Nuestra memoria es como un baúl donde lo guardamos todo

Nuestra memoria es como un baúl donde lo guardamos todo

Por Adolfo Pastor Monleón. LQSomos

Nuestro padreAdolfo

Adolfo fue aquel nombre desdichado
Adolfo fue crueldad y villanía
Adolfo fue asesinato y desamparo
Adolfo fue muerte y chirridos desalmados
Adolfo fue tiranía, horror y llanto
Adolfo fue negrura sin espera
Adolfo fue macabro…

Adolfo! Qué nombre más hermoso
Adolfo es amor y comprensión
Adolfo es sonrisa en los ojos y en los labios,
Adolfo es alegría del diario quehacer-deber cumplido-
Adolfo es la mejilla puesta al beso, aunque sea de Judas y perdonarlo
Adolfo es chispa pura en la mirada, cobijo del desamparado y desamparo
Adolfo es flor y es canto
Adolfo es música y canción de enamorado
Adolfo es grito de socorro- a veces llanto-
Adolfo es soledad y desencanto.
Adolfo es comprensión para el malvado,
Adolfo es inocencia y lealtad
Adolfo es noche clara y día oscuro.

Adolfo es el silencio y la nostalgia
Adolfo es la realidad hecha recuerdo y el recuerdo hecho vida del pasado
Adolfo es rosas rojas y jazmines
Adolfo es infortunio y plenitud
Adolfo es diáfano misterio silencioso
Adolfo es plenitud de treinta años
Adolfo es contradicción y claridad
Adolfo es la desdicha más dichosa
Adolfo es fortaleza en la debilidad
Adolfo es débil rosa y pino fuerte
Adolfo es un gigante y un niño sin defensas
Adolfo es río y monte, tamariz y romero
Adolfo es pensamientos y latidos

Adolfo sólo hay uno, yo te quiero.

En el acto de homenaje a mi padre: Colocación de una lápida en el cementerio de su pueblo

Las Rinconadas, 19 agosto 2003

Dentro de nuestra memoria existe el recuerdo de las personas amadas, que es como un acto de amor.
El recuerdo de las personas que amamos es la lucha contra el tiempo y contra la muerte. Las cosas y las personas que son importantes para nosotros están siempre presentes.

Memoria no quiere decir necesariamente nostalgia del pasado. Mediante el recuerdo sentimos que todo está presente, que todo perdura, que todo es perenne.
Mientras un ser querido siga estando presente en nuestro recuerdo seguirá estando vivo.

Nosotros, seres mortales y efímeros, tenemos algo tan importante como el recuerdo, que, cuando se une al amor, nos hace sentir tan poderosos, que somos capaces de volver eternos a los seres queridos. Recordar no es entristecerse, recordar es vivir, es el triunfo del amor más allá de la muerte.

En la noche oscura del 22 Abril de 1947, segaron la vida de nuestro padre. Cuando en el cementerio civil del Villar del Arzobispo enterraron su cuerpo, enterraron con él su recuerdo y su memoria. Hoy todos los que estamos aquí presentes estamos haciendo que viva su recuerdo.

En nuestra memoria, desde hoy, vive Adolfo Pastor Jarque, un hombre bueno, trabajador, justo y alegre, según afirman todos los que lo conocieron.

Junto al recuerdo de nuestro padre quisiéramos recordar a todos los hombres y mujeres buenos que en aquellos tiempos aciagos fueron silenciados y olvidados, para que en la memoria de sus familiares, en la memoria de todos nosotros vuelvan a vivir.

Hemos querido que este humilde acto, como humilde fue nuestro padre, sea un acto íntimo, familiar; por eso, todos los que estáis aquí os consideramos nuestra familia, y pedimos disculpas a tantos amigos y familiares que están con nosotros en espíritu pero que no han podido estar presentes por la premura en la celebración de este acto.

A todos, a los que estáis presentes y a los que hubierais deseado estar: Muchas gracias por ayudarnos con vuestra presencia a recordar a nuestro padre.

Gracias.

Fauces negras

Fauces negras de la noche
muerden tu vida sutil
y el silencio se la lleva,
aquel silencio de abril

Y tú, pelele sin alma,
te columpias porque sí,
porque así engañas al mundo,
blanca tu tez carmesí.

