiento de América en diciembre de 1492. Se estableció un pequeño fuerte con parte de la tripulación, denominado “La Navidad” y la población local fue esclavizada para trabajar en las plantaciones y en las minas. Se produjeron varios intentos de rebelión seguidos de represiones brutales. La introducción de enfermedades europeas, para las cuales los indígenas no tenían defensas, sumada a hambrunas, matanzas y las terribles condiciones de los indígenas esclavizados, condujeron a un descenso abrupto de la población que se considera virtualmente extinta a mediados del Siglo XVII.

En los primeros años la colonia mostró un gran auge, pero con las conquistas españolas en el continente americano, en especial en las regiones de México y Perú, entró en una larga decadencia, en la que la zona occidental de la isla fue progresivamente abandonada.

Las islas del Caribe sufrieron al inicio del Siglo XVI un proceso por el cual las potencias europeas en expansión, España y Portugal, les impusieron una nueva denominación, como consecuencia de los conflictos entre potencias coloniales, (por ejemplo, Francia e Inglaterra rechazaban el Tratado de Tordesillas de 1494) y de los tratados establecidos entre las mismas. Los franceses comenzaron a colonizar la zona occidental de la isla que había sido descuidada por los españoles. En 1697 por el Tratado Rỷswijk se formaliza la cesión de esta región a Francia. La parte francesa tomó el nombre de Saint-Domingue, aunque el 1º de enero de 1804 los comandantes militares del ejército insurgente y triunfante de los antiguos esclavos negros deciden denominar como Haití a la ex – colonia. 5 El término es de origen taínoy en forma originaria se escribía Ayti, aunque en escritos de época apareciera también como Hayti. 6

Saint Louis Blaise (Haití), Généraux [Los generales], 1975
La isla prontamente se transformó en la principal colonia francesa y, posiblemente la más rica colonia del mundo, gracias a la proliferación de plantaciones de azúcar, café, y otros productos como añil y algodón. El sistema de plantaciones estuvo basado en el uso de gran cantidad de esclavos, que viviendo y trabajando en penosas condiciones morían rápidamente lo que obligaba a masivas importaciones de nuevos esclavos. Tanto que en las últimas décadas de la colonia, los plantadores importaron hasta 30000 esclavos por año. 7 La sociedad se organizaba en diferentes grupos basados en una fuerte y rígida estratificación social que era determinada en base a la pureza racial y el poder económico.

¿Cómo funcionaba una gran plantación, la unidad productiva hegemónica de Saint-Domingue? El modelo arquetípico de la gran plantación colonial (Grand’ Case) era el siguiente: la propiedad pertenecía al Procureur, el cual, por lo general, era un comerciante o hacendado acaudalado, que la mayoría de las veces era absentista ya que residía en París o en la capital colonial Puerto Príncipe. A continuación, venía el Gérant, administrador o gerente, el cual sí vivía en la propiedad y se encargaba de dirigir tanto los trabajos del campo como del ingenio y de la producción en general. Después encontramos al personal jerárquico cómo mayorales, jefes y oficiales, encargados tanto de asegurar la productividad del ingenio como de imponer la rígida disciplina laboral.

Las relaciones entre los plantadores y los esclavos se regían por el Código Negro (Code Noir), un compendio de leyes redactado en 1685, firmado por el rey francés Luis XIV y vigente en las colonias francesas hasta 1848. En el mismo no sólo se legalizaba la esclavitud, el tratamiento de seres humanos como propiedad mudable, sino la marcación, la tortura, la mutilación física y el asesinato ante los intentos de rebelión contra el inhumano sistema. 8

Los trabajadores se dividían en esclavos de primera y segunda banda. El primer grupo lo integraban los esclavos más fuertes que realizaban los trabajos más duros y rigurosos, tanto en el campo como en el proceso industrial del azúcar, y muchas veces trabajaban un turno diurno y otro nocturno. Los esclavos de segunda banda eran más débiles físicamente, realizaban tareas de menor exigencia física, aunque no siempre exentas de calificación. Los infantes y las mujeres realizaban trabajos considerados ligeros y complementarios. Además, se encontraban los esclavos domésticos que comprendían a criados, sirvientas, cocineras y personal dedicados a atender a las familias de propietarios y administradores, pero que también incluían a artesanos, barberos y esclavos de oficio como costureras, talabarteros, etc.

Durante el período estudiado, fase final de la colonia y comienzos de la post-independencia, el territorio de la colonia se dividía en tres regiones, a partir de determinadas características socio-productivas y climáticas, pero también caracterizadas por la influencia del régimen de propiedad y uso de la tierra. La región, conocida como Norte, consistía en amplias llanuras, fértiles y costeras, de clima continental, de buenas comunicaciones e infraestructura de transportes (red plantación/ciudad/puerto). Allí predominaba el cultivo de la caña de azúcar (específicamente de la producción del azúcar refinado), pero también del café, con enormes plantaciones, que utilizaban gran cantidad de mano de obra esclava. Era la provincia más antigua y próspera, con mayor densidad demográfica, y donde se encontraba más polarizada la relación plantador blanco/esclavos negros.

La región Oeste, comprendía el valle de Artibonite, que tenía una parte importante de llanura, aunque no tan fértil como la norteña ya que requería de sistema de riego permanente. También producía azúcar, aunque de rendimiento inferior al norte, con importantes cultivos de añil y algodón. Predominaba el latifundio esclavista como unidad productora.

Finalmente, la región Sur, que fue la última en ser colonizada, ya que sus tierras no eran muy fértiles y se encontraba menos comunicada que el resto del territorio. Era la mayor productora de algodón. Sin embargo, su producción era la más diversificada, tanto por el régimen de propiedad existente como por los cultivos desarrollados. Se encontraban fincas medianas donde se producía añil, pero también fincas más pequeñas donde se combinaba el cultivo del algodón con el añil, de café con cacao, o solamente de café. Además se podían encontrar cultivos de alimentación como yuca, patata, ñame, sorgo, arveja, chícharo, banano y maíz, además de aves de corral y cerdos. 9 Las actividades agropecuarias se desarrollaban de dos formas: las parcelas que los esclavos cultivaban en las grandes plantaciones pero también las pequeñas propiedades de los libertos. Y esta quizás era la característica distintiva de la región Sur, existían numerosos propietarios mulatos (gens de colour) de pequeñas, grandes e inclusive grandes propiedades. Si bien la tierra era menos fértil que en otras regiones, los cuidados y trabajos de estos campesinos permitían obtener buenos rindes.

También debe mencionarse el último espacio, que estaba constituido por ciertas lindes de los cordones montañosos, lugares inaccesibles y poco fértiles, pero donde los cimarrones, esclavos fugados, desarrollaban cultivos de subsistencia.

Un análisis de la estructura social de Saint-Domingue

Para las vísperas del comienzo de la insurrección esclava la población de Saint-Domingue se calculaba en 530000 personas, de las cuales un poco más del 80 % eran esclavas, las libertas rondaban las 28000 y toda la población blanca era cercana a las 40000 personas. A continuación, describiré las principales características de estos grupos sociales.

