Malí: Demasiado malo para que se cierto
Por Guadi Calvo*. LQSomos.
El reciente golpe en Mali, (Mali, la inestabilidad como forma de gobierno.) le ha dado a Francia la excusa que necesitaba para comenzar a alejarse del país saheliano. El presidente Emmanuel Macron, decidió que ya los hombres de la Operación Barkhane, 5100 efectivos, en Mali desde 2012, por entonces conocida como la Operación Serval, no realizaran operaciones conjuntas con las Force Armées Maliennes (FAMa).
A nueve años vista, la Barkhane no solo no han podido contener a los muyahidines, que conforma un profuso espectro de bandas terroristas, que responden al Daesh y a al-Qaeda, sino que estos se continúan irradiando a naciones vecinas. A pesar de los intensos esfuerzos de Paris y Naciones Unidas que con la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), con una dotación de 15 mil efectivos no se han conseguido logros significativos.
La decisión de Macron, que adelantó, podría desembocar en el retiro total de los efectivos franceses, sin duda han sido tamizada por las elecciones presidenciales que deberá afrontar el año próximo y las últimas encuestan marcan que los franceses, que apoyaban en 2013 la presencia militar en Mali en más de un 73 por ciento, ahora se ha reducido a menos de un 50 y en retroceso. Quizás los nueve años sin éxitos, los cincuenta militares franceses muertos, los cientos de heridos y los miles de millones de euros invertido, entre esos fondos la dilapidación, de los recursos utilizados para el entrenamiento de unos 16 mil efectivos malienses, entrenados por la Misión de Formación de la Unión Europea en Mali (EUTM) de cuyos resultados las autoridades europeas no han podido dar explicaciones, por lo que se sospecha, que el alto mando de las FAMa, hoy corridos por el movimiento de los coroneles, han desviados muchos de esos fondos para beneficio propio.
Esta situación de agotamiento de la sociedad francesa, se le suman las declaraciones del general François Lecointre, jefe de Estado Mayor del ejército francés en una audiencia parlamentaria, donde admitió que: “nunca habrá una victoria definitiva contra los yihadistas” en el Sahel, hayan coadyuvado a la caída en esas encuestas.
Según otros analistas la jugada de Macron, solo intenta presionar al coronel Assimi Goïta, que el pasado lunes siete, ante el Tribunal Supremo, juró oficialmente como nuevo presidente, y los integrantes del Comité Nacional de Salvación del Pueblo (CNSP), que lo apoya, para que vuelvan a la ruta trazada, tras el golpe del año pasado, en que se habían pautado elecciones para el 2022, lo nunca estuvo en discusión, y Goïta, volvió a confirmar tras su juramento.
En concordancia con la decisión de Macron, diferentes entidades occidentales y africanas del orden político, militar y económico, desde los Estados Unidos, la Unión Europea (UE) al parlamento panafricano, el AfDB (Banco Africano de Desarrollo) o el G5Sahel han quitado el apoyo al coronel Goïta y sus hombres, que además de recibir un contundente apoyo del pueblo malí, ha ensanchando su base política alcanzando un amplio consenso político, nunca antes alcanzado en el país.
Contando como Primer Ministro, con Choguel Maïga, jefe del Movimiento 5 de Junio-Agrupación de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), la coalición opositora para importante de Malí y el imam Mahmoud Dicko, el principal líder religioso de Mali, cuyos sermones de los días viernes convocan miles de personas en Bamako. Además, el CNSP, concertando con la poderosa Coordinación de Movimientos de Azawad (CMA), que reúne todas las expresiones políticas del pueblo tuareg, que reclama desde siempre el territorio de Azawad, como propio, lo que ha desencadenado no pocos conflictos armados, su última revuelta en 2012, fue el desencadenante de la crisis política y de seguridad, que vive el país desde entonces.
