María Luisa Berneri: Viaje a través de la utopía
Por Pepe Gutiérrez-Álvarez. LQSomos.
María Luisa Berneri, escritora y propagandista libertaria, nació en 1918 en Italia y murió, prematuramente, en Londres en 1949. Formaba parte de prestigiosa familia en la que sobresalió su padre, Camilo Berneri, uno de los anarquistas más insignes del siglo XX y que fue asesinado en Barcelona en 1937
Unas notas
Consecuente con su voluntad de ir contra la corriente, la Editorial Hacer animada por el singular Josep Ricou en colaboración de varios colegas, entre ellos el autor de estas notas, publicó a lo largo de los años ochenta, una colección de textos utópicos, algunos de ellos bastante conocidos —al menos, por los especialistas e interesados— como son los Eduard Bellamy (Año 2000), William Morris (Noticias de ninguna parte) o Robert Owen (Nueva visión del mundo), y otros prácticamente desconocidos como los reunidos por Emile Armand (Historias de experiencias de vida en común sin Estado ni autoridad) y la obra del poeta socialista y homosexual militante británico Edward Carpenter (Crítica a la civilización), etcétera. La razón de esta pequeña utopía editorial fue básicamente militante. Se iniciaba un tiempo de crisis de identidades, de «desencanto», y parecía importante volver los ojos hacia atrás y contemplar en qué punto había partido el ideal socialista y en qué sentido podía hablarse de su actualidad. La historia es conocida.
Las grandes derrotas obreras —la más importante sin duda sería la de Alemania en 1933, pero habría que incluir otra mucho más decisiva, la de los bolcheviques en manos de la burocracia estalinista en los años veinte y definitivamente en la mitad de los treinta—, la deformación grosera del comunismo doblegado por el estalinismo, la profunda derechización de la socialdemocracia, habían creado un clima de desaliento, una crisis de los valores socialistas más sólidos, y con ello, una oleada en la que la crítica a todos estos aspectos se confundía en Orwell, Zamiatin, Huxley, con un rechazo de la utopía. Rechazo que explicaban muy bien Nicolás Berdiaev con esta frase: «Las utopías cada vez aparecen como más realizables. Y en la actualidad nos encontramos ante una cuestión angustiosa: ¿Cómo evitar su realización definitiva?», por Ciorán en esta otra: «Lo que para la utopía es perfección, para nosotros es tara: sus quimeras son nuestras desgracias». Pero los editores como Serrat, preferíamos la revolución a las pesadillas.
El empeño utópico provenía del editor, el peculiar José Ricou Barceló, antiguo militante de Acción Comunista que, por estas fechas, se había integrado en el PSC-PSOE por razones que nunca acabé de entender del todo, aunque, básicamente, él se lo planteaba como un juego de intereses que le permitía mantener el tinglado editorial desde el que, con muchas dificultades y más erratas de las debidas, se mantuvo mal que bien hasta fechas recientes actuando como plataforma de diversos proyectos de indudable interés cultural y político, tales como las ediciones de la Monthly Review en castellano, tarea que Hacer desarrolló en dos etapas, una primera en los años ochenta, otra en coordinación con Mon-3, siempre bajo la actuación personal de Carlos Aguilar más Arcadi Oliveras y Carlos Zellr.
El caso es que la colección funcionó, reeditó un cierto número de autores clásicos, e incluso estuvo en un tris de hacerlo con la biografía que E. P. Thompson dedicó a William Morris, lo que no se acabó de hacer por el alto costo de una buena traducción de la que, finalmente, se haría cargo la Universitat de Valéncia.
Estas ediciones respondían a un interés cultural socialista y no a una defensa incondicional de tales o cuales utopías, a veces tan perfectas, tan cuadriculadas, con sus universos cerrados, que resultan irrealizables aunque permitieron soñar a muchos trabajadores que imaginaban otros mundos. La mayor parte de los títulos publicados formaban parte de la prehistoria socialista y no tienen nada que ver con lo que ha sucedido en la Unión Soviética donde la utopía ahora significa una nueva revolución que imponga el socialismo, o sea, como decía Engels, el reino de la libertad, o como decía Rosa Luxemburgo, la libertad ilimitada.
