Nos sobran hostias y palos
Es denigrante, infamante y espeluznante, que hace erizarse el pelo, ver y sentir el bélico clamor de los borricos al grito de “acá venimos con porras; echaos allá, hijos de puta”, en peleas callejeras, a la cola siempre de manifestaciones dignas, por una causa noble y donde los señores del capital tienen absoluta y entera jurisdicción sobre los vasallos para castigar, absolver o perdonar, como en la antigüedad medieval en los señoríos de Aragón y Cataluña, Valencia, Baleares, Albacete y Murcia, en los cortijos de Andalucía, en los campos de concentración de Galicia, Extremadura, Canarias y el País Vasco Es de vergüenza cómo se ríen estos jefazos que siempre llegarán tarde a una batalla por los suyos ganada a los revoltosos intrépidos, atrevidos, pues ellos la están celebrando desde mucho antes en repugnante misa concelebrada, que servirá de carnaza a una televisión de matraca al servicio del poder y don Dinero.
No se le cae a nadie la cara de vergüenza viendo estas escenas en las que sujetos bien preparados y parapetados, educados en escuelas de finas y redomadas actitudes traídas a buenas y a malas por la fuerza, andando a la morra, se lanzan a la caza del joven contestatario, gritando al estilo del boxeo, “hay mucha prisa al hígado”, comenzando a dar porrazos y patadas porque éste grita un “quítenme una monarquía impuesta” o “dadnos pan y trabajo, no palos”, sin dejar que la vecindad en la calle pueda socorrerles.” Las cabezas de ganado no las elige el palo, sino los mulos de pata larga que odian la libertad y el canto revolucionario”, dijo un canta-autor chileno. Ojala que alguna vez veamos, porque al fin les ha entrado la Razón, que sus propias manos se vuelven contra ellos y se dan de hostias a sí mismos, por lo mal que lo han hecho desde el comienzo de la Historia universal. Ojala que en las próximas manifestaciones por el derecho a la Libertad, la República, la Casa y el Trabajo, les veamos unirse a los Manifestados, y que, no se les vea malicia en sus ojos, por si es con otro fin,
Que no se vuelva a escuchar en boca de los poderosos: “Democracia, Dios y venga palos, que pan tenéis, aunque sólo sean estos mendrugos, mamarrachos”, además de escucharles, también, decir: “Agrillos sois, y además de eso, os tenemos ganas”. Y que el Capital deje ya de abusar diciendo: “Para las cuestas arriba os quiero mis mulos; que las cuestas abajo yo mes las sudo”.