O nos metemos en política o esto no cambia
Viendo el panorama mejor no delegar. En demasiadas ocasiones la política se convierte en el refugio de personas que desean un rápido ascenso social. Esto ha comenzado a cambiar dado el desprestigio de la profesión. Precisamente ese es el problema, cuando una vocación por cambiar las cosas y el servicio público -o bien la noble lucha por unas ideas y por construir una sociedad nueva- se convierte en una profesión, pero endogámica. Veamos más claramente: Cuando el garantizarse pertenecer al grupo gestor de la res-pública necesita superar un filtro de personas ya instaladas en el poder, y que estas a su vez eligen o reclutan equipos que han de ayudarles en su trabajo, y que a su vez van a adquirir las claves de cómo controlar o mantener el mando y a quienes recurrir o con que métodos mantenerse, se está designando ya a los candidatos y candidatas a la sucesión, sin participación de nadie más.
Cuando además estas situaciones se dan en medio de la actual política espectáculo y con total ausencia de control y transparencia, solo los cooptados y cooptadas están en la foto y son conocidos o conocidas. Además hacen favores, promueven ascensos o ceses y en consecuencia van tejiendo su propia red clientelar que, sumada a la del jefe o la jefa, terminan fabricando un controlador, que no un o una líder. En el estado español hoy hay muy pocos líderes que en ciencia política y sociología política merezcan tal nombre, y todos y todas ellas se encuentran o bien en el mundo local y circunscritos a él, o bien en organizaciones, movimientos y plataformas periféricas de las opciones de poder político de carácter general.
Uno de los problemas a la hora de articular una resistencia seria, una convergencia política importante es precisamente la ausencia de liderazgos, y los liderazgos no son negativos excepto si son excluyentes y autoritarios. Esta fase -la de negar cualquier tipo de liderazgo- ya la tiene superada una de las pocas izquierdas reales e influyentes del mundo, la latinoamericana. Pero ojo, sus líderes son revocables -como en Venezuela, por ejemplo- y por imperativo constitucional.
En el estado español hoy en día hay demasiadas personas grises mandando -porque mandan, y mucho- es decir se sustituye al líder conocido, reconocido y por tanto “derribable” por el dirigente oscuro, burócrata y, como mucho, fruto del compromiso de grupos de notables. Nadie expuesto a la crítica y a ser el reflejo de amplias voluntades populares.
Cuando en sociología se habla de liderazgos no se está hablando de dictadores. En cualquier caso, hablaremos de carisma y de reflejo en ciertas personas u organizaciones de la voluntad colectiva de superar situaciones o construir una nueva sociedad. Pero como en el estado español hace ya tiempo que se sustituyó el liderazgo por el profesional o la profesional cooptado por un grupo de personas grises pero muy autoritarias, pues claro, nadie quiere liderazgos al identificarlos como tales, por culpa de los “media” masivos y desinformadores. Pero surgen. Por nombrar solo dos: Ada Colau y Sánchez Gordillo. También lo fueron Felipe González y Julio Anguita, o Nicolás Redondo y el inolvidable Marcelino Camacho.
Bien, la pregunta será ¿Qué propone esta persona? En primer lugar no permitir que las profesionales y los profesionales nos aparten de la política. Que personas grises no brillantes y poco inteligentes y preparadas -aunque muy marrulleras- nos usurpen el derecho a pensar, proponer y decidir políticamente. Si al menos fueran capaces de arrastrar con su verbo y su acción, pero claro entonces no serían grises y si serían líderes verdaderos no fabricados ni inventados por la prensa corporativa o los gabinetes de imagen de ciertos grandes o ex grandes partidos.
Es terrible comprobar cómo en estos graves momentos de una durísima crisis económica, social y política, la democracia representativa entra merecidamente en barrena de credibilidad, pero la falta de visión, inteligencia y valor -valentía- de muchas y muchos dirigentes impide que se conformen las estructuras sociales que nos permitan avanzar hacia movilizaciones generalizadas destituyentes.
