Marina

Marina

Historias de maquis

Por Adolfo Pastor Monleón. LQSomos

Fue Marina una viejecita encantadora.
A través de su sobrino Álvaro, se puso en contacto conmigo en la Plaza de España de Barcelona.

Su padre y su hermano habían marchado a la guerrilla.
Su padre, después de un tiempo, marchó a Francia y al final volvió con la familia.
Su hermano Joaquín tuvo peor suerte. Destacaba su preparación cultural y tuvo un importante papel en la formación de guerrilleros en el campamento escuela. Pero cayó en desgracia por aquel acontecimiento, cuando Pelegrín, cerca de La Ginebrosa, fue muerto por la guardia civil y Joaquín fue acusado de haberlo abandonado. Fue juzgado por la guerrilla y hecho desaparecer.

Era el primer verano, después de aquel encuentro con Álvaro. Deseaba conocerla en persona.
Ya habíamos hablado muchas veces por teléfono.
Llegué a Las Rinconadas y, sin perder tiempo, salí hacia Aguaviva, el pueblo donde se hallaba con su marido en una residencia de mayores, situada en las afueras.
Llegué a la residencia, donde me dijeron que no estaban. Habían marchado al médico.
Salí hacia el centro del pueblo. A lo lejos vi una pareja de ancianos caminando sin prisas.
Dudé un poco.
Marina, le dije en voz alta.
Se volvió y, automáticamente, me puse a correr hacia ella. Nos abrazamos fuertemente. Sin habernos visto nunca, nos conocimos.
En ella vi a mi madre, cara sonriente, cabello blanco…Hablamos el chapurreao, me dijo, como disculpándose. Tu lengua es bonita, es el catalán que hablan por estos pueblos.
Estuvimos hablando los tres, tranquilamente, en una sala espaciosa de la residencia.
Nos despedimos y, a través de los años, tuvimos muchas conversaciones y nos vimos más veces, aunque menos de lo que hubiéramos querido.
Marina me contó muchas cosas, pero la que más me ha impactado fue cuando, más emocionada todavía, me explicó cuando vio a su madre por última vez.

Ella estaba en Barcelona. Había marchado por una rabieta. La Marina tenía un carácter fuerte cuando se le terciaba.
Su padre la hizo ir por la noche, con el macho (mulo), cargado de trigo, al molino de Mas de Las Matas.
Imagínate ¿Qué crees Adolfo? una chica jovencita, de unos veinte años por aquellos caminos, en medio de la noche.
Pasé mucho miedo.
Al volver, decidí marchar a Barcelona.

Pasado un tiempo, recibió una nota de algún vecino que le explicaba cómo su madre había sido arrestada y llevada a la cárcel de Más de Las Matas.
Sin perder tiempo, marchó hacia el pueblo.
Llegó a Alcañiz.
Estaba haciendo tiempo en la plaza, esperando la hora de coger el coche de línea que la llevaría a La Ginebrosa.

De repente, salió su madre, entre dos guardias civiles, del lugar donde se hallaba la cárcel.
Sí, seguro que camino de alguna dependencia donde le iban a interrogar de la forma que ellos lo hacían.
Se vieron,
Marina no se atrevía a nada, quedó paralizada.
Su madre habló con los guardias y parece que aceptaron la propuesta.
Madre e hija se abrazaron, mudas y entre sollozos.
Fue el último abrazo.

Su madre continuó el camino y Marina se quedó mirando, mientras seguía esperando el coche de línea.
Nunca más volvió a ver a su madre.

La oposición del alcalde y el secretario de Monroyo, retardó en demasía la excavación del lugar de la fosa donde debíamos haber encontrado los restos de aquel grupo donde estaba su madre.
Marina, aquella viejecita encantadora, murió sin ver cumplidas sus esperanzas.

– Historias de Maquis

* Expresidente y responsable de desaparecidos en la Asociación “La Gavilla Verde”. Activista iaioflauta barcelonés. Catalá y Manchego de Cuenca, al fondo a la izquierda en Las Rinconadas. Otras notas del autor

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