Magnetismo entre la bayoneta y la Constitución del 1978
Por Nònimo Lustre. LQSomos.
Si dios-y-el-diablo no lo remedian, el próximo 12 de octubre, se inaugurará en Madrid otro monumento a la Legión. Como es el enésimo, no sería noticia si no fuera por un elemento perturbador: que el lejía (argot por ‘caballero legionario’) tiene a pocos pasos y la está apuntando con su bayoneta ¡a la Constitución de 1978! Comprendemos que las otras posibilidades de orientación eran cardinalmente inviables pues sólo podría apuntar al edificio del Estado Mayor de la Defensa o al, más lejano, edificio del CSIC… o al tráfico del paseo de La Castellana. Pero, aun con estas tres salvedades, nos asalta una duda: convertir el monumento a la Consti 78 en la diana de un fusilero, ¿ha sido una decisión consciente? Podría ser puesto que la pandilla de artistas convencionales y de mamporreros institucionales es de extrema derecha, desde el escultor S. Amaya hasta el bocetista Ferrer-Dalmau pasando por su conspicuo palmero Pérez-Reverte.
Semejante purrela está envileciendo Madrid con innumerables e inacabables detritus dizque artísticos -escultóricos, pictóricos y literarios. Les padecemos en sus monumentos a los más villanos de los españoles históricos, en sus cuadros de ‘gloriosos Tercios’ –sean del siglo que sean- y en novelotas de exiguo vocabulario e indigesta trama para consumir en el metro. Lo hacen adrede creyéndose guardianes de los valores específicamente españoles que, según esta caterva, son distintos de los valores democráticos universales –y, en ello, aciertan, lo malo es que están pode debajo de la norma general del siglo XXI aunque, probablemente, encajarían en las del siglo XII.
Por ello, nos resistimos a creer que en esta conjura de los necios haya participado un alcalde de Madrid conocido por su empuje modernizador como el sr. Martínez-Almeida Navascués –sí, de los Navascués-de-toda-la-vida, altos jerarcas del franquismo-. No es posible que Almeida Navascués, regalón con la Iglesia y desinfectador de placas republicanas, haya tenido conocimiento de esta última tropelía neofranquista. Acongojados por esta (remota) posibilidad, nos estrujamos el caletre buscando una explicación plausible. Y la hemos encontrado: nadie ha elegido la ubicación de la susodicha estatua. Ha sido Ella la que solita se ha girado para, ¡sacrilegio!, amenazar a la marmórea y sacrosanta Consti.
Resuelto el tema de la voluntariedad, recapacitamos: tenemos en juego dos entidades materiales, una de bronce y la otra de mármol -de Macael para ser exactos. Repugna a nuestro proverbial cartesianismo que Ellas hayan sido entidades conscientes… salvo que haya actuado un factor físico más poderoso que el bronce y el mármol. Y este factor es el magnetismo.
Pero no el magnetismo metafórico (“me imantó a primera vista”) sino el real cotidiano, el propio de la brújula. O bien la bayoneta del lejía o bien las gradas del monumento a la Consti se imantaron solas. Ahora bien, hemos de descartar el mármol puesto que su magnetismo es inapreciable. Ergo sólo nos queda la bayoneta. Veamos los detalles de tan insólita peripecia bélico-neofranquista.
El máuser y la bayoneta del lejía apuntan al monumento a la Consti 78
(No hemos encontrado mejor foto panorámica; para mayor claridad, ampliar ésta)
La magnetita
La magnetita (Fe3 O4), tiene una dureza de 5,5-6,5 en la escala de Mohs; generalmente, en la Naturaleza mineral contiene varias impurezas que les ahorramos porque no influyen en las tesis e hipótesis de esta nota. Para el eurocentrismo más anquilosado, el primero que la describió fue Tales de Mileto (siglo VI ane; antes de nuestra era) Pero, si conseguimos salir del embalaje mediterráneo, aprendemos enseguida que la primera referencia literaria china al magnetismo aparece en el Libro del Maestro del Valle del Diablo (Guiguzi) del siglo IV ane. En la crónica Lüshi Chunqiu (siglo II ane), se afirma que “la piedra imán hace venir el hierro o lo atrae”. En ese mismo siglo, los cronistas aseguran que los geomantes chinos estaban experimentando con las propiedades magnético-adivinatorias de la piedra imán para fabricar una “cuchara que apuntara al sur”. En el mismo sentido, la atracción de una aguja aparece entre los años 20 y 100 de nuestra era en el Lunheng (Investigaciones equilibradas): “Una piedra imán atrae una aguja” (ver Needham J. 1959. Science and civilisation in China. Mathematics and the sciences of the heavens and the earth, vol 3. Cambridge University Press, NYC.) En Europa, obligados por nuestra proverbial flojera, nos limitamos a las fuentes francesas para citar que, hasta el siglo XII no asoma el magnetismo señalado ahora por Alexander Neckam -ca. 1190- al que siguieron Provins en 1205 y de Vitry, en 1269.