La injusticia de los hombres
te quiso arrancar de mí
y no saben que no pueden,
que yo sigo estando en ti.

Quisieron que el mundo diga
que tú te quisiste ir
y te abrazaste a la muerte,
llevado de un frenesí.

Pero yo sé que no es cierto,
que tú te quedaste aquí,
que te arrancaron la vida,
pero tú vives sin fin.

Tu memoria de silencio
no ha apostatado de ti,
te ha guardado entre los pinos,
los chopos y el tamariz.

Por entre las nubes grises
jugaremos a dormir,
en tu pecho recostado,
sintiendo tu amor latir.

Aquella siembra fecunda
de aquel veintidós de abril
no fue estéril ni baldía,
fructifica en mi jardín.

Carretera de Bugarra

He vuelto a venir al campo,
con las ansias de costumbre,
he vuelto a cerrar los ojos,
te he visto junto a la lumbre.

Te he visto y nos hemos visto:
alegres, sin pesadumbre;
tú, tu mujer y tus hijos
allá por el mes de Octubre.

Los cuatro allí reunidos,
con gozo, como es costumbre,
cenando la humilde cena

mientras la noche nos cubre.

He vuelto a cerrar los ojos,
jugando a saltar, brincando,
me he visto sobre tus hombros,
como el niño y el caballo.

Y me bajabas al suelo,
y yo cogido a tu mano,
por aquel corto camino
llegábamos al barranco

y nos tirábamos cantos,
y seguíamos jugando,
y volvíamos a casa
a dormir en los camastros.

Y llegó aquel mes de abril,
y a la noche no jugamos:
Te arrancaron los civiles,
con esposas maniatado

Ya nunca pude ir contigo,
jugando hasta aquel barranco
y nunca pude saltar,
en tus hombros columpiado
………………………….

se me han abierto los ojos:
ya todo estaba cambiado,
ya no está nuestra casica,
ya no están allí los amos

y ya no se ven los surcos
que hacías con tu caballo,
con aquel caballo negro,
percherón, forzudo y manso.

Sólo hay melocotoneros
que José Luis ha plantado,
una cadena a la entrada,
hierba, zarzales y cardos.

No hay caballos en las cuadras
ni ovejas, carros ni machos
los caballos se murieron,
vilmente te asesinaron.

Se me fue lejos mi padre,
despareció entre nardos
pero tras luchas y luchas,
por fin he vuelto a encontrarlo

Conversación con Ernesto López (1930)
Se llevaban 14 años. Tenía 17 años cuando murió nuestro padre…

”Guapo, Inteligente, no hablaba mucho, alegre,
Letra muy bonita,
Surcos muy rectos,
Debía llevar albarcas,
Traje de pana oscura,
La nuez muy pronunciada…”

“Fueron a buscarlo dos guardias:

-Vamos a colgar al Pastor…”

Ernesto era un chico que nació en el 1930 y que iba a trabajar cada día con mi padre. Salvador, su padre que era el capataz, y Juan Rufo a quien le faltaba un trozo de nariz sin duda por alguna operación de cáncer o algo así, iban hacia el Villar en la tartana por la carretera de Bugarra, después de soltar, entre dos luces, como hacían cada día, pues vivían los tres en el pueblo. A 1 kilómetro de la carretera de Valencia vieron acercarse dos bultos ennegrecidos por la oscuridad del anochecer. Al irse acercando, ya descubrieron que se trataba de dos guardias civiles. Al llegar a la altura de la tartana:

-¿Dónde van ustedes?

-Vamos a nuestra casa.

-Vosotros, bajad de la tartana y seguid andando hasta la casa. Usted, de la vuelta y venga con nosotros. Vamos a colgar al pastor- Los de la tartana creyeron que se trataba de un pastor que cuidaba el ganado en la finca.

Llegaron a la casa donde vivíamos mi padre, mi madre, mi hermana de poco más de un año y yo.

-Entonces me di cuenta que venían a buscar a Adolfo Pastor –Explicó después Salvador a su familia cuando llegó a su casa.

Sacaron las metralletas, le pusieron las esposas y lo empujaron a la tartana. Buscaban a un maqui de cuidado, lo había denunciado el Diablo.