Frente a este panorama, de gran acuerdo político y el respeto a lo acordado tras el golpe de agosto del 2020, (Ver: Mali, más que un golpe militar) que terminaría en elecciones presidenciales del próximo año. Queda por preguntarse, cuales son las verdaderas motivaciones de Macron, para presionar de tal manera a Mali, cuando en Chad, donde tras la muerte del presidente Idriss Déby, asumió el poder una camarilla militar, autodenominada Consejo Militar Revolucionario, liderada por su hijo el general Mahamat Déby, tras lo que rápidamente anularon la constitución, clausuraron el parlamento, instauraron el toque de queda, iniciando una intensa ola represiva, sin que a Paris haya opinado nada al respecto, sino, todo lo contrario. Macron, no solo avaló con su presuroso viaje a N’Djamena, al nuevo gobierno, sino que asistió a la ceremonia de asunción Mahamat Déby.
La orfandad de Mali
La jugada de Francia, con su retirada, por ahora parcial, deja a Bamako en condiciones de mucha más precariedad y obligada a buscar nuevos socios, no solo para resolver la cuestión económica, sino y fundamentalmente la cuestión militar, lo que hará de no revertir la situación, que el país saheliano, comience a jugar en tándem nada menos que con Moscú, ya que el nuevo Primer Ministro, es un referente de la izquierda africana y cuenta con estrechas relaciones con el Kremlin.
Rusia desde el golpe de agosto pasado, ha estrechado vínculos con los líderes del CNSP, por el ejemplo el coronel Sadio Camara, quien pocas semanas antes del golpe del 2020, había visitado Moscú, y quien se había hecho cargo del Ministerio de Defensa Estratégico. Mientras que, desde el año pasado, hasta hoy en la mayoría de las manifestaciones pro CNSP, se observan banderas de la Federación de Rusia y pancartas anti francesas, abriendo una nueva plaza a Moscú, donde está colaborando con el gobierno y las fuerzas de paz de la Naciones Unidas, contra grupos rebeldes, fragmentados en unas doce organizaciones. Lo que Macron niega argumentando que el presidente centroafricano Faustin-Archange Touadéra, en realidad es un prisionero de los “mercenarios” rusos.
Sin importale que con la retirada de la Operación Barkhane, posibilitara la escalada de las khatibas del Daesh y al-Qaeda, que en pocas semanas podrían alcanzar Bamako, Macron, parece ignorar que el conflicto en el norte de Mali, no se circunscribe a ese territorio, sino que, desde hace años, ha desbordado a Burkina Faso y Chad, apenas hace unos días en la provincia burkinesa de Yagha, fueron asesinado 140 campesinos, por uno de los grupos terrorista que operan en el norte de ese país (Ver: Refugiados: Una explicación a Ceuta).
Intentando contrarrestar la posible ausencia francesa, Argelia acaba de anunciar, que está dispuesta a colaborar militarmente con Mali, país con el que comparte una frontera de 1330 kilómetros muy permeables, para que las FAMa, no sean desbordadas por los terroristas.
Relazando el Comité de Estado Mayor Operacional Conjunto (Cémoc) creado en abril de 2010 en el que participa Argelia, Malí, Mauritania y Níger para coordinar la cooperación militar y realizar operaciones militares conjuntas para hacer frente al tráfico de armas pesadas, el tráfico de drogas, secuestros y la inestabilidad de la región del Sahel, organización que fue prácticamente paralizada por el Grupo Sahel 5 (GS5) compuesta por Mali, Mauritania, Níger, Chad y Burkina Faso, creado a pedido de los europeos.
Francia, tras estos nueve años de presencia en el Sahel, parece repetir el mismo modelo de fuga, que los Estados Unidos, están implementado en Afganistán, donde después de veinte años, se retira, con un talibán, mucho más fuerte que en 2001, dejando a la sociedad civil al antojo de los mullah. Un escenario demasiado malo, para que sea cierto.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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