Los tres ex-Reyes Magos en los que casi nadie cree
Jorge Izquierdo. LQSomos. Enero 2017
Había una vez tres ex-Reyes Magos de Oriente. Una noche cómo la de hoy, la noche de Reyes, es, sin duda, su peor momento. Los tres ex-reyes lo pasan mal. Añoran aquellos tiempos en los que cientos de millones de niños creían que existían y soñaban con ellos. Eran los reyes de la pista, año tras año, cabalgata tras cabalgata, por falso que fuera el camello o la barba postiza de Melchor, los tres atesoraban todos y cada uno de los pensamientos, ilusiones y alegrías de cientos de millones de niños… Hasta que un buen día, no se sabe muy quien, ni en que momento, puede ser en verano o primavera, un sábado o un martes al salir del colegio, alguien decide matarlos, suplantarlos vilmente. Los tres Reyes Magos dejan de serlo, dejan de existir.
Cientos de millones de veces desaparecen a manos de niños o de mamás y papás, abuelos o vecinos, familias monoparentales…
Cualquiera puede ser un asesino de un Rey Mago. De esta manera, especialmente en Navidad, los Reyes Magos, mueren y mueren y vuelven a morir por ver al niño que deja de creer.
No es de extrañar que los tres ex-Reyes, no tengan gran simpatía por los no creyentes, ya sean ancianos, adultos, jóvenes o niños recién salidos del armario del descreimiento. A nadie le gusta ser eliminado, suplantado y que su cadáver sea enterrado bajo montañas de regalos con una etiqueta que dice: Somos los padres, cariño.
Pero los ex-Reyes Magos no pueden desaparecer, están condenados a no existir para siempre.
Una noche, o cualquier tarde, los ex-Reyes Magos se vengan de los no creyentes y así, ese niño descreído al que todo el mundo se apresura en tratar de pre-algo descubre la magia de una mirada cómplice, una caricia, un beso sincero, o incluso una amistad.
Adulto, joven o anciano, da igual, cualquier descreído puede conocer la magia en el momento menos pensado. A pesar de los cuentos, de los engaños y desengaños, cualquiera de nosotros puede decirse: la magia soy yo y quiero compartirla contigo.
Hola Jorje,acabo de leer tu cuento y me ha parecido entrañable ,sensible y tb con un poco de desencanto.
Soy Lourdes,la maña incrédula,apodo que me pusiste en el café Colonial de Zaragoza mientras celebrabas tu reencuentro con tus amigos tras 30 años sin verlos.
Te mando un abrazo.