Cómo me afectan a mí los paraísos fiscales
Las palabras ‘paraíso fiscal’ no nos suenan desconocidas, pero sí lejanas. Creemos que no es algo que tenga que ver con nosotros o nosotras, ciudadanos y ciudadanas de a pie, pero la verdad es que el dinero invertido en paraísos fiscales es dinero que nos corresponde como sociedad. Es dinero que el Estado deja de recibir y que se podría invertir en políticas sociales, tan maltrechas y recortadas.
Te explicamos qué es un paraíso fiscal, cuáles son los más habituales y cómo nos afectan las malas prácticas de las grandes empresas.
Un paraíso sin playas ni palmeras
Uno de los primeros problemas que nos encontramos a la hora de hablar de los paraísos fiscales es que es difícil definirlos. Una de sus características principales es que son territorios en los que las empresas apenas pagan impuestos o pagan unos impuestos mucho menores que los que pagarían en otros países donde comercializan sus productos. Además, son muy opacos y tienen leyes que permiten que ni las entidades registradas ni sus titulares se identifiquen. Por eso, es un bombazo informativo cada vez que desvelan los nombres de inversores en paraísos fiscales, como ha ocurrido recientemente con la lista Falciani. Por ejemplo, a raíz de la publicación de esta lista el Banco Santander tuvo que pagar más de 200 millones de euros a Hacienda.
¿Cómo acaba ese dinero allí? Aunque parezca mentira en la mayoría de los casos de manera legal. Existen vericuetos y vacíos legales de los que los gobiernos son cómplices. Es lo que conocemos como elusión fiscal. Si no fuera legal, entonces hablaríamos de evasión fiscal. El hecho de que muchas sean prácticas legales no quiere decir que sean responsables ni éticas. Hay una gran diferencia entre contribuir de forma justa al pago de impuestos o tratar por todos los medios de pagar los mínimos impuestos.
Sería muy difícil explicar de forma sencilla cómo las grandes empresas consiguen no pagar los impuestos que les corresponden sin salirse de la legalidad. En resumen lo que hacen es jugar con los vacíos legales de diferentes países y crear entramados empresariales sin actividad real detrás, sin trabajadores, sin instalaciones productivas. Son empresas pantalla, cuyo único fin es el de conseguir pagar pocos impuestos.
Los paraísos que más nos suenan
Algunos de los paraísos fiscales más conocidos son Delaware en Estado Unidos, Irlanda, Holanda, Luxemburgo, Suiza o las famosas Islas Caimán, entre muchos otros. Algunas de sus características entre muchas son, por ejemplo:
• Delaware: posee una exención total de impuestos para empresas que no realicen ninguna actividad en Estados Unidos.
• Holanda: permite la existencia de empresas de buzón o de apartado de correos, que muchas veces no tienen ni empleados. Simplemente se registran y tienen una sede. No necesitan nada más.
• Luxemburgo: no cumple con los estándares mínimos de transparencia financiera, como un registro de propietarios reales de rentas, cuentas y empresas, o la existencia de un mecanismo de intercambio de información fiscal con otros países.
• Islas Caimán: posee normativa mercantil con gran flexibilidad y con ventajas fiscales.
Un pequeño apunte, nuestro país también puede ser considerado paraíso fiscal gracias a las ETVE o Empresas de Tenencia de Valores Extranjeros. Diseñadas para atraer el capital extranjero, permiten que las empresas extranjeras no paguen impuestos por los beneficios que obtienen en nuestro país, a lo que se añade la posibilidad de recibir ayudas y rebajas fiscales en España por las pérdidas declaradas. En resumen, nuestro país no sólo no recibe dinero por los beneficios de las empresas, sino que acaba pagando a estas cuando declaran supuestas pérdidas. España pierde así enormes cantidades de recursos que, sin embargo, no generan valor real, ni en España ni en terceros países.
Y llegamos a nuestro país
El fraude fiscal cuesta cada año a España unos 59.000 millones de euros. Esta cantidad supera el presupuesto público que se dedicó en 2014 en sanidad. Las empresas españolas del IBEX 35, las empresas que podemos considerar las más grandes y relevantes de nuestro país, tenían 810 empresas registradas en territorios considerados paraísos fiscales en 2013. Y como la crisis no afecta a todos por igual, según el informe ‘La ilusión fiscal’ de Oxfam Intermón las empresas del IBEX35 han aumentado exponencialmente su presencia en paraísos fiscales durante la crisis, especialmente en Delaware (Estados Unidos), Holanda y Luxemburgo.
Como indicábamos al principio, la recaudación de impuestos es la forma que tiene el Estado de obtener dinero para garantizar las políticas sociales. Sin embargo, en España, la mayor parte de lo que recauda (el 90%) sale de los bolsillos de los ciudadanos de a pie, mientras que las grandes empresas encuentran la forma de no pagar lo que les corresponde, como hemos explicado. Y esto genera el incremento de la pobreza y la desigualdad. De hecho, ahora mismo somos el segundo país más desigual de Europa, por detrás de Letonia.
Llegados a este punto, debemos decir que no sólo las empresas son responsables de la evasión y elusión fiscal, los gobiernos también son responsables porque no se han preocupado de que haya leyes que obliguen a las grandes empresas a pagar lo que les corresponde y cerrar los resquicios del sistema fiscal internacional de los que se aprovechan las grandes empresas.