‘La batalla de Vertières’, de Jean-Pierre Ulrick

Los grands blancs o grandes plantadores blancos: este grupo estaba conformado por los funcionarios del gobierno francés y los dueños de las grandes plantaciones. Éstos eran la cúspide de la pirámide social de la colonia, también fueron conocidos como la burguesía colonial esclavista. Este grupo no tenía más de 5.000 a 8.000 integrantes, los más adinerados vivían gran parte del año, inclusive gran parte de sus vidas, en la metrópolis francesa. En París conformaban el exclusivo e influyente Club Massiac.

Los petits blancs o blancos pobres:este grupo estaba formado por blancos que no poseían tierras y que trabajaban en tareas comerciales y artesanales., aunque también incluía a soldados y tenderos Era un grupo muy conflictivo porque tenían fuertes recelos de los mulatos a quienes consideraban inferiores pero que muchas veces poseían fortunas muy superiores. Su número era de 35.000 personas.

Los affranchi o mulatos:en su mayoría eran mulatos libertos, hijos de plantadores blancos y esclavas negras, aunque incluían a algún negro liberado. Su número era de aproximadamente 28000 personas Se encontraban muy influenciados por la vida, las costumbres y la cultura francesas. Algunos desempeñaban variadas profesiones y oficios como comerciantes, administradores, transportistas, etc. Muchos de ellos eran dueños de tierras, inclusive de plantaciones esclavistas y poseían la cuarta parte de la tierra para 1789. Sin embargo, la administración colonial, ante la presión de la minoría blanca, había sancionado leyes que les impedían el ascenso social y político. Tenían vínculos con los liberales franceses, tanto que en París habían organizado la Sociedad de Amigos de los Negros, que en verdad defendía los intereses de los mulatos que deseaban adquirir una ciudadanía integral idéntica a la de los blancos.

Los esclavos: se calcula que su número era cercano al medio millón de personas, superando a los blancos en una proporción de más de 20 a 1. Cerca del 80 por ciento trabajaba en las plantaciones y tenían dos orígenes: los bozales, africanos que en su mayoría habían sido esclavizados de adolescentes, aculturados e instruidos para el trabajo de plantación; y los criollos, nacidos en la plantación de padres africanos. No obstante, los orígenes de los africanos eran muy variados, ya que pertenecían a muy diversas etnias con costumbres y lenguajes muy diferentes. Esto contribuyó a la construcción de una cultura sincrética, con los diferentes aportes africanos y de la occidentalización impuesta por los plantadores franceses blancos. Tanto la lengua nacional (el créole) como la religión vudú expresan ese sincretismo.

Los cimaroons o negros cimarrones: quizás no tan significativos desde el aspecto cuantitativo ni desde lo económico, pero sí desde lo político y simbólico. El término se aplicaba a los esclavos que huían de sus dueños y que muchas veces se refugiaban en las montañas, ya sea en forma solitaria o formando pequeñas comunidades. Aún cuando su número permaneció limitado, su importancia fue fundamental, ya que estos fugitivos, rondaban las plantaciones para proveerse de víveres y alentando a los esclavos a rebelarse. El más ejemplo más notable fue el del africano Mackandal y sus brigadas que durante el período de 1751 a 1758, atacaron a las plantaciones, matando blancos y alentando a los negros a sublevarse. Finalmente fueron capturados y ejecutados, pero su memoria, y especialmente sus tácticas de resistencia guerrillera, ejercieron gran influencia en los hechos posteriores.

Para dimensionar los excelentes rindes de la colonia francesa basta mencionar un sólo dato: la utilidad anual promedio que generaba la producción azucarera de Saint-Domingue era del orden del 8 al 12 %, mientras que, en Jamaica, la más productiva de las colonias inglesas, apenas llegaba a un 4 %. Herbert Klein señala que la colonia francesa, además de ser la mayor productora de azúcar de América estaba por convertirse en la mayor abastecedora de café del mundo. “Las exportaciones sumaban dos tercios del valor total de las mercancías remitidas por las Indias Occidentales francesas, y en volumen superaban los envíos de las Antillas españolas e inglesas sumados. Más de 600 barcos por año llegaban a sus puertos para cargar azúcar, café, algodón, especias, añil y cacao destinados al mercado europeo”. 10

Si bien la colonia era próspera y eficiente, la más rica del mundo y la que aportaba el principal ingreso externo a la nación francesa, ya comenzaban a vislumbrarse ciertos problemas de sustentabilidad, de acuerdo a los relatos de los viajeros extranjeros y administradores más agudos. En primer lugar, se preveía un agotamiento de la tierra debido a que tanto el añil como la caña de azúcar son cultivos que extraen muchos nutrientes del terreno de cultivo. Ya comenzaba disminuir el rendimiento productivo, de hecho la producción cafetalera había comenzado a tensionar la hegemonía del azúcar, sin que se estableciera ninguna medida de cuidado o regeneración. En segundo lugar, se percibía que la estructura social de la colonia era tan artificial como inmersa en profundas contradicciones sociales y raciales. Algunas de las reflexiones de los críticos apuntaban al peligro que significaba la desproporcionada población esclava con relación a la considerada libre. Para comparar: en otro espacio antillano donde predominaba la gran plantación azucarera y esclavista como Cuba, la población esclava era del 36 % en el año 1846. 11 Inclusive en la esclavista capitanía de Minas, en el Brasil colonial, la población esclava apenas superaba la mitad de la población total en el año1776. 12

Revolución social y guerra anticolonial (1791-1798)

La Revolución Francesa de 1789 tuvo un fuerte impacto sobre la sociedad racista y esclavista de la colonia. Inicialmente, la igualdad entre los hombres proclamada por la revolución no sólo no se aplicaba a los esclavos, sino tampoco a los mulatos ni a los negros libres. Las luchas internas entre monárquicos, girondinos y jacobinos y las guerras contra otras naciones se sumaron a las ya fuertes contradicciones de la sociedad colonial, aunque los sucesos externos impactaban en ella con cierto retraso debido a las demoras en las comunicaciones.

La primera tensión política evidente en la estructura local fue el conflicto entre los grandes propietarios y comerciantes de la colonia y los funcionarios de ésta. Los propietarios querían independizarse y los segundos continuar su vínculo con Francia. La Sociedad de Amigos de los Negros, que tuvo un importante papel en las discusiones sobre la abolición de la esclavitud, estaba formada por un grupo bastante heterogéneo de mulatos instruidos e influyentes, movidos por ideologías e intereses diferentes, pero bien relacionados con los diversos grupos liberales de París. Si bien planteaban llevar la esclavitud a su fin, sus acciones políticas se orientaban más a lograr equiparar sus derechos con los de los ciudadanos blancos, beneficio que el Código Negro imperante en las colonias les negaba. Para ejemplificar: en 1790 la asamblea colonial de Saint-Domingue extendió los derechos políticos a los blancos pobres pero excluyen a los mulatos, evidenciando que la exclusión política se fundamentaba en la cuestión racial.

