Níger: ¿Qué esconde Trump en el desierto?

Níger: ¿Qué esconde Trump en el desierto?

Guadi Calvo*. LQS. Junio 2018

Tanto Washington como París, siguen ocultado la verdadera dimensión del conflicto que ocupa un gigantesco sectores del norte de Mali y el norte oeste de Níger, donde operan a ambos lados de la frontera ya que allí existen abundantes yacimientos de uranio

A ocho meses de la emboscada del cuatro de octubre en cercanías de la aldea de Tongo-Tongo, en el norte de Níger, cercana a la frontera con Mali, sigue produciendo repercusiones y revelando información que el Pentágono, hubiera preferido mantener en secreto, por ejemplo que operaciones como la que fracaso en octubre, ya se habían realizado una treintena.

El hecho, no es menor, más allá del escaso número de bajas, en total ocho, cuatro Green Berets (Boinas Verdes) norteamericanos y otros tantos miembros del ejército nigerino, además de haber resultado heridos otros dos norteamericanos y trece nigerinos, que componían en conjunto una patrulla de cerca de cincuenta hombres, en el combate habrían muerto también entre 20 y 25 milicianos del Daesh.

En primer lugar, a partir de lo sucedido quedó en evidencia que la las tropas de los Estados Unidos, en Níger, no se limitaba solo a dar protección al personal que construye la Base Aérea 201 para drones, cerca de la ciudad de Agadez, epicentro de las explotaciones de uranio tanto de Francia como de los Estados Unidos, con el fin de controlar las actividades de las bandas fundamentalistas que operan tanto en África Occidental y en el sur del Magreb y el de darle entrenamiento a las tropas de Níger, sino que participan abiertamente en el conflicto, lo que ha sido una revelación, para el mundo y fundamentalmente para los contribuyentes norteamericanos. No por nada el presidente Trump se demoró doce días en mencionar públicamente el “incidente” de Tongo-Tongo.

El ataque perpetrado por el Daesh del Gran Sahara, que recién fue reconocido por el grupo en los primeros días de este año, no fue una sorpresa para los norteamericanos, que según la información oficial se había desplazado hasta allí, para una visita de “buena voluntad” a los Peul, un grupo étnico dedicado al pastoreo, sino que iban tras los pasos de Doundoun Cheffou, un capitán de esa organización terrorista, al que la inteligencia norteamericana le había detectado una comunicación telefónica. Cheffou ha quien habían ubicado en algún lugar de la frontera entre Níger y Malí, pudo escapar de las Fuerzas Especiales norteamericanas, que llegaron a su campamento, y según los informes horas después dirigió la emboscada.

La demora en el reconocimiento por parte del grupo wahabita del ataque en Tongo-Tongo se adjudica a lo difícil de conseguir señales fiables para los teléfonos celulares o el acceso a Internet, para no ser detectado por la inteligencia norteamericana.

La detención de la patrulla norteamericana, en la aldea de Tongo-Tongo habría sido a los solos fines de aprovisionarse de agua, ya que en la imprevisión de la salida, los regulares norteamericanos, entre otros “descuidos” habían olvidado aprovisionarse de agua suficiente.

Toda esa región sufre las consecuencias constante, de esa guerra solapada, los Peul, son obligados a entregar cabezas de ganado a miembros del ejército, lo que está provocado que el Daesh, pueda reclutar jóvenes Peul a sus filas con suma facilidad debido al resentimientos que los militares han despertado en la región.
Además, para mayor incomodidad de la población en marzo de 2017, había sido decretado el estado de emergencia en siete departamentos de Tahoua y Tillabéry, y ampliado en septiembre de 2017, donde se habían producido cerca de 46 ataques, de grupos fundamentalistas. Esa resolución dio por resultado la clausura de 16 mercados y la interrupción de las actividades en algunas escuelas y centros sanitarios.

El grupo terrorista aprovechó el reaprovisionamiento de agua, de los norteamericanos para producir el ataque rodeando al convoy con varios vehículos 4X4 y una cincuentena de motos. La tropa norteamericana un total de 12 hombres, que había salido sin el equipo obligatorio, como chalecos antibalas y cascos, por lo que se alentó la idea de que solo habían salido en una misión absolutamente pacífica, más allá que el procedimientos de los Green Berets, es considerada una falta grave, ya que no existen atenuantes para poder saltar las regidas normas de seguridad.