Con el tiempo y la decadencia aclarada del egoísmo capitalista, la utopía se ha hecho más necesaria que nunca («¡Utopía o muerte!» decía Rene Dumont), porque la antiutopía significa el holocausto final, la agravación del cisma entre países ricos y países empobrecidos, la extensión de las dictaduras militaristas, de la amenaza dictatorial en las democracias, el paro, el embrutecimiento… Podemos decir en palabras de Marcuse: «Ahí están todas las fuerzas materiales e intelectuales que es posible aplicar a la realización de una sociedad libre. El que no se apliquen a ello ha de atribuirse exclusivamente a la movilización total de la sociedad existente contra su propia posibilidad de liberación.» Aquí está el drama final de la humanidad, cuando la utopía es más necesaria y posible que nunca, las fuerzas políticas que encarnaron en distintos momentos de la historia, el sueño de libertad, se encuentran encadenadas a un sistema que ha pasado de la decadencia a la putrefacción.
En este espacio se insertó la obra de María Luisa Berneri, escritora y propagandista libertaria, nació en 1918 en Italia y murió, prematuramente, en Londres en 1949. Formaba parte de prestigiosa familia en la que sobresalió su padre, Camilo Berneri, uno de los anarquistas más insignes del siglo XX y que fue asesinado en Barcelona en 1937, presumiblemente por agentes estalinistas ya que había denunciado el asesinato de Nin sobre el que había dicho que “olía a Noscke”.
Su abuela, Adalgisa Focchi, fue profesora normalista y escritora de literatura juvenil. Sobrevivió a su hijo Camilo y escribió sobre él dos libros vindicativos: Con te figlio mió!, Parma, 1948 y En difesa di Camilo Berneri, Forli, 1951. Su madre, Giovanna Caleffi, fue compañera de estudios de Camilo y luchó junto con él como publicista hasta el momento de su muerte, luego siguió su tarea hasta su fallecimiento, ocurrido en 1965. Camilo y Giovanna tuvieron, aparte de María Luisa, otra hija, Gyliane, que ejerce la medicina en París. Por su parte, María Luisa fue una militante anarquista destacada y era muy conocida en Inglaterra donde se instaló a vivir. En 1936 fue una de las animadoras de la revista ácrata y en 1939 de Revolt, que ejercieron una poderosa influencia sobre la extrema izquierda intelectual británica. Escribió, aparte de éste, otros libros y ensayos. Su compañero Vernon Richard, era ingeniero y escritor también anarquista, su padre fue amigo de Malatesta (sobre él, Vernon escribió un importante trabajo editado en España por Tusquets), y que fue el autor de una de las obras más autocríticas del anarquismo sobre la guerra civil española, Lecciones de la revolución española (Ed. Campo Abierto, Madrid, 1977)
En esta obra, Viaje a través de la utopía, escrita en 1948, María Luisa Berneri desarrolla una crítica sistemática al lado cuadriculado de las utopías clásicas y plantea nuevas interrogantes y nuevas alternativas. Su edición nos parecía importante, creemos que se trata de un auténtico «clásico» y por ello merece su lugar en las librerías.
Uno de los títulos más actuales de los publicados fue el de María Luisa Berneri, Viaje a través de la utopía (Barcelona, 1983) tomando como base la edición anterior de la estupenda editorial argentina Proyección que dejó de funcionar obviamente durante la época del general Videla. Actualmente esta edición está descatalogada.
En recuerdo de esta edición añadimos tres textos que creemos del interés y puede servir de elemento introductoria para la lectura de la edición virtual:
Presentación, textos y prólogos de Lewis Mumford y George Woodcock de la edición en Hacer, Barcelona, 1983. Se puede encontrar en edición PDF (biblio3.url.edu.gt/Libros/comte/viaje.pdf) que toma el texto de Proyección de Buenos Aires.
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