La acción de la Sociedad de Amigos de los Negros, tuvo una fuerte influencia en los acontecimientos de la colonia. Su acción causó temor y recelo entre los propietarios de esclavos, al tiempo que alentó las esperanzas de igualdad de mulatos y negros. Esos deseos de igualdad de los mulatos motivaron el primer intento de rebelión. Un grupo de los mismos, liderados por Vincent Ogé y Chavannes, a fines de octubre de 1790 se manifestó frente a la Asamblea de Port-au-Prince exigiendo iguales derechos para mulatos y negros. El reclamo fue duramente reprimido, incluso con una serie de ejecuciones.

Las tensiones surgieron también entre los petits blancs o patriotas y los grands blancs, ya que mientras los primeros se resistían al avance de los derechos de los mulatos e insistían en continuar su vinculación a la metrópolis; los segundos, en cambio, comenzaban a vislumbrar la posibilidad de una autonomía –o independencia al estilo de Estados Unidos-, que les permitiera mantener el sistema esclavista, la base de la economía latifundista de explotación.

Sin embargo, las principales tensiones se venían acumulando en la base de la sociedad colonial, ya que los esclavos y esclavas negras comenzaron a ser permeados por las ideas de igualdad, libertad e independencia que circulaban por las bocas de sus patrones y administradores blancos y mulatos. A la vez, los esclavos percibieron la fractura del bloque dominante: las tensiones entre metrópolis/colonia, plantadores blancos/blancos pobres y terratenientes/administradores coloniales.

Sin duda, fue la Gran Insurrección del Norte la que comenzó el proceso revolucionario y evidenció que sería imposible restituir el sistema esclavista, o al menos intentar hacerlo sin diezmar a las masas negras insurreccionadas. En agosto de 1791 el sacerdote vudú Boukman convocó a una asamblea con 200 delegados de plantaciones norteñas, donde se coordinó la insurrección de los esclavos contra sus amos. A los pocos días, estalló la rebelión en la región norteña, donde predominaban las grandes plantaciones azucareras. En una gran movilización de masas, decenas de miles de esclavos se sublevaron, liderados por Boukman y exterminaron a la mayoría de la población blanca, destruyendo a las haciendas, los ingenios y a casi toda la infraestructura relacionada con el sistema esclavista. Inicialmente, la insurrección abarcó la parte central del Norte, alrededor del Cabo, con base en las parroquias de Limbé, Dondon y Ouanaminthe.

El ejército de esclavos insurrectos era superior a los 30000 combatientes, aunque no todos ingresaban al combate en forma simultánea. Si bien la rebelión fue reprimida, con la ejecución de su líder, la lucha continuó y comenzó a extenderse a las regiones Oeste y Sur. En estas regiones no se produjo una insurrección esclava generalizada pero sí luchas entre blancos (realistas/republicanos) y entre élites latifundistas (blanca/mulata). En poco tiempo, se impuso el grupo mulato de orientación republicana, que logró seducir y controlar a las masas negras e inclusive después de la abolición consiguió que gran parte de las mismas volvieran al trabajo en las plantaciones.

Mientras tanto, el gobierno metropolitano, ahora a cargo de los republicanos, intentaba dar respuesta a la conflictiva situación de la colonia. A comienzos de 1792 la Asamblea Nacional Francesa decidió otorgar la ciudadanía a los hombres libres de color, o sea a la población mulata, muy influyente en la región sur. Para aplicar esta y otras medidas envió a tres comisarios civiles, encabezados por el jacobino Léger-Félicité Sonthonax y acompañados de una fuerza de 6000 hombres. La medida contó con la fuerte oposición de los pobladores blancos, tanto de los plantadores como de los más pobres. Para derrotarlos, el astuto Sonthonax movilizó a los mulatos y, con la ayuda de este grupo y de las tropas leales, logró controlar tanto a los blancos como a las masas esclavas.

Sin embargo, sucesos externos aumentarían las tensiones en la sociedad isleña, ya que en febrero de 1793 Francia declaró la guerra a Gran Bretaña y el rey Luis XVI fue ejecutado. Había comenzado el gobierno de la Primera República Francesa. Ambos hechos tuvieron un fuerte impacto en la colonia. Los plantadores y funcionarios realistas se sublevaron liderados por el general Galbaud, jefe de las fuerzas en Le Cap. Ante el peligro realista, Sonthonax, moviliza a la población mulata pero también a 10000 esclavos a los que otorgaría la libertad a condición de que integraran el ejército republicano. 13 Como bien apunta Moya Pons, los franceses hubieran sido derrotados si el comisario civil (Sonthonax) no se hubiera excedido en sus poderes nominales, al liberar a las masas esclavas y movilizarlas ante el avance de los ejércitos enemigos. 14 Las tropas realistas fueron derrotadas pero la liberación de tan alto número de esclavos irritó a los mulatos, muchos de los cuales eran propietarios de estos trabajadores.

Ante esta situación, en vísperas de una inminente invasión por parte de los ingleses, el funcionario Sonthonax buscó ampliar el apoyo de las masas negras, para lo que el 29 de agosto de 1793 decretó la emancipación general de los esclavos en el norte de Saint-Domingue, medida que rápidamente se extendió a toda la colonia. Ante los hechos, el 4 de febrero de 1794 la Convención Nacional Francesa declaró abolida la esclavitud de los negros en todas las colonias francesas, aunque en la práctica sólo se liberaron las masas esclavas de la isla caribeña.

Otras potencias europeas colonialistas como Gran Bretaña y España observaban a la rica colonia de Saint-Domingue como un apetitoso botín además de la oportunidad de privar a la enemiga Francia de una de sus mayores fuentes de recursos. Los primeros enviaron en 1794 una poderosa expedición de decenas de miles que ocuparon Port-au-Prince y otros puntos costeros. España, por su parte, intentó ganarse el favor de los esclavos prometiéndoles la liberación, y atacó la colonia desde la parte oriental de la isla. Los principales dirigentes de la rebelión de esclavos pasaron a luchar por el bando español.

La dominación francesa de colonia estaba en su punto crítico, ya que esta se encontraba invadida por la Marina británica y por las tropas españolas a las que se habían unido numerosos pobladores franceses de orientación monárquica. Las fuerzas francesas fueron derrotadas en las ciudades costeras por los ingleses y en gran parte del interior por las tropas españolas.

Empero, la situación cambiaría de rumbo a mitad de ese año (1794), gracias al caudillo y militar negro Toussaint Louverture, quien hasta el momento luchaba para el bando español, pero que, ante la influencia de los comisarios y oficiales franceses, decidió cambiarse al bando francés. El ejército que estaba a su mando, de carácter multirracial puesto que estaba conformado por soldados negros, mulatos e incluso algunos blancos, atacó a sus antiguos aliados y les arrebató una decena de ciudades. En un año, y gracias a su hábil manejo de la situación, rechazó a los españoles hasta la frontera oriental de la isla y consiguió derrotar a sus antiguos jefes, que habían permanecido leales a España.

La lucha contra los británicos resultó, sin embargo, más complicada. Toussaint no pudo echarlos ni del Norte ni del Oeste. En el Sur, el general mulato André Rigaud lograba contenerlos, pero no era capaz de rechazarlos. Gracias a las armas y pertrechos llegados con la comisión de Sonthonax y Laveaux en mayo de 1796, Louverture, que contaba con un ejército de 51000 soldados, entre ellos 3000 blancos, reemprendió la lucha contra los británicos y obtuvo diversas victorias, aunque ninguna de ellas decisiva.