Mi padre iba entre los dos guardias, como un malhechor. Salvador conducía la tartana.

Salvador los llevó hasta el cuartel y marchó a su casa, donde explicó lo sucedido.

Llegó el Sr. Roger a la finca y envió a su hijo a que le llevara la cena, ya que ni cenar le dejaron. Al llegar al calabozo (el depósito municipal), lo encontraron colgado.

Todos se quedaron asombrados y con una inmensa pena que les ahogaba el alma, cuando por la mañana se enteraron del cruel y horroroso desenlace; nadie entendía nada.

Adolfo Pastor Jarque

Mayo, primavera de 1916. Nace en Sta. Cruz de Moya, provincia de Cuenca, Adolfo Pastor Jarque.
Primogénito de una familia modesta como la mayoría de las de estos pueblos de la Sierra.

Juan Pastor Urbán es su padre, un hombre muy trabajador, buena persona, de la familia de Los Marquetes, hermano del tío Donato, que vive en Francia y después vivirá en Casas Bajas y de la tía Miguela madre de Miguelete que estuvo con él en el campo de Cádiz donde murió.

Su madre, Consolación Jarque, una mujer de su casa, trabajadora, vivaracha, también muy buena persona.

Como no podía ser menos a Adolfo lo recuerdan todos como una muy buena persona.
Después de él nacieron cuatro hermanos más: Carmen, Fermín, Mario y Joaquina.

Como todos los muchachos de su edad, desde muy pequeño, además de ir a la escuela, colaboraba en las faenas de la casa y el campo, ayudando en el cuidado de los animales, yendo a segar hierba, a quitar piedras de los bancales del monte, especialmente de los Tornajos, donde tenían unas parás con una hermosa viña y oliveras.

1925, marcha la familia a Francia donde vivían unos familiares. Para entonces ya habían nacido los tres primeros hijos: Adolfo, Fermín y Carmen.
Van a pie a Aras de Alpuente, desde donde la Chelvana los lleva a Valencia. Allí coincidieron con una visita del Rey Alfonso XIII. Desde allí van a Barcelona en barco, y a Francia en tren.

El padre va a trabajar a una fábrica de un pueblo cercano, en bicicleta, la madre trabaja en su casa, y a él, a esta temprana edad, lo ponen de pinche en un bar. De aquel Bar, a los pocos días, llegó llorando porque un chaval francés le quiso pegar, insultándolo por su condición de inmigrante español.

Estando en Bonmon nació el siguiente hermano, Mario, a cuyo bautizo acudieron los familiares y otros españoles que hicieron baile al estilo español, con música de cuerda.

Al recibir la noticia de que había muerto la abuela, sin perder tiempo, toda la familia volvió a Sta. Cruz donde continuaron viviendo. La tierra, la siembra, la labranza, la siega, la vendimia, las olivas, todo de sol a sol, un trabajo muy duro, de muchas horas y cuando el trabajo era para otro, de muy poco jornal.

1932. El triunfo de las izquierdas, las ideas de reparto de tierras, la injusticia de la vida que llevaban, quizá imbuyeron en su mente ideas de justicia, libertad… en aquel joven lleno de bondad y simpatía

1936. La guerra. Sta. Cruz está en la zona de la legalidad republicana. Adolfo, a sus 20 años, marcha con otros jóvenes al frente de Teruel; la guerra la pasa con sus primos Miguelete, hijo de su tía Miguela, Valero, Hilario y otros amigos del pueblo, sin duda en sus mentes bulle la idea de la lucha contra la injusticia y la libertad…

1939. La derrota, tres años de lucha, de peligros, de pasarlo mal. Lo llevan junto con sus primos a Cádiz, a un campo de trabajo.

12-12-1940 a 12-7-1942 hace la mili.

Al acabar la mili comienza relaciones con Bienvenida Monleón Ramos, unos meses más jóvenes que él. Es una buena moza, guapa y morena, hija de un matrimonio de la Casa Grande de Orchova, Emilio y María. Aunque, siendo ella pequeña, murió su padre a consecuencia de la herida que le produjo el arado, mientras labraba. Su madre se casó con Antonio Moliner, primo de Emilio y se trasladaron a las Casas Nuevas, donde él vivía. De este matrimonio nacieron melguizos; Porfirio y Primitiva.

