Motivaciones
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Octubre 2015
Ander Unanue es un profesor de eso que se llama la Enseñanza Secundaria. Pone el despertador cada día a las seis de la mañana. A pesar del café bien cargado y medio sonámbulo, lleva a cabo su aseo personal. Una vez recogidas apresuradamente las cosas necesarias para impartir la clase, desciende del piso 14 al garaje de la Urbanización. Por un instante se pregunta si su viejo utilitario resistirá todo el curso o su mecánica fenecerá cuando menos se lo espere. Cada día se ve obligado a recorrer los 250 km de distancia que hay entre su domicilio y las aulas.
La cita en la estación de servicio de Arrigorriaga es a las 6,45 h. Unanue no puede llegar tarde, si quieren llegar a tiempo. Ha llegado a un acuerdo con otros colegas de Instituto. Utilizan colectivamente el vehículo particular de cada uno de forma rotatoria… una manera de ahorrar combustible y autopista. Su salario se lo agradece puesto que, si tuviera que hacer frente en solitario a esos dos capítulos de gasto, su nómina se quedaría en el chasis.
Cuando apresuradamente sale de casa, sus dos hijos están durmiendo. Les da un beso del que ellos no se enteran. Entre los dos suman cinco años. Hasta dentro de 12 ó 15 horas no les volverá a ver. Dada la lejanía del destino al que le obliga la Normativa vigente, tiene que comer de restaurante. Esto también entra en el capítulo de los gastos a deducir de la nómina.
Si no lo quieres así, lo dejas o pleiteas en los tribunales a tu costa. Da lo mismo que Ander haya superado las oposiciones, como tampoco importa demasiado que sepa inglés, francés, euskera y castellano. El suyo es un destino marcado y matasellado por la Administración. Es decir, por un ente tan decisivo como un dios al que no se puede ni debe contestar. Sus decisiones, además de arbitrarias son definitivas como una mancha de aceite refrito. Ajo y agua, como se suele decir en “esperanto”.
Sin embargo, ese “maelstrom” de sordas injusticias administrativas no impide el reproche. Desde los ignotos despachos ministeriales se insiste periódicamente en la sospecha de la escasa motivación de los profesores. Motivación, sí, pero a qué precio. Unanue es un ejemplo extenuante. Su problema es encontrar descanso. Ciertamente, en aras de la racionalidad ¿No había otro profesor más a mano y menos distante del lugar a donde le mandaron? Son unos mil kilómetros a la semana ¿Tan descalabrante es para la Normativa hacer alguna excepción cuando existen problemas excepcionales?
La sociedad exige ser tan buenos profesores como buenos padres. Los hilos de la sociedad se mueven y entrecruzan para encontrar pareja. Y luego naturalmente para que ese cimiento sea fructífero y traiga hijos al mundo. Hijos para el cielo o el infierno, pero en todo caso perpetradores de lo conocido ¿Cómo se puede ser buen padre o amorosa madre cuando la Administración te roba tu tiempo para transformarlo en fatiga y gas inerte? Desde muy temprano a los hijos se les deposita en una guardería. Eso lo saben Unanue y su pareja…
¿Cómo hacer comprender a la señora Administración del Estado que las personas no son cosas y, por lo tanto, un opositor a obtener una plaza de enseñante público no es alguien que carezca de vida personal; es decir, un ente manipulable, disponible “full time”; una ficha utilizable como comodín en una informal partida de naipes donde siempre pierden los mismos?
Queda dicho que la clave sobre la que reposa ese escarnio de rutinas se llama Normativa; y la Normativa adquiere el rango de sagrado. Su destino de usted ha sido cursado por los expedientes de la Normativa y usted se calla porque no hay nada más qué decir ni qué hacer. Recurra por la vía administrativa, pero le anticipo que le va a dar lo mismo y va a perder el tiempo. Da igual cual sea su caso o la complejidad de su problema.
La Normativa decide y las vicisitudes individuales o con contenidos extraños se la traen al pairo. No existen porque no conviene que existan. Podrían entorpecer la maquinaria de devorar individuos. Es decir, piezas de recambio. Unanue es uno de esos profesionales de la enseñanza atrapados por la arbitrariedad y la tabla rasa del sistema de enseñanza pública. El salario conlleva sacrificio de aspiraciones y, como de costumbre en la burocrática Administración, buenas dosis de absurdo.
#TrabajoDecente