Mozambique, la vuelta del terror

Mozambique, la vuelta del terror
Foto: Jornal Sol

Por Guadi Calvo*

A medida que comenzaron a retirarse, a principios de abril pasado, las fuerzas que compusieron la Misión SAMIM, (Southern African Development Community en Mozambique) de unos 2.200 hombres, compuesta por países de la Comunidad de África Austral (SADC), nuevamente han reiniciado sus operaciones Ansar-al-Sunna (Seguidores de la Tradición), vinculados al Daesh, global, conocidos popularmente como mashababos (los seguidores), al que también se los conoce cómo al-Shabaab por la mítica khatiba somalí, tributaria de al-Qaeda.

Cabo Delgado, al norte de Mozambique, está siendo el objetivo de Ansar-al-Sunna

Mientras que se retiran las tropas llegadas en el 2021 de Botsuana, Lesotho, Namibia y Angola y gran parte de los 1.500 soldados sudafricanos, que ha sido la más numerosa de las que participan; además del contingente de Tanzania, que permanecerán en su totalidad hasta por lo menos el 15 de julio, Maputo ha intentado sustituirlas con poco éxito con fuerzas propias y las llegadas desde Ruanda, en virtud de acuerdo particular. Lo que fue confirmado por el propio presidente mozambiqueño, Filipe Nyusi.

Los terroristas, que desde abril pasado, con múltiples acciones de baja intensidad, habían provocado el desplazamiento de unas cincuenta mil personas en la provincia de mozambiqueña de Cabo Delgado, en el norte del país el pasado día 10 de mayo, lanzaron a una de sus mayores operaciones de los últimos dos años.

Pobladores huidos de los ataques en Macomia

El asalto con unos quinientos hombres a la ciudad de Macomia, la capital del distrito del mismo nombre, de unos treinta mil habitantes, entre los que se encontraban algunos combatientes de la República Democrática del Congo (RDC) y de Kenia, consiguieron penetrar la ciudad y mantenerla bajo control por dos días. Lo que provocó la huida de miles de sus pobladores, junto a las autoridades y un importante grupo de trabajadores humanitarios, que buscaron refugió en las regiones boscosas que rodea a Macomia.

Los muyahidines habrían aprovechado la oportunidad, conociendo que los efectivos sudafricanos de la misión SAMIM se habían replegado hacia la ciudad de Pemba, la capital de Cabo Delgado, en vista de la finalización de su presencia en Mozambique, aunque la cadena de ataques de abril y mayo podría obligar a los países miembros de la SADC a prolongar su presencia.

En vista de la retirada de la mayoría de las fuerzas de Johannesburgo de la base Macomia, en la que solo había quedado una dotación mínima, entre sudafricanos y hombres de las Forças Armadas de Defesa de Moçambique (FADM), la que fue desbordada por el impuso de los insurgentes.

En junio del 2020, Macomia había sufrido la experiencia similar, cuando una khatiba terrorista mantuvo durante tres días el control de la ciudad, ejecutó decenas de sus pobladores, violando mujeres, para finalmente secuestrar a muchos jóvenes para ser incorporados a sus filas; además de saquear viviendas, comercios y destruir edificios gubernamentales.

Tras abandonar Macomia el pasado día 12, los insurgentes se dirigieron a las aldeas de Missufine y Cajerene, en el distrito de Ancuabe, a donde llegaron al atardecer de ese mismo día iniciando una operación que se prolongó unas cuatro horas, la que también obligó a los aldeanos a escapar hacia las espesuras.

Sobre la situación de Macomia se conoció después que los muyahidines abandonaran la ciudad, las fuerzas de Maputo ingresaron para establecer el orden. Aunque todavía no se informó el número de muertos, heridos, ni de los daños producidos.

Sí conoció que los muyahidines en Macomia saquearon los almacenes del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y de otras organizaciones humanitarias y qué en los propios vehículos de esa organización, unos quince aproximadamente, se llevaron lo robado.

Ya establecido el orden en ese sector de Cabo Delgado, las autoridades federales informaron que se establecieron Centros de Operaciones de Emergencia en Meluco y Muidumbe para atender las necesidades de los desplazados recién llegados, que se suman a los cerca de novecientos mil que el accionar terrorista ha provocado desde su aparición en 2017. A lo que se les suman cera de seis mil muertos, la mitad de ellos civiles.