Las tropas inglesas, debilitadas ante la resistencia de los lugareños y por las enfermedades tropicales que le habían ocasionado numerosas bajas, (cerca de 25.000 soldados) y ante la amenaza de un contraataque de Toussaint en Jamaica, decidieron negociar. El conflicto concluyó cuando a fines de agosto de 1798, los británicos, a cambio de concesiones comerciales prometidas por el gobierno de Louverture, se retiraron de la isla.

En los años posteriores se percibe claramente el enfrentamiento entre las élites locales que participaron en la lucha anticolonial. Por un lado, la rama mulata, integrada en gran medida por los affranchi, muchos de ellos propietarios en la región sureña y en menor medida en el oeste. Por lo general, eran instruidos, y partidarios del republicanismo francés, por ejemplo, André Rigaud y Alejandro Sabés (Pètion). Si bien tenían conocimientos políticos y experiencia militar, respondían a una clara política y estrategia de los intereses de los propietarios agrícolas sureños, aunque muchos de estos sólo poseían fincas pequeñas y medianas. La otra rama conocida como negra estaba integrada por ex –esclavos “negros de talento”, dotados de inteligencia y gran iniciativa como Toussaint Louverture, Dessalines e incluso Henri Christhope. Su ascenso se debía tanto a su talento y capacidad como a su audacia en el plano militar y político, logrando imponerse a las masas inorgánicas. En general, los integrantes de las dos ramas fueron excelentes administradores y organizadores de la producción, tanto que Joachim Benoit considera que formaron una verdadera aristocracia. Para ambos grupos la independencia presuponía sustituir la dominación francesa por la propia. 15

Expresión de este conflicto entre las dos ramas es la denominada Guerra de los Cuchillos, acontecida entre junio de 1799 y marzo de 1800. Se trata de una revuelta de los generales negros: Toussaint Louverture y los generales Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe, contra los generales mulatos como André Rigaud y Alexander Pètion, entre otros. Estos últimos fueron derrotados y, con otros dirigentes mulatos, se exiliaron a Francia.

Los generales negros y mulatos y las masas insurrectas habían logrado abolir la esclavitud, extender los derechos de los ciudadanos en forma universal y alcanzar una independencia de facto, pero se encontraban con un país destruido en el sistema económico y productivo y que a la vez estaba aislado comercial y diplomáticamente del contexto mundial.

A continuación, analizaremos el proyecto económico que Toussaint Louverture intentó implementar para reconstruir y reactivar la economía nacional, si bien es pertinente apuntar que este experimento sólo duró un año y medio en el sur, y un lustro en las zonas norte y oeste. El caudillo gobernante consideraba a la agricultura como base de la vida nacional y deseaba que la isla recuperara su supremacía como la mayor exportadora azucarera del mundo. Concebía a la producción agropecuaria con un carácter latifundista y basada en el trabajo disciplinado e intensivo de importantes colectivos humanos, por lo que intentaría establecer un sistema de gran propiedad, inclusive restituyendo propiedades a plantadores blancos, no tanto así a los mulatos y obligando a trabajadores negros a volver a las plantaciones, aunque no como esclavos sino como asalariados. De hecho, se había establecido una alianza entre los terratenientes blancos y los nuevos terratenientes negros.

Otra medida que apuntaba a consolidar la propiedad latifundiaria consistía en impedir la venta de propiedades menores a 50 carreaux (56,5 hectáreas) y obligan a los trabajadores dispersos o fugados a volver a las haciendas. 16 Se establece un dispositivo laboral de caporalismo agrario, 17 donde a los trabajadores de las haciendas, que ya eran libertos conocidos como cultivateurs (cultivadores) y, se les prohibían el libre desplazamiento, el vagabundeo, las costumbres incivilizadas y se los sometía a un fuerte control en las haciendas a través de un sistema militarizado.

Muchas de estas normativas, junto con el pensamiento político de Louverture se expresan en el Reglamento publicado el 12 de octubre de 1800. En el mismo se establecía el culto a la producción agrícola como fundamento de toda riqueza y se expresaba que la libertad debía ser unida al trabajo intensivo para asegurar el bien público. Se organizaba a los trabajadores en forma militar, exigiéndoles obediencia jerárquica. Se perseguía a los desertores y ociosos. Tanto la reconstrucción económica (plantaciones, infraestructura de transporte, ingenios, etc.) como el desarrollo y producción agrícola recaía sobre los Inspectores Agrícolas, que por lo general eran militares.

Además, se mantenía el sistema de reparto de ganancias establecido por Sonthonax que consistía en repartir la producción de la siguiente manera: un cuarto para el Tesoro Público, un cuarto para el propietario, un cuarto para el arrendatario y el cuarto restante para los trabajadores campesinos. En la práctica, al implementarse estas medidas, los agricultores que legalmente eran libres pasaron a un sistema de trabajo coactivo, que mezclaba elementos feudales, militares y paternalistas. 18

Con estas medidas, el gobierno logró ciertos éxitos en la reconstrucción de la economía exportadora, más allá de una importante sangría humana que constituían los campesinos que se fugaban hacia las zonas montañosas, para engrosar las comunidades cimarronas. El nuevo gobierno, si bien no pudo recuperar la producción del añil y del azúcar a los estándares pre-insurrecionales, sí logró que aumentara la producción cafetalera.

Sin embargo, fue en los aspectos políticos y sociales donde la reconstrucción louvertiana encontró más resistencias, que iban desde los desposeídos productores mulatos del sur hasta los descontentos esclavos del norte, que se indignaban al volver al trabajo forzado en las plantaciones. En poco tiempo, acontecería una rebelión de negros del Norte que fue duramente reprimida por el gobierno.

A principios de 1801, el gobierno de Louverture invadió la parte española de la isla, que en 1795 había sido cedida a Francia por el Tratado de Basilea, aunque en la práctica la administración francesa era casi inexistente. El Oriente isleño es anexado, con escasa resistencia de las comunidades locales. A continuación, el gobierno haitiano tomó algunas medidas de carácter económico-social como la de liberar a los esclavos, aunque debían seguir trabajando en las haciendas y la de fomentar el cultivo de productos exportables (caña, café, algodón y cacao) en desmedro de la tradicional producción dominicana consistente en la ganadería hatera y en el corte de caoba. 19

En mayo del mismo año, se propuso un Proyecto de Constitución por la cual la colonia, aun proclamándose parte integral de Francia, tendría un gobierno que gozaría de una enorme autonomía y otorgándose a sí mismo el gobierno vitalicio. Las medidas represivas del gobierno, más otras como las gestiones para que regresen los blancos huidos, en muchos casos odiados plantadores esclavistas, debilitaron el apoyo de la población negra y mulata al régimen de Louverture. Esta situación facilitó la posterior invasión francesa, ya que el gobierno de Napoleón Bonaparte rechazó el proyecto de constitución del gobierno isleño y decidió enviar una fuerte expedición militar para reconquistar la isla y a la vez reestablecer al sistema esclavista.

