¿“Modelo policial” o “delincuencia policial”? ¿Cuál es el problema?
Lluís-Ignasi Pastrana Icart*. LQS. Abril 2021
Si un ciudadano ejerce un derecho, ustedes no pueden hacer otra cosa que respetarlo; en cambio, si infringe alguna norma, solo podrán advertirlo, denunciarlo o detenerlo en el peor de los casos. Nunca, y digo nunca, estarán legitimados para usar sus armas o defensas y agredirlo, a menos que intente agredirlos a ustedes y no puedan repeler esa agresión de otra manera
Últimamente, y no solo por todo lo sucedido en nuestro país, sino como un fenómeno desgraciadamente globalizado en el entorno europeo y también y con más crudeza en EEUU, se está hablando de la necesidad de un “cambio de modelo policial”. Pero, sinceramente, creo que ese no es exactamente el problema que tenemos ahora mismo sobre la mesa, aunque algunos diputados, que tienen más de magos que de políticos, quieran desviar la atención. Con todo, desde un punto de vista social y de plenitud democrática, tengo que decir que me parece muy sano abordar el debate de qué policía queremos, como también cualquier otro debate que nos sirva para ir perfilando el país que queremos. Soy de aquellos a quienes no les sirve cualquier república catalana.
Pero volviendo a la cuestión que nos ocupa, lo primero que hay que dejar claro es que el modelo policial lo tenemos que decidir los ciudadanos. No lo tiene que hacer la policía, ni sus sindicatos, ni los directores generales, ni el Conseller d’Interior. Y eso quiere decir abrir un debate sobre si se quiere una policía protectora o represora; próxima o lejana; rigurosa o negligente (especialmente en lo que respecta a los derechos y libertades); violenta o pacificadora; equilibrada o psicológicamente inestable; integrada en la sociedad o viviendo en cuarteles; culta o analfabeta… Y sobre todo, viendo cómo están las cosas, tenemos que decidir si queremos una policía criminal o una que respete escrupulosamente la ley. Nada de esto se nos ha preguntado a la ciudadanía. Y es que lo verdaderamente importante no es lo que piensen nuestros diputados sobre las cuestiones que afectan a los ciudadanos y ciudadanas, sino que lo más relevante y en lo que tienen que ser expertos los diputados es precisamente en saber qué quiere y qué piensa la ciudadanía sobre estas cuestiones.
Es lamentable y muy triste pero hay que decirlo: la policía (el cuerpo de Mossos también) delinque sistemáticamente. Los policías que no lo hacen por acción, lo hacen por omisión. Ya sea como autores, coautores o partícipes, y estos últimos como cooperadores necesarios, cómplices o encubridores. Por tanto, todos son presuntamente criminales exceptuando a aquellos, si los hubiera, que se atrevan a poner los hechos en conocimiento de sus superiores y/o de la fiscalía. Por tanto, que nadie se engañe, el problema tiene un nombre y no es el de “modelo policial” sino el de “criminalidad policial”.
Cuando un policía le vacía un ojo a un ciudadano o a una ciudadana, no es un problema de modelo policial; cuando se utilizan las llamadas “defensas” no como tales sino como armas para agredir, tampoco es un problema de modelo policial; tampoco lo es cuando un policía redacta con falsedades un atestado o una denuncia; ni lo es cuando insulta, amenaza o coacciona a un ciudadano o a una ciudadana; ni cuando dentro del furgón, impaciente por salir a “cargar”, ya va colocado hasta arriba de alguna sustancia; o bien cuando no lleva la identificación visible, que es de obligado cumplimiento… Y así podríamos seguir y seguir hasta el infinito. Pero sobre todo, lo que permite afirmar que “todos” son delincuentes es que ningún policía denuncia, ni a sus superiores, ni a fiscales o jueces, ninguno de los comportamientos descritos de ninguno de sus compañeros o mandos. En definitiva, esto es un problema de criminalidad o delincuencia policial. Y el modelo policial no tiene nada que ver.
También hay que decir que, cuando las conductas que infringen el ordenamiento jurídico se llevan a cabo como consecuencia de la orden de un superior, este será inexcusablemente responsable de la infracción. Pero, en cualquier caso, el “policía obediente” no quedará amparado o liberado de responsabilidad por la figura de la “obediencia debida”, ya que el policía tiene la obligación legal de abstenerse de cumplir las órdenes que constituyan un delito o sean contrarias al ordenamiento jurídico. Así lo considera ni más ni menos que la “Sala de lo Militar” del Tribunal Supremo en la sentencia 32/2018 de 22 de marzo refiriéndose a un incumplimiento de un agente:
“Así pues, ha de concluirse que el sistema legalmente establecido obliga al no cumplimiento de una orden que constituya delito o infrinja el ordenamiento jurídico; lo que evidentemente hace referencia no solo a lo dispuesto en normas con rango de ley sino también en todo tipo de normas que conforman el ordenamiento jurídico”.
Conseller Sàmper, Sr. Pere Ferrer, Mayor Trapero: los Mossos d’Esquadra (especialmente, pero no solo, los que forman parte de las unidades ARRO y BRIMO) infringen sistemáticamente su propio código ético, los reglamentos, las leyes y la Constitución Española. Y cuando la ley que se infringe es el Código Penal, entonces hay que hablar de criminales. Sí, sí, siempre presuntamente… pero criminales.
Y no me cansaré de recordarles que si un ciudadano ejerce un derecho, ustedes no pueden hacer otra cosa que respetarlo; en cambio, si infringe alguna norma, solo podrán advertirlo, denunciarlo o detenerlo en el peor de los casos. Nunca, y digo nunca, estarán legitimados para usar sus armas o defensas y agredirlo, a menos que intente agredirlos a ustedes y no puedan repeler esa agresión de otra manera. Es por todo esto que, por mucho que cambiemos el modelo policial como algunos proponen últimamente, seguramente con muy buenas intenciones, el problema seguirá siendo el mismo. O sea que, ante la comisión de ilícitos administrativos o penales por parte de los agentes de la policía, hay una incapacidad o falta de voluntad a la hora de hacerlos responder disciplinaria o penalmente. Y esto es así por el miedo a la reacción de los sindicatos policiales, Conseller Sàmper, por un corporativismo mal entendido o porque policías y mandos policiales están “conchabados”, Mayor Trapero.
Si son honestos, solo tienen que hacer cumplir la ley a sus policías y mandos policiales o bien dimitir. Si se atreven a hacer lo primero, ya les adelanto que el segundo paso que tendrán que dar será cubrir las bajas convocando urgentemente plazas para policías, porque las comisarías se quedarán un pelín vacías. Y cuando hayamos conseguido que la policía respete la ley, entonces podremos empezar a hablar de si hace falta un nuevo “modelo policial”. Antes, no.
* Doctor en Derecho Penal. Portavoz del colectivo Silenci… Rebel·leu-vos
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– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios
Nota original en VilaWeb
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