Mentiras y poder
Bajo el franquismo, el común de la gente tenía el suficiente olfato, la suficiente perspicacia, la suficiente capacidad de observación como para intuir y hasta para saber a ciencia cierta que el poder mentía a todas horas durante todos los días del año. La diferencia, hoy, es que el poder sigue mintiendo con el mismo horario de entonces, pero el común de la gente ha perdido ese buen sentido de entonces y le seduce vivir en y con las mentiras del poder.