La guerra de independencia (1802-1803)

El cónsul Napoleón Bonaparte, gobernante de la metrópolis francesa, deseaba establecer un gran imperio colonial en América para lo cual se hizo ceder el enorme territorio de Luisiana por parte de España e intentó recuperar el control total de su principal colonia: Saint-Domingue. En enero de 1802, arribó a la colonia una fuerte expedición militar de 24000 hombres, al mando del general Charles Leclerc, cuñado de Napoleón. En la misma regresaban Rigaud y Pètion, los líderes mulatos expulsados por Louverture.

En un primer momento, los franceses consiguieron el acatamiento de una parte de los haitianos bajo falsas promesas de no reinstaurar la esclavitud y de respetar los grados militares de los haitianos. Controlaron también el este de La Española por un período de seis años hasta ser expulsados por un grupo de dominicanos quienes bajo el mando de Juan Sánchez Ramírez reincorporaron la parte oriental al dominio de España.

Toussaint Louverture, con parte del ejército haitiano, se replegó a zonas más recónditas y seguras, donde aplicó la táctica bélica de tierra quemada, consistente en arrasar los recursos e infraestructura básica. Además, firmó un pacto de amistad con Gran Bretaña. Mientras tanto, otro general negro, Henri Christophe incendió Le Cap ante la llegada de los invasores. Las ciudades de Port-de-Paix, Saint-Marc y Gonaïvescorrieron igual suerte. A pesar de esto el ejército rebelde tuvo varios reveses: Toussaint fue vencido en Ravine-à-Couleuvres y Dessalines fracasó contra Port-au-Prince. En poco tiempo la parte española de la isla se entregó al ejército francés y el 2 de mayo de 1802, Toussaint Louverture ofreció su capitulación a cambio de quedar libre y de que sus tropas se integraran al Ejército francés.

Prontamente, las promesas francesas fueron desenmascaradas al llegar noticias de la reinstauración de la esclavitud en otras colonias como Guadalupe y con la captura y deportación de Toussaint- Louverture a Francia dónde murió encarcelado. A pesar de la pérdida de su líder, gran parte de los oficiales y tropas haitianas, avezados en las luchas contra ingleses y españoles, intuyeron que seguirían la misma suerte y comenzaron a rebelarse o a desertar hacia las zonas rebeldes.

La política de sangre inaugurada por Leclerc hizo ver a los oficiales de color que no había seguridad para ellos junto a los franceses, por lo que terminaron desertando, encabezados por Pètion y Clerveaux. Los generales negros Henri Christophe y Dessalines no tardaron en unírseles. Desde ese momento las bandas que merodeaban por los campos tuvieron líderes y se inició la verdadera guerra de liberación.

Alexander Pètion, decidió reconocer a Jean-Jacques Dessalines como general en jefe de los rebeldes y éste hecho hizo que la mayoría de los jefes de bandas se agruparan alrededor de este último. A fines de 1802, Dessalines, asistido por Christophe y Pètion tomó la dirección de la lucha por la independencia, radicalizando el legado de Louverture. De esta forma se logró la unidad de las masas negras y mulatas para combatir a la invasión francesa y obtener la independencia, frustrando cualquier intento de restaurar la esclavitud. Esta alianza se expresó en el Congreso de Arcahaie donde militares y propietarios, tanto negros como mulatos, acordaron acciones en conjunto para lograr la independencia. Si bien, como apunta Joachim Benoit, para ambos grupos la independencia presuponía sustituir la dominación francesa por la propia. 20

Hasta 1803, el Sur había asistido a los acontecimientos sin tomar parte de la rebelión, aunque el general Dessalines desplegaba una actividad extraordinaria desde fines del 1802, por todo el Noroeste y la región Oeste. La lucha se generalizó contra el ejército cada vez más reducido de Rochambeau, (general a cargo tras la muerte de Leclerc) y luego de una serie de exitosas campañas (Jérémie, Jacmel, etc.), en octubre de 1803 el ejército haitiano logróocupar la capital y asegurarse el control de la zona de Los Cayos.

La campaña de reconquista del ejército de negros y esclavos culminó el 18 de noviembre de 1803 con la decisiva victoria haitiana en la Batalla de Vertierres, que obligó a las tropas francesas a rendirse. El 4 de diciembre, Rochambeau capituló en el Môle Saint-Nicolas, culminando de este modo la guerra de independencia.

Primeros años de vida independiente (1804-1806)

El 1 de enero de 1804, Jean- Jacques Dessalines proclamó la independencia desde la ciudad de Gonaïves. De esta forma Haití, se convirtió en el primer Estado independiente de América Latina. El líder fundante de esta nación, un esclavo nacido en una plantación del Norte, quedó como jefe del recientemente fundado estado haitiano. La joven nación, después de las luchas de la independencia, se encontraba nuevamente devastada, prácticamente sin actividad productiva importante, con las haciendas y la infraestructura básica destruidas y con una población que había descendido a la cifra de 300.000 habitantes.

Después de su primer año de mandato, Dessalines se proclamó a sí mismo Emperador del país con el nombre de Jacques I (Jacobo I), dando lugar al Imperio de Haití. El emperador dio a su gobierno una fuerte impronta nacionalista, pero al mismo tiempo buscó consolidar su poder personal creando un Estado autocrático. Por los escasos datos disponibles, pero también por lo breve y accidentado del gobierno de Jacques I, es difícil caracterizar al modelo socioeconómico que éste intentó implementar en el devastado territorio isleño.

Jacques I tuvo que construir una política económica a partir de las siguientes contradicciones: la oposición entre los oficiales del ejército y los propietarios de tierras que se disputaban la posesión de las mismas y la lucha entre trabajadores agrícolas y pequeños campesinos, que deseaban la parcelación de las tierras y producir en forma autónoma y las élites privilegiadas que defendían al sistema de latifundio con la utilización del trabajo forzado de las masas campesinas.

Si bien, de facto, la independencia había disuelto las propiedades de los colonos blancos quedando las mismas en manos del estado (en muchos casos, por las matanzas de blancos fomentadas o toleradas por las autoridades), Dessalines profundizó esta situación, invalidando los contratos de arriendos, donaciones y ventas inmobiliarias realizadas antes de su gobierno. Como se estableció en el Artículo 12 de la Constitución de 1805: “Ningún blanco, sea cual fuere su nacionalidad, pisará este territorio como amo o propietario ni podrá en lo sucesivo adquirir aquí propiedad (…) Toda propiedad que haya pertenecido a un francés blanco queda confiscada a favor del Estado sin apelación y por virtud de ley”. 21

En esta legalización de una situación de hecho, se estima que un porcentaje de 66 al 90 % de las tierras agrícolas se convirtieron en propiedad estatal, con el nombre de Dominio Nacional (Domaine National). Y, si bien la expropiación y nacionalización de las tierras y propiedades de la clase dominante, de los grandes plantadores esclavistas y su posterior distribución a la población negra y mulata, ha generado ciertos juicios históricos que lo reivindican como un intento de profunda reforma agraria, en la práctica, muchas de estas medidas estuvieron orientadas a una continuidad de los modelos de producción agropecuaria propuestos por Léger-Felicité Sonthonax y especialmente por Toussaint Louverture.

