“No sabíamos lo que nadie podía negar*”
Por Turón Valle
Cerrar los ojos ante el terror de lo que no podemos negar.
Día tras día vemos explotar, descuartizar, tirar, enterrar cuerpos humanos de todos los tamaños y edades. Ruinas de casas, calles, hospitales, escuelas, túneles, fabricas, coches y demás construcciones y ensoñaciones sapienciales.
Ciegos mentales enredados en laberintos de claridad para ocultar lo que no se puede negar.
Sabemos lo que no decimos y nos construyen maquetas con palancas de recompensas virtuales, en el ir y venir de los burdos espectáculos que nos preparan.
Mientras, nos matan, nos vigilan esperando que la mudez nos envuelva y se revierta en sordera. Oír, ver y callar se hace estrategia del privilegio de los elegidos, endiosados en el beneficio de si mismos. El exterminio, un castigo sustraído a la divinidad que impide la negación del Dios al que se agarran como demonios.
Cuesta amanecer y levantarse dentro de este repetido y perverso experimento de la guerra, que mecánicamente te hace abrir los ojos para no ver nada, no oír nada, no sentir nada, al deshacernos en shock con el terrorismo impuesto desde las altas salas. El gran casino de los reunidos en el mundo.
Monedas de cambio, restos colaterales del “mono” aquel que empezó a caminar, mezclarse, reproducirse y migrar de un lado a otro de la tierra.
* “La doctrina del sohck, el auge del capitalismo del desastre”, Naomi Klein “… frase que los argentinos utilizaban para explicar la paradoja del haber visto cosas pero cerrar los ojos ante el terror, que era el estado mental predominante en aquellos años…”
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