Actuó en escenarios de todo el mundo y dejó su huella y el nombre de Portugal en varios países. Mísia, cantante y fadista, falleció el pasado sábado en Lisboa. Tenía 69 años
La cantante y fadista Mísia falleció este sábado 27 de julio, a los 69 años. La noticia la dio Richard Zimler, un escritor estadounidense radicado desde hace mucho tiempo en Portugal, en las redes sociales. “Estoy desolada, porque mi vieja amiga, la cantante Mísia, nos acaba de dejar. Se fue en paz, dulcemente, sin dolor”. Así también sus amigos fueron notificados de su muerte. Mísia llevaba poco más de una semana internada en el Hospital Santa María, en Lisboa, tras otra crisis relacionada con la larga batalla que libraba contra el cáncer desde 2016. Una batalla intermitente, con momentos de esperanza mezclados con otros dolorosos, que hasta el final nunca le quitaron las ganas de vivir.
Nacida como Susana María Alfonso de Aguiar, en Oporto, el 18 de junio de 1955, celebró su 69 cumpleaños en compañía de muchos amigos, en el Café Buenos Aires, en Lisboa. Aunque estaba debilitada, ese día todavía la guiaba una frase en la que insistía y que muestra claramente su fortaleza mental: “No dejaré de vivir, porque soy más que mi enfermedad”.
Sus discos más recientes, Pura Vida (2019) y Animal Sentimental (2022) nacieron en medio de la lucha contra la enfermedad. El primero, en un momento de euforia, cuando creía estar casi libre de la pesadilla; el segundo, que venía con un libro autobiográfico del mismo nombre, lo registró cuando se dio cuenta de que la pelea no había terminado ni terminaría. Pero ya había empezado a “limpiar la casa”, con una colección de 40 fados y canciones que llamó Del Primer Fado al Último Tango (2016). En 2019, en entrevista con PÚBLICO, habló de esos años de la siguiente manera: “Desde septiembre de 2016 hasta septiembre de 2018 estuve viviendo una especie de calvario, un vía crucis , dos situaciones oncológicas graves que me llevaron a someterme dos veces a tratamientos de seis meses. , donde tuve mucho en qué pensar y entender cuál era mi idea de la vida pura”.
Continuó haciendo todo con normalidad como si no estuviera enferma. “Recuerdo haber tenido conversaciones en el Museo del Fado con el infusor de quimioterapia puesto, o haberme hecho fotos para revistas con ropa holgada para que no se viera el infusor. Viajé, hice espectáculos, en Lisboa y París, en la presentación de Do Primeiro Fado ao Último Tango, durante la quimioterapia”. La música era su salvavidas. “Nunca consideré la posibilidad de dejar de trabajar. A mis músicos no les dije nada, llevaba máscaras en los aviones, pero les dije que estaba resfriado. Tuve momentos en los que no tenía fuerzas, me sentía mareado, pero quería seguir haciendo mi vida”.
Ella siempre ha tenido esta determinación, porque desde muy temprano se vio obligada a hacer muchas cosas sola. Hija de madre catalana y padre portuense (se separaron cuando ella tenía 4 años), no tuvo una infancia fácil, encontrando apoyo principalmente en su abuela materna catalana. Pasó su adolescencia en Oporto, trasladándose, antes de cumplir los 20 años, a Barcelona y luego a Madrid. En 1991 regresó a Portugal, instalándose en Lisboa, y ese año se editó su primer disco, Mísia , al que siguieron Fado (1993) y Tanto Menos Tanto Mais (1995).
Las registró, no como Susana Aguiar sino como Mísia, con el nombre del que se enamoró al leer la biografía de una musa parisina de origen polaco nacida en San Petersburgo, en la Rusia zarista, en 1872: María Zofia Olga Zenajda Godebska, quien, cercana a nombres del arte como Gide, Mallarmé, Proust, Debussy, Monet, Renoir, Toulouse-Lautrec, Paul Signac o Coco Chanel, era conocida por el diminutivo polaco de María, Mísia, pasando a ser Mísia Sert cuando se casó con el pintor catalán Josep María Sert. Y así, de repente, Susana se convirtió en Mísia.
Los álbumes siguientes, Garras dos Sentidos (1998) y Paixões Diagonais (1999), establecieron la singularidad de su canto y su acercamiento al fado, en gran medida a través del camino de los poetas y el poder de las palabras, un camino que nunca abandonaría hasta el fin. Y mientras cantaba a nombres como José Saramago, Agustina Bessa-Luís, Lídia Jorge, Hélia Correia, Mário Cláudio, José Luís Peixoto, Vasco Graça Moura, Tiago Torres da Silva, Amélia Muge, Jorge Palma, Vitorino o Sérgio Godinho (la canción es sus Liberades poéticas, que más tarde utilizaría como título de la actuación), también colaboró con nombres como Maria João Pires, Maria de Medeiros, Agnès Jaoui, Maria Bethânia, Adriana Calcanhotto, Fanny Ardant, Isabelle Huppert, John Turturro, Bill T. Jones, Carmen Maura, Miranda Richardson, Sophie Calle, Ute Lemper, Gilbert & George, Iggy Pop, Dead Combo, Legendary Tigerman y muchos otros.
