Mareando la perdiz
Juan Gabalaui*. LQSomos. Enero 2016
Ya tenemos de qué hablar durante 18 meses, si es que se llegan a cumplir. Tendríamos que pensar a quién beneficia que los medios de comunicación, los partidos políticos y gran parte de la población estemos discutiendo sobre lo que está ocurriendo en Catalunya. O si no debatimos sobre si se va a investir a Rajoy o a Sánchez o a Perico de los palotes. Probablemente me equivoque, no sería la primera vez y no sería la última, pero ambos temas los despacharía con rapidez para centrarme en lo que creo que es realmente importante. No hay ni un solo partido o movimiento político en España, en Europa y en el mundo que tenga claro un modelo diferente al capitalismo y cómo conseguirlo. Se habla de transparencia, de honestidad, de nueva política pero hay una manifiesta incapacidad para explicar cómo queremos construir una sociedad asentada en otros valores económicos y sociales diferentes al actual sistema. Sí, hay personas con muy buena voluntad, activas política y socialmente que defienden medidas que suavizan la manera que tienen de jodernos, porque ya puestos si nos tienen que joder que lo hagan suavemente y no con el desprecio y la crueldad con que lo hace la derecha planetaria. Pero esto no es un cambio. Es un parche, un tratamiento que no elimina el problema. Ni siquiera es algo novedoso.
Suavizar la agresión es al fin y al cabo lo máximo que el sistema te permite elegir. La ilusión de un cambio que años después nos demuestra que vamos en la misma dirección pero no importa. Cada cuatro años renovaremos la ilusión para que años después nos volvamos a desilusionar y así hasta que nos muramos ilusionados de que el cambio está más cerca. Aparecerán nuevas caras y nuevos discursos que nos dirán que las cosas van a cambiar y nos lo dirán de una manera que nos lo creeremos de nuevo. Les defenderemos a muerte en las redes sociales, en las cenas de navidad y en las reuniones familiares y con amigos. Nos sorprenderemos que el de enfrente o el de al lado no entienda que es una oportunidad, un cambio de verdad. Nos enfadaremos. Hasta que pasen los años y veamos que, en lo sustancial, seguimos en la misma dirección. Este es el ciclo político al que se enfrenta la mayor parte de la población a lo largo de su vida porque nadie les habrá explicado que hay otra forma de vivir en este mundo. Y nadie se lo explica porque nadie lo sabe. Porque a pesar de las muy brillantes e interesantes ideas no hay un modelo concreto, pautado y realista que se pueda explicar. El capitalismo en esto nos gana por goleada.
Pero cómo nos activa la independencia de Catalunya. Da igual que tengamos una deuda impagable o que la salida a la crisis, de la que nos dicen que ya hemos salido, sea comprar, comprar y comprar. Da igual que el sistema financiero diseñe las soluciones para continuar aumentando sus beneficios a costa de reducir derechos sociales y laborales. Da igual. Lo importante es si Catalunya se va a independizar o no. Dejadme que os responda rápido: no va a ocurrir. Lo contrario sería una sorpresa muy agradable por violentar el statu quo. No va a ocurrir porque Mas, el que ha dado un paso hacia un lado, y compañía son parte del tinglado que rechazan y el juego tiene unos límites que en ningún caso se van a atrever a traspasar. No sé si estaremos 6 ó 18 meses hablando de esto pero de lo que estoy seguro es de que en este tiempo el sistema financiero volverá a imponer reformas y recortes que, a diferencia de la independencia, nos afectarán en nuestro día a día, en nuestro presente y en nuestro futuro. Un sistema que no va a tolerar que no haya un partido en el gobierno para poder aprobarlas y, ni mucho menos, va a esperar 6 meses a ver si los españoles votan debidamente en unas nuevas eleciones. Los partidos llegarán a un acuerdo por responsabilidad y razones de estado. O eso dirán. Nos espera un año 2016 en la línea de los anteriores, sin perspectiva de cambio y enfrascados en polémicas que solo nos distraen de lo fundamental.