Nos están desapareciendo para que seamos tus putas
Una pizca del cuarto número de Clítoris, revista de historietas y crítica cultural, con textos y viñetas en torno a la prostitución y la trata, al sexo y el mercado. Reseñas de dos novelas gráficas que ponen en escena a los varones que –como clientes o como proxenetas– intervienen en la transacción, un ensayo de Alan Moore, e historietas que, según anuncia el editorial, “le ponen el cuerpo al debate”.
La ilustración de Gato Fernández ya da una idea de que se viene un número cargado: cuando comenzamos a pensarlo, habían absuelto a todxs lxs acusadxs por la desaparición de Marita Verón y nos propusimos que ese fuera el tema articulador entre historietas y textos. No es sencillo hablar de prostitución y trata, muchas voces se cruzan en un debate en el que las posiciones en pugna, de uno y otro lado, encuentran buenos argumentos en su defensa.
Están quienes sostienen que la prostitución es un trabajo, pretenden que puede ser una decisión autónoma, una elección que nada tiene que ver con la trata, que es una grave violación a los derechos humanos y afecta especialmente a las humanas. Hay que volver a decirlo: la prostitución no es delito. Por el otro lado, quienes consideran que la prostitución y la trata son formas de explotación sexual que afectan especialmente a mujeres, niñas y personas trans en situación de vulnerabilidad no conceden que ésta pueda ser una elección libre. El foco en cuestión, la posibilidad cierta o no de elegir, desde quienes entienden la prostitución como el oficio más viejo del mundo se sintetiza en la pregunta: “pero ¿cuándo se elige algo?”. A ello responden las otras voces: “cuando las opciones son más que lo que tu cuerpo vale en el mercado”, y añaden: “el oficio más viejo es el de proxeneta, porque detrás de cada mujer explotada hay alguien que se beneficia de ese cuerpo”. Y así, enroscadas en dilucidar los grados de poder de decisión y de elección de esas mujeres, se deja en la sombra a los varones que intervienen en la compra-venta de sus cuerpos. La cuestión es siempre con “esas”, “aquellas”, nunca con “nosotras”, nuestras amigas, hermanas, tus hijas y la madre que te parió. Por eso decidimos reseñar dos novelas gráficas que apuntan a la participación de los que ponen la plata para que la cosa funque: Beya, de Gabriela Cabezón Cámara e Iñaki Echeverría, cuya lectura desgarra en cada página, por la violencia de los cuerpos desechables de un prostíbulo de Lanús, y Pagando por ello, de Chester Brown, que presenta la voz de varones consumidores de prostitución del primer mundo y nos deja el sabor de una complicidad amarga, mientras oímos sonar esos teléfonos en habitaciones vacías. Ambas reseñas se unen a las historietas que le ponen cuerpo al debate: Laerte –que además de la entrevista nos cede sus tiras de Muriel–, Salina/Palomera, Lucía Borjas y Eleonora Kortsarz. Y para no cerrar la trifulca sobre sexo y mercado, sumamos al chamán Alan Moore con un nuevo ensayo sobre porno en la historia.
Además, Lucía Borjas nos regala un precioso calendario para que anotemos nuestras lunas rojas y de otros colores. Se suman Sofía Díaz –la novel ganadora del Concurso de Comic Antisexista de Salta–, Las Pibas Pulentas, Muriel Frega en compañía de Carina Maguregui, Muriel Bellini, que se mete con la filiación paterna y la herencia de apellido (prediciendo –si no fuera por nuestros tiempos de edición– la discusión sobre la posibilidad de optar por el apellido materno), la psicoanalizada Natalia Zeta y la punkie de Aleta Vidal. Se arriman al fogón Isidoro Reta y Hernán Martignone, y siguen acompañando la apuesta de este cuarto número las clonas de la dupla Reggiani/Fernández, Ofelia de Julieta Arroquy y las Cicatrices de nuestra madrina Patricia Breccia. El invierno llegó hace rato, lectora, lector: abra su Clítoris y póngale cuerpo y sexo al frío polar con historietas para todos los gustos.
* ANRed