Un regalo para Amália
Como en Portugal, le preguntaron varias veces si vivía en París, se mudó allí en los años 2000, regresando cinco años después a la misma casa del Bairro Alto, en Lisboa, donde vivió hasta estos días y de la que nunca quiso separarse definitivamente. despues de los discos Ritual (2001), Canto (2003, dedicado a Carlos Paredes) y Drama Box (2005), volvió a cantar aLisboa en Ruas, Lisboarium & Tourists, un disco doble en el que estan Fernando Pessoa, António Botto, Ary dos Santos o Vasco Graça Moura, pero también Nine Inch Nails, Joy Division, Camarón de la Isla o Dalida.
Si en Portugal siempre tuvo fieles seguidores (a los que cariñosamente llamaba “misianos”), en el extranjero Mísia llenó espacios en innumerables países. “Estuve en lugares donde aún no se cantaba el fado, en lugares donde sólo estaba yo después de Amália”, dijo en 2005. Amália que fue, para Mísia, la mayor referencia del fado y que un día dijo de ella: “ Ésta, al menos, no imita a nadie”. Mísia le dedicaría un álbum doble, Para Amália(2015), después de dos álbumes marcados por la poesía y el cruce del fado y los sonidos más allá del fado, Senhora da Noite (2011) y Delikatessen, Café Concerto (2013).
Este álbum, con cuatro composiciones originales (firmadas por Amélia Muge, Mário Cláudio, Tiago Torres da Silva y la propia Mísia) y varios fados del repertorio de Amália, fue descrito así por Mísia en una entrevista: “Hice el camino todo lo contrario de lo que sucede a veces cuando empiezas una carrera cantando cosas de Amália. Grabé la [canción] Lágrima en mi primer disco y la canto de vez en cuando, pero siempre tuve la previsión de no ir allí. Para poder tener, primero, mi propio camino. Ahora sí, puedo decir ‘le voy a hacer un regalo a ‘Amália’, como le hice un regalo a Carlos Paredes con Canto [todo con letra original de Vasco Graça Moura]”.
Distinguida con premios y menciones honoríficas, Mísia participó de varios proyectos paralelos, desde teatro (con énfasis en Giosefine, monólogo inspirado en un libro de Antonio Tabucchi, estrenado en Buenos Aires y posterior representación en Coimbra) hasta música clásica (Fado & Lieder de Schubert ou Our Chopin’s Affair) de Schubert o El asunto Nuestro Chopin), la música popular brasileña (Lupicínio Rodrigues, Cartola y Dorival Caymmi, con producción artística de Adriana Calcanhotto) o el cine, con Passione, un documental filmado y narrado por John Turturro en Nápoles y estrenado en Nueva York.
En 2021, presentó el concierto As Mais Bonitasen el Centro Cultural de Belém, anunciado no con una fotografía (CB Aragão fue quien la fotografió más veces, para álbumes y espectáculos), sino con un colorido cuadro de la pintora francesa Anne-Sophie Tschiegg, que también aparecería en la portada del libro y álbum Animal Sentimental y que no sólo estuvo con ella en la fiesta de cumpleaños número 69, sino que también acompañó a Mísia, junto a otras amigas, en los últimos momentos de la cantante.
Incluso en los últimos años, Mísia sólo abandonó los escenarios en casos extremos. En mayo de 2022, en el Museu do Oriente, en uno de sus últimos conciertos, lo abrió con estos versos de Tiago Torres da Silva, que también la escribió la puesta en escena y la dramaturgia: “É da morte que te escrevo/ Não sei se posso ou se devo/ ‘screver-te deste lugar/ Não tive jeito prá vida/ Por me faltar a medida/ Que a morte tem pra me dar” (As palavras vestem luto); y lo cerró en un ambiente de fiesta, cantando Cha cha cha em Lisboa. Tal como ella dijo hace casi 20 años, siempre se ha sentido cómoda en el filo de la navaja, lidiando con “sentimientos terminales, el amor que mata y nunca muere”. Y lo hizo siempre con la frente en alto, con una resistencia única, tanto en la música como en la vida. Aunque Susana nos deje ahora, es seguro que Mísia nunca nos dejará.
* Nota original: Mísia (1955-2024), a voz corajosa de aquém e além-fado
– Fotografía de portada: La cantante Mísia en el Festival Flamenco y Fado, 30 de junio 2023, terraza de verano del Teatro López De Ayala, Badajoz (Archivo).
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