Adolfo, antes de casarse, ya vive alguna temporada en Las Casas Nuevas para ayudar en las faenas del campo, especialmente durante las fiebres de Malta que tuvo “su suegro”, el abuelo Antonio.

La relación de Adolfo con toda la familia, especialmente con Porfirio, su cuñado, es excelente. Todos lo recuerdan como alegre, simpático, trabajador y muy buena persona.

1943. A primeros de este año se casa. Fijan su residencia en Las Rinconadas, en la casa de la abuela María en el callejón del barrio de arriba, del Puntal.

Diariamente se traslada a trabajar a Orchova a las tierras que le dejan sus suegros; él mismo “abre” un bancal más grande y otro pequeño para huerto. Como no tienen tierras, se ayuda a veces vendiendo alguna cosilla; quizás las bajaba del pueblo de la tienda de su prima Juana, la de la tía Miguela. A la vez, disimulaba su humilde ayuda a los maquis.

Hacia finales del 43 nace su primer hijo. Más de una vez, la abuela Consolación, su madre, recordaba la escena: “parece que lo veo entrar por la puerta, sonriendo, con el chiquillo sentado sobre los hombros, agarrándole las piernas”.

Orchova y algún jornal, así iba malviviendo aquella nueva familia como las demás familias de aquellas humildes tierras.

Por aquellos años se dejan ver los primeros maquis. En El Molino del Marqués, del término de Aras de Alpuente entonces, se pusieron las bases de la Agrupación guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). El sector 11 tenía un grupo, en su mayoría venidos de Francia, que crearon su campamento en el término de Orchova.

Muchas personas de Sta. Cruz, de Higueruelas, de Las Rinconadas, de Orchova estaban en contacto con ellos y les ayudaron como podían; suministrando víveres, ropa, zurciendo calcetines, proporcionándoles cobijo para reuniones, llevándoles correo de un lado a otro.

Adolfo era uno más llevado de aquellas ideas de justicia y libertad que los maquis propagaban. Más de una vez se escapó de peligros que le acechaban; cuentan que los maquis hacían reuniones en su casa, que tenían facilidad para escapar por una pequeña puerta trasera que daba a la acequia y de allí al río… la guardia civil entraba por la puerta normal de la calle. Más de una noche, Adolfo salía por aquella portezuela, ya anochecido y, al abrigo de las sombras de la noche y la espesura de los esperiegos de aquella hermosa huerta, bajaba hasta la desembocadura del barranco junto al río donde cenaban juntos.

Orchova era una orografía perfecta para estas relaciones; cuanto más interior era el rento, río arriba, más alejado estaba de la entrada por donde podía venir la guardia civil. Además, desde los tres o cuatro campamentos que montaron, les era muy fácil a los maquis llegar hasta puntos estratégicos desde donde se divisaba a la perfección todo el río y todas las casas de los rentos. El Molino, Las Casas Quemás y las Casas Nuevas, las de sus suegros, eran como los hogares de los maquis; allí bajaban muchas noches, allí cenaban, charlaban y se sentían protegidos.

!946. Nace su hija Adoración; era el día de Reyes. Por entonces ya el peligro acechaba, la represión se endurecía y nadie se sentía seguro.

De aquellos años se recuerda una mala persona relacionada con alguien de Sta. Cruz aunque era de Corcolilla, le llamaban el Diablo ¡Bandido!, repetía el abuelo Juan, en momentos tristes de recuerdos, y la abuela Consolación asentía, moviendo la cabeza cabizbaja, a los dos les asomaban las lágrimas a los ojos ¡Bandidos, bandidos, bandidos!

Adolfo, Bienvenida y los dos pequeños, de 3 años el niño y de meses la niña, marcharon a buscarse la vida y quizá, con toda la buena fe del mundo, pensando que allí estarían a salvo, al Villar del Arzobispo.

La casica Roger

Un vago recuerdo tengo,
un sutil sueño:
Campos, casas, caballos,
barranco seco;

alegrías truncadas,
fieros designios,
sollozos entre viñas,
tricornios negros.

