Mentiras a palos

Mentiras a palos

Lilith Rojo*. LQS. Marzo 2019

Veníamos de mordazas, titiriteros, manadas, de Altsasus, de raperos, de tuiteros…. y vamos a la total criminalización del ejercicio de la radical democracia, que avalan los derechos humanos. Y ahí pillamos todas y todos, tarde o temprano, lo digo para las y los que piensan que esto no va con ellas y ellos

La pasada semana hemos asistido a una clase de interpretación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado digna de un vodevil malo. Se han retratado a si mismos como damisela de folletín del XIX asustada ante un villano de libro, solo que en esta ocasión el malvado era una abuela o una niña con mirada de odio. Se ve que la gente que el 1 de Octubre fue a realizar un acto democrático con total normalidad en medio de la excepcionalidad marcada por el gobierno Rajoy estaba poseída por el maligno. Uno tras otro han ido sumando declaraciones que el tribunal no ha dejado contrastar con los vídeos que podrían haber demostrado la farsa, porque no le ha salido de la toga a Marchena. De haberse proyectado los vídeos se hubiera visto entonces que si alguien odió empleando una violencia desproporcionada, de forma prepotente y abusiva fueron los plañideros.

Durante todo este juicio se ha podido comprobar que para seguirlo al minuto hay que tener un estómago a prueba de bombas, unos nervios de acero, la flema de un británico clásico y una brújula para no perderte mientras maldices delante del televisor llevándote las manos a la cabeza. La mentira impune, el esperpento de los pobres servidores de la ley aterrorizados ante murallas humanas viles e iracundas, las y los letrados de la administración de justicia llorando ante el miedo a ser devorados por unas masas cantoras con claveles y carteles en la mano, ha sido un espectáculo deleznable. El cenit llegó con la comparación de un número que explicó que lo que vivieron esos días en Catalunya, señoras y señores uniformados como castillos, fue como las experiencias que cuentan los veteranos de los inicios del conflicto vasco. Como twitter es muy afilado, el personal empezó a hacer cuentas y quedaron horrorizadas las personas que luchan por las pensiones ante el drama de esos pobres beneméritos obligados a jubilarse más allá de los 70 años. Pero ante las defensas admitieron que los únicos que iban armados eran ellos, que no se lesionó a ningún policía ni guardia civil, pero que su orgullo quedó dañado, ya se sabe que una mala palabra ofende más que un golpe y el estrés postraumático que sufren por culpa de insultos y visiones de esteladas necesitará años de sesiones de psiquiatra.

Para estrés el que sufrió el pueblo de Catalunya que fue a votar, las personas que recibieron de los uniformados la caricia de sus gritos, de sus insultos, de sus porras, sus botas y sus escudos, las que vivieron en tensión toda la jornada defendiendo sus colegios democrática y pacíficamente mientras veían imágenes indigeribles. Personas que convirtieron ese día en historia democrática con un acto de desobediencia civil multitudinario, solidario, emotivo, valiente propio de un pueblo insumiso ante el despotismo y la intolerancia de los comportamientos totalitarios de un estado, que solo sabe usar la fuerza como argumento. La gran diferencia es que unos llevan ciertas situaciones en su empleo y sueldo y la ciudadanía no, lo único que espera ésta es un comportamiento digno del funcionariado a quien paga su salario.

La pregunta siguiente es si esas personas que salieron a saludar a los balcones de sus hoteles pistola en mano, que corrieron por las calles de pueblos golpeando a diestro y siniestro, que gritaban con cara descompuesta dejadnos actuar o el a por ellos, esas pobres víctimas de desalmados votantes, cómo podrán cumplir su deber cuando lo que tengan delante sean peligrosos y sanguinarios delincuentes armados si la tercera edad con caras de odio nunca vistas les aterroriza.

Lo más triste y grave es la descontextualización de todo lo que se ha llevado a juicio en relación a las personas que fueron a apoyar sus instituciones, a mostrar su descontento con los registros e incautaciones de material, el registro sin orden judicial de la sede de la CUP, la defensa de su derecho a votar sí o no a la independencia de Catalunya en un referéndum, acto ya despenalizado. Como si la situación que se vivió a partir de septiembre de 2017 hubiera surgido de la nada, como si no fuera una concatenación de negativas e intervencionismo del estado en una sociedad acostumbrada a protestar y a defender sus derechos. No se levantó la gente una mañana hasta la coronilla de aguantar tanta humillación sin argumentos que avalaran su hartazgo, armada con flores para la policía. Y francamente como ya he dicho en más ocasiones no era una cuestión de independencia, gente nada sospechosa de independentista se echó a la calle el día 20 a defender la autonomía y sus instituciones. Era una cuestión de no dependencia de un régimen coronado con un déficit democrático alarmante, que fija sus objetivos en la disidencia de todo gremio a golpe de mazo de sala de injusticia. Veníamos de mordazas, titiriteros, manadas, de Altsasus, de raperos, de tuiteros…. y vamos a la total criminalización del ejercicio de la radical democracia, que avalan los derechos humanos. Y ahí pillamos todas y todos, tarde o temprano, lo digo para las y los que piensan que esto no va con ellas y ellos.

