Monólogo de la corrupción
Sea cual sea la fórmula de corrupción, siempre ha tenido un mismo fin: enriquecer a los más ricos, desviar dinero público hacia quienes más tienen o evitar que se paguen impuestos que servirían para redistribuir la riqueza, y es tan generalizada la presunta corrupción política del PP como la que definió Aristóteles: “la corrupción es la forma de gobernar en provecho exclusivo del grupo gobernante”; e inmerso en ella, amenazan que actuarán contra todo aquel que les acusen de corruptos, dando una rueda de prensa sin preguntas; en definitiva un comunicado, monólogo soso, y leído desde otra sala por pantalla, sin contacto con los medios y con una frase antológica, “no me consta”.
Inmediatamente, un ex presidente de Gobierno va a interponer denuncias por atentar contra su honor, el presidente actual se va a Alemania proclamando que va a dar el pecho y exigir medidas contra la crisis a Merkel, pero la exigencia es de ella, profundizar aún más las medidas restrictivas hasta ahora aplicadas. Y en la rueda de prensa posterior, ninguno de los medios ha preguntado por las conversaciones, sino por su implicación por el cobro de dinero en sobres, trajes, corbatas, fiestas, viajes… O para casi toda la cúpula de su partido, antiguos secretarios generales, ministros y ex ministros, alcaldes y ex alcaldes, presidentes de CCAA, como se refleja en los documentos supuestamente manuscritos por su ex tesorero, el mismo que durante veinte años llevaba controlando las cuentas del partido.
Su no me consta, contradice las declaraciones del presidente del Senado, que pidió un préstamo al PP y devolvió, pero aparece en una cuenta no oficial del partido, o la de un ex diputado, o militantes, o dueños de constructoras, incluso un destacado miembro del Tribunal de Cuentas. Todos dicen haber cobrado o pagado dinero como se refleja en apuntes desde 1997. Y como no, otra vez los miembros de la Gürtel, los mismos que estuvieron en la boda pseudo imperial de la hija del anterior jefe del Gobierno, en el real sitio de El Escorial. Tampoco debemos de olvidarnos de la corona, con sus implicados y no encausados por corrupción. Mientras en la empresa privada, se despide a un empleado por falta grave o a una embarazada al enterarse de su estado, el partido gobernante tiene a gala mantener a imputados con un sueldo no mileurista ¿Será por agradecimiento al deber cumplido?
Escribió Marx en sus Manuscritos de 1844 “corrupción”, una extraña palabra-concepto que forma una especie de universo: sobornos, tráfico de influencias, extorsión, nepotismo, comisiones, blanqueo de dinero negro, ilegalidad, mafia, etc. Palabras de la misma familia, una familia que existe desde que las relaciones entre los seres humanos se basan en las relaciones de propiedad y poder. A lo largo de la historia la corrupción ha tenido muchas formas, con el capitalismo se perfeccionó (como casi todo) y el dinero se convirtió en su medio más eficaz.
La primera medida tomada por el fiscal general del Estado, nombrado por el Gobierno, es oponerse de momento a que el juez Ruz investigue las supuestas anotaciones contables del ex tesorero, anotaciones que tienen relación con la trama Gürtel. Ordenando a anticorrupción que sean ellos los que indaguen la contabilidad B del partido, y posteriormente el ministerio público decidirá tras esa investigación si existe delito y qué juez debe investigarlo. Mientras tanto ya saldrá otro coordinador de justicia del PP para presionar a fiscales, jueces y medios afines, como ocurrió con los trajes de Camps en la Comunidad Valenciana, o un indulto como los que se ha aplicado a implicados y condenados por prevaricación, cohecho o malversación de fondos públicos. Mucho se está hablando de los 22 millones, de Bárcenas, pero de los ingresos que aparecen en los papeles publicados no se habla ¿Qué pasará con ellos? Se investigarán y condenarán a sus generosos “donantes”, en definitiva es dinero público.
Con la corrupción generalizada que parece demostrar estos hechos, salen adalides clamando contra ella y la regeneración democrática de los partidos, entre ellos, Esperanza Aguirre elegida presidenta por dos votos tránsfugas y la Fundescam relacionada con Gürtel -siempre Gürtel-, también Artur Mas con los Oriol y el Palau. Ambos personajes con Causas bajo sospecha de financiación indebida o tráfico de influencias, pero aun así, tienen la desvergüenza de presentarse como redentores de la corrupción.
A los políticos corruptos les debemos recordar el diálogo final de la película El club de los emperadores (2002), aunque no les sirva de nada: “Todos, en algún momento, nos vemos obligados a mirarnos al espejo y ver cómo somos en realidad. Y, cuando llegue ese día, tendrá que afrontar el hecho de haber vivido una vida sin virtud, sin principios”.
El magistrado del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, ya retirado, declaró: “si el Tribunal Supremo sigue en su línea, puede que los implicados en el Gürtel sean absueltos”.
La desconfianza en la Justicia es general, y en este caso aún más, no es la primera vez que la dilatación en declaraciones, investigaciones y juicios, llegan a sobreseer las causas. Quiero creer en la Justicia por la gravedad de los hechos, porque los jueces tienen una difícil tarea y la obligación de cumplir el compromiso moral y ético con la ciudadanía predicando con el ejemplo, no como el señor Dívar, ex presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, que no perdía ocasión de recordar el ser “la cuarta autoridad del Estado”, incluso en viajes de placer con dinero del Estado y obligado a dimitir.
Naturalmente la mayoría de los jueces no son así, porque al difícil ejercicio de su cargo va unida su integridad personal. Esperemos que no se arrodillen ante la corrupción que representa los Gürtel, Nóos…, o los papeles de la supuesta caja B del partido del Gobierno que puede arrastrar a cientos de políticos en ejercicio o retirados.
Necesitamos otra forma de Estado, “el Estado participativo”, en lugar del bipartidismo actual.