Tras las investigaciones posteriores al ataque, una comisión designada para ese fin ha identificado a por lo menos tres de los líderes del Daesh, vinculados a la acción de octubre. Uno de ellos es el ya conocido Doundoun Cheffou, un antiguo pastor quién habría ingresado a al-Qaeda en 2010, y se lo relaciona con el secuestro de un “trabajador” estadounidense, Jeffery Woodke, el 14 de octubre de 2016 el que fue sacado de su casa a punta de pistola en Abalak, región de Tahoua, a unos 350 kilómetros Niamey la capital de Níger. Los otros dos jefes serían Tinka ag Almouner y Al Mahmoud ag Baye, quienes estaban siendo perseguidos por la patrulla emboscada.
La inteligencia francesa que desde 2012, desarrolla una importante actividad en la región dice que Daesh del Gran Sahara, cuenta al menos entre 40 y 60 jefes, lo que da idea de lo numerosa que puede ser la organización, a lo que se le suma alianzas momentáneas con aldeanos locales y nadas de contrabandistas.

Los investigadores norteamericanos también habrían identificado a otros veinte muyahidines, miembros de la organización aunque fuentes cercanas al Pentágono, cree que la identificación cierta de los atacantes pueda demorarse mucho más tiempo, incluso años, en virtud que el ataque del 11 de septiembre de 2012 a la embajada norteamericana de Benghazi (Libia), en la que fueron asesinados cuatro norteamericanos, incluido el embajador Christopher Stevens y dos agentes de la CIA, todavía ni el ejército estadounidense, ni las agencias de inteligencia han dado con los responsables del asalto.

Un desierto de uranio

Tanto Washington como París, siguen ocultado la verdadera dimensión del conflicto que ocupa un gigantesco sectores del norte de Mali y el norte oeste de Níger, donde operan a ambos lados de la frontera ya que allí existen abundantes yacimientos de uranio.
El Daesh del Gran Sahara , liderado por Adnan Abu Walid al-Sahraoui, quien realizó su bayat, o juramento de lealtad, a Abu Bakr al-Bagdadí en 2015, después de separarse del grupo ya escindido de al-Qaeda para el Magreb Islamico, al-Mourabitoun, esta última organización hoy forma parte de la alianza, Jamaat Nusrat al-Islam wal Muslimeen, (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes), fieles a al-Qaeda global.

La investigación sobre la emboscada de octubre, ha obligado a realizar cambios en la estrategia de las tropas norteamericanas, se estima unos mil efectivos en la región además de dotación francesa y británica, ya que el entrenamiento previo al despliegue y el enlace con las fuerzas nigerinas fueron inadecuados.
El general Thomas D. Waldhauser, jefe del Comando de África de los Estados Unidos (Africom) ha informado que tras el incidente de octubre ha ordenado el reequipamiento de los hombres del Comando de Operaciones Especiales de África, esto incluye “más potencia de fuego para la protección de la fuerza”.
Según las investigaciones realzada tras los sucesos del 4 de octubre, se llegó a la conclusión que existió una desviación de las líneas de mando, y que la operación de búsqueda de Doundoun Cheffou, no fue aprobada por altos oficiales de África Occidental y Stuttgart (Alemania) base logística del Africom y que la operación dependió de un oficial subalterno, el capitán Michael Perozeni, que resultó herido en la acción, cumpliendo órdenes del coronel Bradley Moses, comandante de las fuerzas especiales en Níger, en acuerdo con dos funcionarios del Departamento de Defensa.

Ahora el gobierno de Níger, reconocer haber solicitado a las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos (USSOF) una variedad de acciones contraterroristas y la asistencia de la fuerza de seguridad y la colaboración con el ejercito de Nigeria, para llevar a cabo operaciones tanto contra Boko Haram, al-Qaeda en el Magreb Islámico, Jamaat Nusrat al-Islam wal Muslimeen y el Daesh del Gran Sahara, por lo que se espera para los próximos meses un incremento sustancial de efectivos norteamericanos en la región.

A medida que se va conociendo más información acerca de lo sucedido en Tongo-Tongo y todas sus implicancias queda por preguntarse ¿Cuánto más esconde la administración Trump acerca de su intervención en África? ¿Y que más deberá esperarse?

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
África – LoQueSomos

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