¿En qué se fundamentan esas continuidades?

El gobierno estableció un sistema de arriendo, por cinco años, a aquellos que ofrecían las mejores condiciones. Obviamente, los beneficiados fueron los mulatos enriquecidos y los oficiales del ejército del emperador. En los arriendos de primera categoría, o sea de las haciendas más grandes y productivas, se beneficiaron los generales, coroneles, oficiales y funcionarios del gobierno, en su mayoría negros. Para los arriendos de segunda categoría, haciendas más pequeñas, por lo general en las zonas oeste y sur, los propietarios, oficiales y funcionarios del gobierno, en su mayoría mulatos.

En síntesis, se aspiraba a construir una sociedad con dos estamentos superiores, militares y funcionarios, que conformaban la élite propietaria de la tierra, y los agricultores y soldados como el estamento inferior o mano de obra. Por ello se impuso un sistema de trabajo rígido y militarizado, donde las haciendas eran dirigidas por generales y altos oficiales, que a la vez, eran propietarios y arrendatarios. Se mantuvo la restricción a la movilidad de los campesinos, se persiguió la vagancia, se obligó a la población a los trabajos comunitarios, entre otras prácticas coercitivas. Además, se continuó con el sistema de reparto de ganancias implementado por Sonthonax y Louverture. Si bien muchas veces las partes del propietario y del arrendatario correspondían a la misma persona, también sucedía a menudo que el propietario, no tributaba la parte que le correspondía al estado, situación que en poco tiempo generó una rápida y pingüe acumulación para la élite administradora, en desmedro de los campesinos que realizaban el trabajo más arduo y productivo.

Sin embargo, hacia 1806, se produjo una crisis de exportación, ya que tanto Francia, España y Estados Unidos prohibieron el comercio con Haití, que se quedó sin mercado para sus exportaciones. Esta situación solo se destrabaría a fines de ese año cuando se reestablecieron los vínculos con Inglaterra, y los Estados Unidos flexibilizaron sus medidas de bloqueo.

La situación de bloqueo debilitó la relación de Dessalines con las élites mulatas, ya resentidas porque algunos de sus integrantes habían perdido o temían perder sus tierras ante la confiscación estatal y otros consideraban haber recibido menos que la élite negra. 22 La rebelión estalló en el sur, en octubre de 1806. El monarca fracasó en movilizar tanto al ejército como a las masas campesinas y fue asesinado por un complot militar, que varios autores adjudican a los generales Henri Christophe y Alexander Pètion. Los instigadores del complot, debido a sus divergencias, libraran luchas por el liderazgo que desembocaron en la división del territorio desde 1806 y una guerra declarada como tal, hasta 1810.

La construcción de dos experiencias políticas y económicas (1806- 1820)

Henri Christophe, un antiguo esclavo y soldado de las luchas contra los franceses, estableció en el norte el Estado de Haití, territorio que en el año 1811 se transformaría en el Reino de Haití, al tiempo que se proclamaba rey con el nombre de Henri I. En el sur en cambio, se desarrollaba una experiencia política de carácter republicano con la presidencia de otro militar proveniente de las luchas de la independencia anticolonial, el mulato Alexander Pètion. 23 Pero las diferencias entre el reino norteño de Haití, gobernado por un rey y una nobleza mayoritariamente negra y la república sureña de las élites mulatas no sólose fundamentaban en el régimen político; también desde lo socioeconómico es evidente la construcción de sistemas diferentes.

‘Combate de Vertière’, del pintor haitiano Patrick Noze

En el primer caso, el régimen de Christophe intentó reconstruir el modelo de economía de plantación latifundista de productos exportables, con ciertas continuidades con respecto al sistema de Dessalines pero también con algunas diferencias. La visión de Cristophe era más compleja, al menos en un par de aspectos. Para empezar, concebía a la sociedad a construir con una mayor cantidad de sectores sociales: una nobleza y oficialidad militar (propietarios de haciendas), otro estrato conformado por soldados (podían poseer propiedades, pero más pequeñas), comerciantes y artesanos (desarrollaban oficios y actividades en forma libre), y agricultores (la mano de obra forzada de las haciendas). El monarca expropió y recuperó tierras y haciendas que en unidades de grandes extensiones le fueron otorgadas a una casta de nobleza que se conformó a partir de jefes y oficiales militares, en su mayoría negros, aunque se encontraban entre ellos algunos mulatos, que le eran afines.

Si bien compartía la idea de Dessalines de construir un sistema de producción latifundista de productos exportables, Henri Christophe se diferenciaba del primero al poseer un espíritu más modernizador, por lo que consideraba prioritario implementar las siguientes medidas: actualizar la infraestructura productiva existente, por ejemplo, reconstruyendo y mejorando los sistemas de transporte y comunicación; diversificando la producción de productos exportables (además del azúcar aumentar la producción de café y de maderas preciosas como la caoba) y realizar otras innovaciones como fomentar el cultivo de cereales para alimentación y el uso del arado.

En lo social, se reimplantó un régimen forzado de trabajo sobre los agricultores o campesinos, inclusive más duro que los anteriores, como se expresa en el Código Rural de 1812, con una jornada laboral extendida de 11 a 13 hs, con la obligación de permanecer en la plantación y una división interna del trabajo, tan rígida como rigurosa. A eso se le sumaba la obligación del campesinado de participar, ciertos días en la semana, de la construcción de grandes obras públicas como fortificaciones, caminos e inclusive de la ciudadela de La Ferriêre y el palacio de Sans Souci. El control sobre la productividad y disciplina de la mano de obra estaba a cargo de Inspectores de Agricultura, en su mayoría militares que pertenecían a la casta dominante.

Desde la perspectiva económica, el modelo económico implementado fue exitoso, aumentó la producción agropecuaria en general, se mejoró y modernizó la infraestructura básica y el Estado comenzó a enriquecer sus arcas. El análisis desde una perspectiva social es muy diferente, ya que los campesinos eran conscientes de que trabajaban más tiempo que antes, con un régimen más brutal y seguían percibiendo sólo la cuarta parte de lo producido.

Los campesinos disconformes, o bien huían hacia las montañas donde se dedicaban al cultivo de vivres (alimentos) o cruzaban hacia el territorio republicano. Si bien al final de gobierno el monarca implementó la distribución de tierras en los estamentos medios del ejército y soldados afines al gobierno (Decreto del 16/07/1819), copiando la metodología del vecino gobierno republicano, estas reformas llegaron muy tarde. En 1820 se derrumbaría el Reino del Norte, ante una rebelión militar, en cuya base estaban los campesinos, pero también funcionarios del régimen. El decepcionado Henri Christophe se suicidó.

El modelo económico-social implementado por el republicano Alexander Pètion tuvo una evolución diferente. El régimen presentaba inicialmente el ejercicio de una división de poderes, donde las medidas a implementar debían ser consensuadas entre le presidente y el Senado. Este último, muchas veces fue la herramienta de la oligarquía mulata para recuperar sus tierras, inclusive con la oposición manifiesta de Pètion. Un claro ejemplo, es una ley de abril del 1807 donde se intenta regimentar las relaciones agrarias e impedir el desarrollo de minifundios, ya que se prohibía la venta de tierras no menores a 10 carreaux.