Negra noche abrileña,
carro en silencio,
frías esposas secas,
caballo negro.

Paredes desconchadas,
terroso suelo,
gritos amortiguados,
dolor inmenso.

Gavilanes feroces,
paloma blanca,
manos amoratadas
vida truncada

Fueron a parar a la Casita Roger, un gran hacendado de aquel pueblo, médico de Valencia y de familia de ricos terratenientes y mineros.

La mujer y los pequeños en la casa. Ella hacía faenas en el chalet de los dueños. Adolfo trabajaba de jornalero en la finca; viñas, oliveras, cereales. Había cinco o seis familias de jornaleros con ellos. Sus compañeros lo recuerdan con tristeza y emoción. Especialmente un muchacho a quien Adolfo doblaba en edad tiene viva su imagen cautivadora: “Era diferente a los demás jornaleros; los otros se veían de otra manera, él tenía un porte señor, aunque sencillo y humilde, era alegre, pero no hablaba mucho. Su caballo era negro y hermoso, y con él hacía unos surcos muy rectos, yo sentía por él una gran admiración. ¡Qué pena!”

“Era el anochecer del 22 de abril de 1947, vimos acercarse una pareja de guardias civiles con sus capas, sus fusiles y sus tricornios brillantes bajo los últimos rayos del crepúsculo”

-Venimos a colgar a pastor.
– Todos pensamos que se trataba de un pastor de ganado.
-No, buscamos a Adolfo Pastor.
– Ahí estará, en su casa.

Lo esposaron, lo subieron a un carro, la tartana que usaba el capataz y familia para ir y regresar del pueblo a la masía en el trabajo diario que les requisaron, y marcharon hacia el pueblo.

Adolfo

Adolfo fue aquel nombre desdichado
Adolfo fue crueldad y villanía
Adolfo fue asesinato y desamparo
Adolfo fue muerte y chirridos desalmados
Adolfo fue tiranía, horror y llanto

El misterio se cierne sobre aquellas horas. A las diez de aquella noche triste de abril, el cuerpo sin vida de Adolfo Pastor estaba suspendido en el depósito del Villar. Dos días después, el 24, fue enterrado en el cementerio civil. En una hoja periódica la época, en una escueta nota calumniosa que dejaba entrever la fuerte tortura a la que pudo ser sometido, se puede leer: ”Ayer murió el bandolero Adolfo Pastor”

Era la Primavera de aquel año 1947.

Muerte de Adolfo

La muerte vino en silencio
Aquella noche de abril,
La luna se quedó inmóvil
Sólo pendiente de ti

No entiende de tu silencio
Ni de lo que pasa allí,
Las estrellas asustadas
Tampoco quieren salir

Noche de lobos parece,
La trae la Guardia Civil,
Aquellos tricornios negros
Tiñen de negro el carmín

Las manos llevas atadas
Porque no te puedas ir,
tus piernas no te sostienen,
y te arrastran hacia el fin.

Acecha tu compañera
En recodos carmesí,
Sin esperar que sosiegues,
Está sedienta de ti.

La negrura de la noche,
Te azuza aquel perro vil
y te arranca en el silencio
sin que tengas un mastín

que te defienda en la noche,
las rosas de tu jardín.
y destroza tus claveles.
Sólo te queda el jazmín

Nuestra madre: Bienvenida

Trasnochadas

Junto a la lumbre, en la noche,
dos mujeres enlutadas,
sobre su falda, apoyados,
chafan los niños sus caras.

Pasan las horas nocturnas,
Charla que charla…
Tienen mucho que contarse,
son desdichadas…

Un hombre dejó a la una,
con un chico y olvidada,
con dos se quedó la otra,
y vestida de mortaja.

Las dos viven, aunque muertas,
de odio y pena envenenadas.
Las dos siguen el camino
de negra lucha diaria.

Cuando el rescoldo es ceniza
y casi los gallos cantan,
cada una, con sus crías,
se retiran a la cama.

Historias de Maquis

* Expresidente y responsable de desaparecidos en la Asociación “La Gavilla Verde”. Activista iaioflauta barcelonés. Catalá y Manchego de Cuenca, al fondo a la izquierda en Las Rinconadas. Otras notas del autor

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