Los palestinos conmemoraron el pasado miércoles su tragedia (nakba, en árabe), el desarraigo y el exilio de más de 700.000 personas, casi un tercio de su pueblo. Ha transcurrido mucho tiempo. Hace ahora 65 años que fueron expulsados de sus tierras para que el sionismo implantara, con el apoyo financiero internacional, el Estado de Israel. Después de las intifadas y los muertos, en la guerra larvada que libran contra la ocupación israelí en todo este tiempo, los palestinos han podido conseguir un autogobierno, a través de la Autoridad Palestina en los territorios de Cisjordania y Gaza. Israel se niega a que nazca un Estado palestino. En la realidad, estos territorios "autónomos" padecen una política de apartheid consentido por la Comunidad internacional, que no obliga a los gobiernos israelíes a acatar las resoluciones de la ONU.
Los saharauis son también un pueblo en la diáspora, ocupado militarmente desde 1976 por Marruecos. Nada hace pensar que la corrompida monarquía alauita y sus aliados, Francia. EEUU y España de comparsa, vayan a aflojar el dogal y sentar las bases para que el Sahara Occidental sea un estado independiente. La postura intransigente de Marruecos es puramente colonialista. Pretende que el Sáhara sea una provincia autónoma. Como los saharauis no ceden, la táctica es dejar que el tiempo haga su labor de desgaste. Mientras tanto, más de 300.000 saharauis llevan 37 años refugiados en Tinduf, la parte más desolada del desierto argelino. Las Naciones Unidas tampoco hacen cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad a los gobernantes marroquíes.
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