Ante estas resistencias terratenientes y también por la presión de la clase popular campesina, el presidente Pètion disolvió al Congreso y estableció una dictadura reformista. A fines de 1809 comenzó la distribución de tierras pertenecientes al patrimonio nacional en pequeñas parcelas. En dos decretos (30/12/1809 y 22/10/1811) se estableció la entrega de tierras a militares, medida que a la vez aseguraba la lealtad de las tropas a su gobierno. La extensión de la parcela estaba de acuerdo al grado, por ejemplo, los coroneles obtenían una plantación grande de café o azúcar, los jefes 35 carreaux, los tenientes 25 y los soldados parcelas menores a 5 carreaux. También se incluyó en el reparto a administradores, funcionarios estatales y a algunos campesinos.

En otra medida importante, modificó los porcentajes en el reparto de la producción agrícola: mientras el estado, el propietario y el arrendatario se quedaban con la mitad de lo producido, los trabajadores campesinos, quiénes debían recibir las herramientas del propietario, lograban la mitad de la producción. Además, se implantó el acortamiento de la jornada laboral, la protección de las trabajadoras embarazadas, etc. El Estado cumplió la función de regulador de la economía, auxiliaba a los campesinos en épocas de malas cosechas o calamidades naturales y, además compraba los excedentes de café y azúcar para sostener el precio, lo que generó un crecimiento de la deuda estatal y desfinanciamiento de la hacienda pública.

Si bien algunas de las medidas implementadas por el presidente fueron de un intenso reformismo, tanto que algunos autores hablan de la primera reforma agraria realizada en América, la política del caudillo mulato apuntaba a construir una nación campesina de ciudadanos libres, aunque de economía capitalista. En síntesis, un sistema económico-social donde pudieran convivir la gran propiedad latifundista (plantaciones orientadas a la exportación) con la pequeña y mediana propiedad (en algunos casos para exportación, pero también orientada a la producción alimentaria local); aunque sin alterar la dinámica capitalista de la producción agropecuaria.

Por eso, si bien las medidas buscaban diversificar la producción y uso de la tierra, tampoco quería eliminar o disminuir la mano de obra de las plantaciones; en la práctica, los pequeños campesinos y jornaleros rurales, fueron los sectores sociales menos beneficiados en estas distribuciones de tierras. 24

Esta experiencia tuvo sus límites, ya que no logró reactivar a una escala competitiva la producción azucarera. En parte debido a la competencia de Cuba y de las antillas holandesas, pero también a la resistencia campesina. Ya que los cultivadores se orientaron mayormente hacia la producción de la agricultura de subsistencia o de mercado interno, resistiendo tanto la producción de cultivos exportables como el trabajo en las haciendas. El sistema laboral implementado por el gobierno republicano evidenció que cuando no existían castigos físicos ni coacción sobre los campesinos, los mismos abandonaban las haciendas y se orientaban hacia la agricultura de alimentos básicos o desarrollaban experiencias alternativas como la comunidad de Grande Anse. Como bien señala Moya Pons, “mientras Pètion había creado un campesinado libre y propietario pero había debilitado al Estado, Christophe había enriquecido al Estado pero las masas habían quedado sujetas al peonaje”. 25

Joachim Benoit sostiene que el impacto social de estas medidas de distribución de tierras para la clase campesina fue limitado, tanto en la república de Pètion como en el reino de Christophe, ya que las dos terceras partes de los cultivadores no accedieron a ninguna forma de propiedad. En los relatos de viajeros de época se apuntaba que predominaba el sistema de colono aparcero, aunque con mejores beneficios para los que producían café que los especializados en la caña de azúcar. 26

Queda por analizar el experimento cimarrón que aconteció en las montañas de Grande Anse. El mismo surgió cuando un grupo de trabajadores agrícolas de la parroquia de Jèrémie encabezados por Goman, huyeron de las haciendas en época de Dessalines, y al poco tiempo construyeron una comunidad de producción agrícola y diversificada, de carácter anti-excedentaria. Si bien el enclave cimarrón fue hostigado por los terratenientes mulatos vecinos, pudieron sobrevivir hasta 1820 debido a la resistencia de los piquets, guerrilleros armados con viejos fusiles de chispa, a los que el gobierno republicano optó por aislar en lugar de intentar su eliminación.

El presidente Alexander Pètion falleció en 1818 y el general Jean Pierre Boyer fue electo presidente de la república. Ante el suicidio de Henri I, reconquistó el norte del país en 1820 y posteriormente ocupó la parte española en 1822, consolidando la república y unificando la isla hasta 1844. En pocos años, hacia 1826, la república haitiana obtuvo el reconocimiento de Francia a cambio de 150 millones de francos-oro y el levantamiento del bloqueo económico con el pago de la elevada suma antes referida. Casi simultáneamente, el gobierno de Boyer publicó un Código Agrario donde se volvieron a establecer dispositivos coercitivos para disciplinar a las masas campesinas buscando aumentar la productividad de las haciendas agrícolas.

En lo diplomático, la tierra de los jacobinos negros permaneció aislada por bastante tiempo. El Vaticano la reconoció después de sesenta años de la independencia, y Estados Unidos lo hizo tardíamente, durante la presidencia de Abraham Lincoln. Recién en 1870 se acreditó un diplomático venezolano en la república de Haití, la primera representación diplomática de América Latina.

Consecuencias de la Revolución

Susan Buck-Morss propone una interesante hipótesis donde argumenta que la abolición de la esclavitud en la colonia de Saint-Domingue no fue solamente una consecuencia de las ideas o de las acciones revolucionarias acontecidas en la metrópolis francesa, sino que los propios esclavos tomaron en sus propias manos la lucha por la libertad, no a través de reclamos, sino de una revuelta violenta y organizada. 27

Haití fue la segunda colonia americana en independizarse, después de los Estados Unidos. Se la considera, asimismo, la primera república negra del mundo y una de las pocas rebeliones de esclavos culminada con éxito. El sistema de trabajo esclavo, base de la economía de plantación, productora de azúcar, añil y otros productos para el mercado externa, fue abolido y nunca más reimplantado en toda la isla, aunque los sistemas de trabajo de la post-independencia por lo general se inclinaron a imponer sistemas de servidumbre forzada, con una rígida división del trabajo y control militar de la mano de obra. Los blancos, con muy pocas excepciones, fueron exterminados o expulsados del país por lo que éste quedó habitado y gobernado por negros y mulatos.

La economía de las plantaciones, sin su sustento en la esclavitud, cayó bruscamente (a pesar de diversos intentos de reactivarla mediante trabajos forzados remunerados) siendo sustituida mayormente por una economía de subsistencia, algunos autores hablan de economía campesina reconstituida al estilo africano.