Los Olmecas
Hemos escapado de los griegos para caer en los chinos. Sería del género idiota decir que de Guatemala hemos caído en Guatepeor. Si recordamos que América comienza en los Pirineos, todavía nos quedan los amerindios, concretamente los Olmecas. De su mano superaremos a los viejunos tópicos que nos traían por la calle de la amargura.
Todo arranca en 1996, cuando se excava el sitio olmeca de San Lorenzo, en Oaxaca. En aquella gloriosa ocasión, apareció una barra rica en hematita, alargada y aplastada, que fue fechada en 1400-1000 ane, siglos antes que chinos y griegos. Su peculiar forma, sugirió a un arqueólogo de 1975 que había sido utilizada como brújula (ver Carlson, J. B. 1975. “Lodestone Compass: Chinese or Olmec Primacy?: Multidisciplinary analysis of an Olmec hematite artifact from San Lorenzo, Veracruz, Mexico.” Science, 189(4205), 753–760. doi:10.1126/science.189.4205.753)
Aunque se trata de una publicación que necesita certificar fehacientemente sus datos –nadie lo hace quizá para no afrontar la crítica euroasiática más rutinaria-, hay otros papers que coadyuvan a sostener que los artefactos de otros amerindios, no Olmecas, abundan en la hipótesis del venerable Carlson. Aún más elusivo que el hallazgo del olmeca M1 60 de san Lorenzo, es el encontrado en Monte Alto, La Democracia, Guatemala. En 1968, provistos de magnemómetros –más precisos que las brújulas portátiles-, un equipo de arqueólogos encontró un “barrigón” (potbelly), una pieza de basalto que no sólo demostraba que los mesoamericanos ‘pre-cortesianos’ de circa los años 300 ane conocían las propiedades del magnetismo sino, además, que los antiguos escultores habían seleccionado esa pieza porque estaba rayada por un evento anterior a su descubrimiento por los indígenas. A ello, se le une el altar 54 de Izapa y otros en proceso de análisis (ver Roger R. Fu, Joseph L. Kirschvink, Nicholas Carter, Oswaldo Chinchilla Mazariegos, Gustavo Chigna, Garima Gupta y Michael Grappone. 2019. “Knowledge of magnetism in ancient Mesoamerica: Precision measurements of the potbelly sculptures from Monte Alto, Guatemala”, en Journal of Archaeological Science 106, 29-36)
Conclusión
De acuerdo con todo lo anterior, hemos apuntado que la bayoneta se imantó hacia el monumento a la Consti. Nos parece una hipótesis plausible y hasta fructífera puesto que es de fierro y, sobre todo, porque los lejías son adictos a imantarse contra lo que ellos creen que fue el comienzo (autonómico) del reventón de España. Pero las hipótesis de trabajo hay que defenderlas con datos y con hechos incontestables de los que carecemos por ahora –los encontraremos en las investigaciones venideras. Por ahora, sólo tenemos la especulación:
¿Dónde se imantó anticonstitucionalmente la infame bayoneta? Procedamos por reducción al absurdo: no pudo ser en el Rif o guerra de Marruecos porque habría perdido su poder magnético al empaparse en sangre amazigh (bereber) Por la misma razón, tampoco pudo ser en España donde la sangre sería miliciana. Quizá lo fue en alguna de las invasiones legionarias que acontecen actualmente, desde la frontera lituana con Rusia, hasta el Líbano y el Sahel. Pero es una posibilidad extravagante porque la hegemónica sangre azul es incompatible con lo hipnótico.
Sólo nos resta una salida honorable: el acero de la bayoneta proviene de Oaxaca o de Guatemala. No sería raro puesto que la Legión atesora sus trofeos, sean propios o heredados, desde las ‘antigüedades’ de los amerindios hasta las cabezas de los rebeldes rifeños tantas veces fotografiadas. Finalmente, dejamos para ulteriores pesquisas la hipótesis de que los lejías, virtuosos esotéricos, hayan imantado la bayoneta con el perfume de un filtro amoroso como el de la siguiente ilustración:
Los charlatanes desdeñan las ordinarias propiedades magnéticas. Les resulta más rentable vender la ‘piedra imán’ para atraer al amor.
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