Si bien el poder, el poder verdadero que emana de la oligarquía bancaria y especulativa a través de múltiples medios a su disposición -pues son de su propiedad- han logrado generar una desconfianza suicida pero generalizada entre las clases populares y las víctimas de la crisis en su propia capacidad de movilización y de auto-organización, y esa sería la clave de la revuelta imprescindible. Esto provoca que solo en ámbitos muy concretos o sectores laborales muy identificados estallen las luchas, y además con éxito de movilización en asuntos sectoriales, pero con escaso éxito en los generales.
El caso es que la solución a esta crisis es política. Hemos de construir nuevos sujetos políticos no identificados ni identificables con el régimen caduco del 78. Eso exige la voluntad de permitir la construcción de ese ente socio-político unitario y acompañarlo por parte de los ya instituidos. Además la lucha institucional, aún siendo importante, no puede ser el eje vertebrador de una resistencia popular capaz de articular una ofensiva política.
Pero en eso estamos y no olvidemos que hay ya varias iniciativas en marcha. Sé que escribir lo que a continuación voy a expresar me resta amigos y no voy en contra de ellos, pero IU no es SYRIZA. Por tanto, hacen falta más voluntades como en SYRIZA. También hace falta construir algo nuevo y diferente como SYRIZA. O como el MVR o la Alianza PAIS o el Movimiento al Socialismo. Tampoco en este estado nadie habla de un Txipras con posibilidades muy importantes de gobernar, y eso solo ya debiera hacer pensar a muchas y muchos. No lo disfracemos.
Quien no sea capaz de reconocerlo y de promoverlo no permitirá que salgamos del actual impasse político y movilizador. Por tanto y mientras tanto, creo, hemos de construir un liderazgo colectivo. Potenciar y crear nuevas iniciativas no comprometidas que nos hagan recuperar soluciones ocultas por el momento como el reparto. El reparto de la riqueza y el incremento del sector público. Socializar la banca, nacionalizarla, crear la banca pública y de esa forma tomar la única medida que puede cercenar el poder de la oligarquía y la plutocracia del estado español, que sigue siendo la misma que nos dominó durante la dictadura franquista.
Pero de cara a las estructuras políticas y partidos ¿Qué? Pues que los cargos sean revocables. Cada persona un voto también en las organizaciones políticas y selección publica, democrática y participativa de las y los candidatos en cualquier instancia institucional.
Para recuperar el crédito de la política y la voluntad del pueblo de hacer política hay que tomar medidas muy diferentes y transparentes de seleccionar a las personas que nos puedan representar en política. Porque hacer política es cosa de todas y todos.
Termino diciendo que creo en la capacidad de organizarse las personas. Creo en la posibilidad de importantes movilizaciones populares. Creo en la capacidad colectiva. De la misma forma que creo en Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Múgica, Jean Luc Mélenchon o Alexis Txipras. Por cierto, como sé historia y ahora que recordamos el golpe de estado fascista que dio lugar a una guerra por defender la República, podemos recordar a líderes anarcosindicalistas -y repito, líderes- como Federica Montseny, Buenaventura Durruti, García Oliver, Cipriano Mera, o Marianet R. Vazquez. Si pensamos en socialistas, Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto, Juan Negrín o Ramón Lamoneda. Los comunistas Juan Modesto y Dolores Ibarruri o los repúblicanos Manuel Azaña y Casares Quiroga, o tantas personas que en sus respectivas ocupaciones fueron capaces de resistir, en condiciones desiguales y plagadas de dificultades, durante tres años. Si bien papeles centrales como los de Largo Caballero, Azaña o Juan Negrín según las circunstancias y avatares de cada momento, fueron claros. Aunque todas y todos ellos como personas cometieron errores. En estos momentos también necesitamos, partiendo de un liderazgo social colectivo, construir nuestros referentes sin imposiciones y sin publicidad. Pero sobre todo necesitamos articular un amplio frente social unitario y por el cambio de la situación que vivimos. Para lograr el cambio y la regeneración hemos de meternos en política.