Lo nunca visto, policía en los centros de primaria con sus uniformes enseñando a los niños que la libertad es algo que se pisa por la fuerza

Y para que no me acusen de abominar unos cuerpos policiales concretos solo por llevar la bandera española en sus uniformes, voy a dedicar unas líneas a los Mossos d’Esquadra. Acusados de delincuentes independentistas, cuestión ya desacreditada por Trapero, que hasta tenía un plan elaborado de motu propio para detener al Govern elegido democráticamente antes de que se lo solicitara ningún juzgado. Una policía de Catalunya que es más bien “en” que “de” que recibe órdenes del estado español y que se afana en cumplirlas con gran celo, como se ha demostrado este viernes entrando en más de dos mil colegios en horario lectivo en busca del lazo amarillo perdido, rebuscando en los cajones y armarios de los profesores, quitando hasta lazos morados del 8 de marzo y comentando en algunos colegios que había mucho color amarillo porque habían colgadas en un pasillo unas bombillas de cartulina. Lo nunca visto, policía en los centros de primaria con sus uniformes enseñando a los niños que la libertad es algo que se pisa por la fuerza. Pero teniendo en cuenta que en los stands de educación está el ejército todo cobra más sinsentido. Una policía catalana que protege con celo los chiringuitos de los fascistas, que pueden tirar mandos del cuerpo por el suelo mientras los de la ultraderecha quitan pancartas de las fachadas de los edificios públicos a insulto pelado entre burlas sin que acaben detenidos. Eso me lleva a la conclusión de que los Mossos son más fuertes que otros cuerpos policiales, que no pueden digerir sentirse despreciados, lo deduzco después de todo lo que han soportado de la extrema derecha, escupitajos incluidos, sin soltar ni una lágrima. Después de lo bien que los uniformados han tratado a la chusma de la una, grande y libre, deberían tener el corazón partido por su desdén. La explicación a tanta entereza debe ser la terapia del palo, el desquite golpeando a antifascistas, un clásico desde Bolonia y el 15-M, manejando sus defensas como láser de jedi, contusionando sin discriminación a diestro y siniestro, eso cura cualquier dolencia del alma. Ya dijo un actual comisario al ser preguntado por la violencia ejercida en el desalojo de la plaza Catalunya que se le hubiera pegado al mismo Gandhi si se hubiera puesto por delante. Y aquí no dimite nadie, ni se toman medidas de ningún tipo, es como si el poder político tuviera miedo del poder policial cada vez más crecido al amparo de una justicia, que hunde sus raíces en la oscuridad de la dictadura. Así ni el conseller Buch, ni el propio President, más allá de algún comentario que no va a ningún lado, pone remedio a una situación muy peligrosa en democracia, si se puede llamar así, y es la impunidad del abuso policial. Los mossos viven como sheriff en Lejano Oeste vacilando al personal, amenazando, golpeando, pero solo a los que plantan cara al fascismo de manera pacífica y con las manos en alto. Y para muestra una extensa colección de botones en la hemeroteca y las redes sociales. Dimisión Buch.

Porque la República se seguirá fraguando de abajo a arriba o no será

Y una piedra fundamental del despropósito que vivimos estos días está siendo una Junta Electoral Central (JEC) que actúa antes de que empiece la campaña electoral con medidas intencionadas. Si van a por la simbología, aquí en Catalunya quizá había que prohibir las banderas de todo tipo en los edificios oficiales, todas, y retirar los símbolos fascistas de edificios de la administración. Y este año que no se les olvide prohibir las portadas de la jornada de reflexión de los grandes diarios entrevistando a líderes de su cuerda, como lleva pasando años y años sin que nada ocurra. La pregunta que algunas personas se hacen es si la JEC prohibirá también la retransmisión del juicio a las presas y presos políticos, algunos candidatos, o en este caso hará una excepción para que VOX siga luciendo túnica, con el halo de credibilidad y decencia que da ir cargado de puñetas. Esperemos que no se suspenda, aunque siga siendo un aparador para el fascismo en forma de acusación particular.

Y mientras tanto la agenda viene marcada por partidos en una carrera demencial al abismo fascista con la inestimable colaboración de los medios que han tenido a bien poner en el candelero al franquismo más purulento. Gracias a la cobardía de quienes se han dejado arrastrar a ese lodazal por un puñado de votos, los que abrazan la constitución monárquica y una bandera que jamás podrá representar a quien defiende la república y sus valores, aunque se piensen de izquierdas. Cobardía a las dos orillas del Ebro, también de quien defiende la república catalana pero no está dispuesto a desobedecer mientras personas llevan más de un año en prisión preventiva por sus ideas, mientras la gente pide unidad de acción y no estrategias partidistas. Porque la República se seguirá fraguando de abajo a arriba o no será.

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