Mali: La guerra que está perdiendo Naciones Unidas
Guadi Calvo*. LQS. Febrero 2019
Mali, que es el octavo país más grande de África y uno de los más pobres del mundo, es el escenario de diferentes disputas armadas entre tribus de pastores y agricultores
El domingo 20 de enero, comandos de la banda alqadeana Jamaât Nasr al islam wa al-mouminin (Grupo para la Defensa del Islam y los musulmanes) atacaron uno de los campamentos de La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) que cuenta con una dotación de 15 mil efectivos pertenecientes a una veintena de países, la mayoría dispuestos en diferentes bases en el norte del país, desde 2013, que junto a los hombres de la Operación Barkhane (2014) compuesta por 3 mil efectivos franceses y un número indeterminado de tropas norteamericanas y mercenarios occidentales, tratan de contener las acciones de los muyahidines, que no solo operan en Mali, sino expanden su presencia a Mauritania, Argelia, Costa de Marfil, Burkina Faso, Chad y Níger.
La presencia de las tropas pro occidentales en el norte del país se fundamenta por sobre todo, por los importantes yacimiento de uranio, explotados por Francia y vitales para el sistema energético del país europeo.
El ataque del domingo, se produjo en cercanías de Aguelhok, una comuna rural de la región de Kidal, al este del país, próximo a la frontera con Argelia. La incursión de los integristas dejó al menos diez Cascos Azules muertos y unos veinticinco heridos, la totalidad de las víctimas eran militares chadianos.
Los efectivos canadienses, en Mali desde julio pasado, fueron los encargados de rescatar a los heridos, y dar cobertura al resto del campamento, entregando agua, alimentos y municiones. Los canadienses arribaron al lugar con cinco helicópteros incluidos dos Chinook acondicionados como hospitales, junto a tres escoltas Griffons, estacionados en la base de la ciudad de Gao, a unos 400 kilómetros de Aguelhok.
Esta operación ha sido la más importante realizada en el país africano por las tropas canadienses, desde su llegada a mediados del año pasado, asignados con exclusividad solo para operaciones de evacuación sanitarias y proporcionar asistencia médica a los heridos.
Canadá permanecerá en Mali hasta julio próximo, cuando se cumpla el año acordado con la ONU aunque, aunque ya se les han solicitado que permanezca por lo menos hasta la llegada de las tropas rumanas en el próximo septiembre a lo que Ottawa se ha negado de manera rotunda.
La magnitud de la operación de los canadienses da una referencia clara de la gravedad del asalto, ya que la totalidad de los helicópteros que el país norteamericano cuenta en Gao, es de tres Chinooks y cinco Griffons. En los cinco meses anteriores las tropas canadienses solo se habían movilizado para asistir y trasladar en cinco ocasiones a seis pacientes. El resto del tiempo estos efectivos se han dedicado a tareas de capacitación y el transporte de suministros y personal a diferentes partes del país.
No ha sido casual que el lugar elegido por los wahabitas para el ataque del domingo, el campamento de Aguelhok, ya que el total de la dotación era chadiana al igual que todas las bajas producidas, por lo que se entiende que El Chad es uno de los países miembros de la MINUSMA, por lo que se sospecha que el asalto haya sido una respuesta de los muyahidines a la decisión del presidente chadiano, Idriss Deby, de impulsar un acercamiento diplomático con Israel. Chad es uno de los países que más bajas a reportando de los que operan en el norte de Mali, habiendo superado los 50 soldados caídos frente al fuego, tanto de los alquedanos como del Daesh para la Gran Sahara, que también opera en la región. Desde su llegada MINUSMA en 2013 ya ha tenido 187 bajas.
Algunos testigos pudieron confirmar que los fundamentalistas llegaron en motocicletas y camionetas, hasta el campamento y huyeron rápidamente. Según fuentes oficiales “la respuesta fue fuerte, rápida e integrada” por parte de los efectivos de MINUSMA, causando importantes bajas a los agresores. Jamaât Nasr, rápidamente asumió la responsabilidad del ataque, sin reconocer haber sufrido muertes entre sus filas.
Mali, que es el octavo país más grande de África y uno de los más pobres del mundo, es el escenario de diferentes disputas armadas entre tribus de pastores y agricultores, que a lo largo del tiempo han generado cientos de víctimas, a fin de año un enfrentamiento entre Fulanis, pastores y Dogons agricultores dejó un saldo de 37 muertos en la región de Koulogon Habbé una comuna de Bankass en la región de Mopti. Según expertos estos enfrentamientos están siendo alentados por los grupos takfiristas que operan en el país.
Las autoridades malíes anunciaron que en una operación del día martes fueron ubicados y eliminados trece presuntos muyahidines que habrían participado en el ataque al campamento de Aguelhok, según la fuente en la operación también murió un soldado de las tropas regulares.
Se agota la paciencia
Mali se ha convertido en una dura prueba de resistencia para las Naciones Unidas, que ya lleva demasiado tiempo enfrascada en el conflicto, por otra parte la operación de la MINUSMA, es la que más baja ha tenido de todas las que Naciones Unidas mantiene en el mundo y con casi seis años de comenzada su fin cada vez es más lejano.
Por ellos el Consejo de Seguridad de la ONU, ha comenzado a impacientarse y en una reciente declaración a reclamando a las autoridades de Bamako, implemente los acuerdos de paz alcanzados en 2015.
Los miembros del Consejo han llamado al gobierno del presidente Ibrahim Boubacar Keita, reelecto en agosto pasado, y a las organizaciones armadas a tomar medidas “inmediatas y concretas” para ejecutar las disposiciones que faltan del Acuerdo, como el desarme y la descentralización, la nueva fecha “límite” para ello sería a finales de marzo.
Los miembros del Consejo “están cada vez más preocupados por el continuo deterioro de la situación de seguridad en el centro y norte de Malí”, que no registra un progreso significativo, por lo que solicitará al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que presente opciones para que la MINUSMA, puedan controlar la situación antes del fin de su mandato en junio próximo.
Por su parte los responsable de la operación Barkhane informaron que a lo largo de 2018, realizaron un total de 120 operaciones junto con las fuerzas armadas de Mali, en las que se “neutralizaron” a tres importantes jefes de las khatibas (brigadas) de Macina, Alpha y al-Mourabitoun (Los que firman con sangre) todas unida bajo la bandera de Jamaât Nasr. La fuerza francesa agregó que estas acciones se complementaron con la captura de un importante número de militantes, elementos de logística, armamento, comunicaciones y transporte.
De todas formas el éxito de la guerra sigue dependiendo del apoyo aéreo tanto de aviones de combate y drones y el trabajo con efectivos norteamericanos que actúan de manera solapada tanto en Mali como del otro lado de la frontera de Níger, como bien lo develó la emboscada del 4 de octubre de 2017 en la aldea de Tonga-Tonga, contra boinas verdes norteamericanos.
Se ha conocido que la diplomacia sionista, después de restablecer las relaciones con Chad está tratando de llevar a realizar una acción similar con Mali, país que tras la guerra de Yom Kippur en 1973 corto relaciones con Tel-Aviv, de salirse con la suya el primer ministro Benjamín Netanyahu, es claro que las bandas integristas multiplicaran sus ataques en Mali, lo que perpetuaré la guerra y someterá a Naciones Unidas a un desgaste todavía mayor.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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