La nación haitiana sufrió un largo período de aislamiento internacional promovido, fundamentalmente, por las potencias europeas y los Estados Unidos que no admitían la existencia de una nación gobernada por ex-esclavos, lo que implicaba una amenaza para sus propios sistemas esclavistas. Además, la Revolución Haitiana tuvo consecuencias en toda la zona del Caribe, con un gran impacto en el sistema esclavista predominante en la región antillana. Hacia la tercera década del Siglo XIX los ingleses y holandeses abolieron la esclavitud en sus colonias, los franceses lo harían una década después.

Las consecuencias internas de la Revolución Haitiana son bastante complejas de evaluar. Mientras que para Joachim Benoit el caso evidencia cómo pudo sustentarse y construirse un proyecto de Estado- nación, ya que a pesar de una profunda división entre dos clases sociales con intereses opuestos, la aristocracia (mulata y negra) y el campesinado, ambas estaban determinadas a mantener la independencia nacional. Para Tadeusz Lepkowski, nos encontramos en una sociedad en transición y transformación en varios planos: de una población con predominio de esclavos a otra de campesinos libres, de africanos de tribus diversas a una sociedad nacional haitiana, de un modelo de producción de monocultivo latifundista a otro más diversificado, y principalmente de un sistema de trabajo coactivo o forzado (esclavitud, servidumbre) a otras formas de explotación más encubierta y flexible de la mano de obra campesina.

Para finalizar, consideramos adecuada una reflexión de Eduardo Grüner, quién considera que todavía no se ha justipreciado debidamente el impacto de la revolución haitiana en el continente americano pero tampoco en el europeo, ya que fue la revolución haitiana la que obligó a Robespierre a abolir la esclavitud en 1794, después de tres años de sangrienta lucha y dos centenas de miles de muertos. Es decir: fue la Revolución Haitiana la que obligó a la Revolución Francesa a ser consecuente con sus propios principios de libertad universal. 28

Notas:
1.- Para focalizar el caso, es importante aclarar que a diferencia de los procesos de independencia americanos, que en su mayoría fueron orientados por grupos criollos pertenecientes a las clases dominantes, la independencia haitiana fue sobre todo una consecuencia de la participación de los sectores populares, tanto de los mulatos como de las masas esclavas, negras y de origen africano. En esta experiencia se entremezclaron la revolución social y la lucha anticolonial por la independencia contra tres potencias europeas: Francia, Inglaterra y España.
2.- Ciro CARDOSO y Héctor PÉREZ BRIGNOLI, Historia Económica de América Latina, Barcelona, Crítica, Vol. 2., 1979.
3.- Joachim, BENOIT, “La estructura social de Haití y el movimiento de la Independencia en el siglo XIX”, Secuencia, México, núm. 2, 1985.
4.- Louis-Juste, Jean Anil, Jean Anil LOUIS-JUSTE, “Desarrollo comunitario y crisis agraria: metamorfosis del movimiento campesino haitiano”, OSAL, Buenos Aires, CLACSO, año VIII, núm. 23, abril 2008.
5.- Guy PIERRE, “En torno al nombre de una nación: Haití”, José Carlos CHIARAMONTE, Carlos MARICHAL y Aimer GRANADOS(compiladores), Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 2008.
6.- La extensión de este país caribeño es de 27750 km2, comprendiendo la parte occidental de la isla, que incluye dos penínsulas (Saint-Nicholas y Tiburón), con predominio de superficie montañosa, aunque con cuatro importantes planicies. La parte oriental de la isla, de colonización española, tiene una superficie de 48745 km2. Saint-Domingue abarcaba también algunas islas, de las cuales las más importantes son las de Tortuga y Gonăve.
7.- Moya Pons, Frank 1991 “La Independencia de Haití y Santo Domingo” en Bethell, Leslie (ed.) Historia de América Latina. (Barcelona; Crítica) Vol. 5.
8.- Susan, BUCK-MORSS, Hegel y Haití, Buenos Aires, Norma, 2005.
9.- Tadeusz LEPKOWSKI, Haití, La Habana, Casa de las Américas, Tomo I, 1968.
10.- Herbert KLEIN, La esclavitud africana en América Latina y el Caribe, Alianza, México, 1986.
11.- Rebecca SCOTT, 1991 Emancipaçâo Escrava en Cuba. A transiçâo para o trabalho livre 1860-1899, Campinas, Editora da UNICAMP- PAZ E TERRA, 1991
12.- Boris FAUSTO, Historia concisa de Brasil, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003.
13.- Existe evidencia para afirmar que la decisión de abolir la esclavitud en la colonia fue una decisión personal del comisario Sonthonax, el más jacobino y pragmático de los funcionarios enviados por la Republica. Ya que esta medida no estaba contemplada en las órdenes emitidas desde la metrópolis y que además fue resistida por otros comisarios, funcionarios coloniales y militares franceses de la colonia.
14.- MOYA PONS, “La Independencia de Haití y Santo Domingo”, op. cit, p. 127.
15.- BENOIT, “La estructura social de Haití y…”, op. cit. p. 173 y 174.
16.- El carreaux es una medida de origen francés cuya unidad equivale a una hectárea y trece áreas.
17.- Se entiende por caporalismo, a un sistema de trabajo que era controlado por agentes denominados como caporales. Los mismos imponían el ritmo del trabajo y castigaban, muchas veces aplicando la violencia física, a los trabajadores lentos o remisos.
18.- LEPKOWSKI, Haití, op. cit, p. p. 70-80.
19.- Juan BALCÁRCEL y Manuel GARCÍA, La Independencia Dominicana, Madrid, Mapfre, 1992.
20.- BENOIT, “La estructura social de Haití y…”, op. cit., p. 173.
21.- LEPKOWSKI, op. cit., p. 97.
22.- Si bien muchos autores sostienen que el complot organizado por la élite mulata contra Dessalines se originó por los temores de pérdidas de tierras ante una reforma agraria, Tadeusz Lepkowski sostiene que el recelo mulato se debía ante la implementación de una nueva ley de herencia por parte del gobierno imperial. La misma podría invalidar muchas de las posesiones mulatas, tanto legales como de facto, que usufructuaban como hijos ilegítimos de los plantadores blancos.
23.- La República de Haití, brindó amplio apoyo en armas y dinero a Simón Bolívar, a cambio de la abolición de la esclavitud en los territorios que fueran liberados. El presidente Alexander Pètion estaba convencido de que sólo la independencia de toda América garantizaría la de Haití, acosada por las potencias europeas y por Estados Unidos. Sin embargo, la nación haitiana no fue invitada al Congreso Anfictiónico de Panamá (1825-1826) convocado por el libertador grancolombino.
24.- Ídem, p. p. 108-113.
25.- MOYA PONS, “La Independencia de Haití y Santo Domingo”, op. cit, p. 135.
26.- BENOIT, “La estructura social de Haití y…”, op. cit., p. 74 y 175.
27.- BUCK-MORSS, Hegel y Haití, op. cit, p. 34
28.- Eduardo GRÜNER, La oscuridad y las luces. Capitalismo, cultura y revolución, Buenos Aires, Edhasa, 2010.

* Publicado originalmente en el Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, ISSN 1666-6836, Vol. 10, Nº 1 10, 2010, págs. 53-72. Tomado de la revista EDM.

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