Según un vocero del contingente de las Fuerzas de Defensa de Ruanda, con base en Mocimboa da Praia, al noreste de Macomia, esa fuerza habría intentado llegar a la ciudad atacada, pero fue contenida por un nutrido batallón de rebeldes. Dando tiempo a sus “hermanos” a tomar Macomia, que ingresaron desde distintas direcciones.

Una vez terminado la ocupación de Macomia, se conoció que los muyahidines habían operado divididos en tres grupos, según fuentes locales. El primero de ellos se concentró en el saqueó de negocios y los almacenes humanitarios; el segundo atacó la base militar en la que había quedado un pequeño contingente de militares sudafricanos y mozambiqueños, al tiempo que el restante bloqueó la ruta principal que llega a Macomia, donde emboscó a los diferentes convoyes militares, tanto sudafricanos, ruandeses y locales, que se habían desplegado en socorro de la ciudad tomada.

Ansar al-Sunna

Según algunos analistas locales, la nueva campaña de Ansar-al-Sunna se produce tras conocerse que la energética francesa TotalEnergie estudiaba la posibilidad de reiniciar las obras de un proyecto de gas natural licuado, que insumiría aproximadamente unos veinte mil millones de dólares frente a las costas de Cabo Delgado, proyecto que prácticamente se había abortado en 2021, al igual que los que detuvieron, la italiana ENI y la norteamericana EXXON, por un total de otros veinte mil millones cada una, cuando los ataques a sus instalaciones habían recrudecido. (Ver: Mozambique, gas, rubíes y kaláshnikov).

Una nueva etapa con nuevos métodos

Con el reinicio de sus operaciones, Ansar-al-Sunna ha adoptado una actitud diferente hacía las poblaciones, intentando ser más gentiles con los civiles, evitando saqueos, asesinatos a machete y disparos, decapitaciones rituales, violaciones y secuestros, un arma implementada de modo constante desde su aparición, casi siete años atrás.

Lo que de alguna manera también replicaban las fuerzas del presidente Nyusi, lo que sometía a los pobladores, los principales afectados, entre dos fuegos, culpándolos uno y otro mando de colaborar con el “enemigo”.

Bajo lo que se conoce como da’wah (invitación) en algunos distritos de la provincia, como Chiure, Macomia, Meluco, Mocímboa da Praia, Nangade y Quissanga, los integristas comparten las oraciones con los locales, además de ofrecerles grandes banquetes, se los invita a tomar parte de los saqueos, y haberse disculpado por los daños producidos años atrás. Explicándoles que ellos, la población civil, no son sus enemigos, que solo lo son los militares, el gobierno y los extranjeros.

Más allá del nuevo discurso, en un ataque del pasado día 6 de mayo a la aldea Siripa del distrito de Chiúre, en Cabo Delgado, además de quemar dos iglesias católicas, y una escuela, destruyeron, después de saquearlas, casi doscientas viviendas.

Más allá de las nuevas estrategias publicitarias de los terroristas, durante la reciente avanzada de Ansar-al-Sunna también quedó en evidencia que han incorporado a sus filas a menores de edad, quizás producto de las muchas incursiones contra diferentes poblados, donde además de perpetrar todo tipo de crímenes, el secuestro de hombres y niños para este fin ha sido un viejo recurso en la historia africana, ya no solo por parte de los grupos fundamentalistas, sino en todas las guerras civiles, levantamientos y golpes de Estado que tanto se han dado en el continente.

Un comerciante de ciudad de Macomia denunció a las fuerzas de seguridad que entre los atacantes había reconocido a un sobrino suyo, fuertemente armado, de trece años, quien había desaparecido a principio de enero pasado. Otro de los testigos, aseguró que pudo identificar a cerca de una veintena de niños, y algunos jóvenes de entre diecisiete y veinte años, portando cinturones de municiones y fusiles de asalto Ak-47 (Kaláshnikov).

El novísimo panorama de Cabo Delgado, más que confirmar el retorno de la violencia, parece señalar que una vez instalados este tipo de organizaciones jamás desaparecen, consiguiendo surfear las embestidas de los ejércitos, por poderosos que sean, para volver apenas la vigilancia se distraiga.

Mozambique en LoQueSomos

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional

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