Paro: datos poco esperanzadores y alternativas sociales necesarias
Según los últimos datos, en el estado español el tercer trimestre, el paro se incrementó un 21’5%. Esto significa que casi 5 millones de personas (4.978.300 para ser exactas) no tienen trabajo y que hay 1,43 millones de familias sin cabeza de sus componentes con un trabajo remunerado. Los que no han conseguido trabajar desde hace más de un año superan los 2,1 millones. La situación es peor para los jóvenes con una tasa de paro del 45,8%.
Estos no son los únicos datos negativos. Las publicaciones de los organismos oficiales anuncian un panorama sombrío: el Eurostat muestra que la tasa de paro de la zona euro aumentó un 10,2 % en septiembre de 2011. La OCDE, en una nota dirigida especialmente al G-20, afirma que las tasas de paro se acercan de forma peligrosa a los máximos registrados durante la gran recesión de 1929.
Pero la información más preocupante es de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) que prevé un "déficit de puestos de trabajo masivo entre los miembros del G-20 el año que viene", si la desaceleración de la economía mundial continúa.
El paro, por lo tanto, se ha instalado de manera cruenta en las economías adelantadas y sólo el sector público puede hacer algo por atenuarlo. En cambio, desde diferentes puntos se presiona a las administraciones públicas para que reduzcan el gasto. Seguimos siendo prisioneros de la ideología neoliberal que causó la burbuja inmobiliaria y ahora impone “sus soluciones” pese a que las evidencias indican que se habría de actuar en sentido contrario.
No menos inquietante es el informe sobre el paro juvenil que la OIT publicó hace unas semanas. Según este, entre 2008 y 2009, el número de jóvenes desempleados en el mundo registró un aumento sin precedentes de 4,5 millones. También creció el número de jóvenes que sólo consigue un trabajo a tiempo parcial. Estos datos no hacen otra cosa que confirmar lo que la gran mayoría de la población nota día a día: que la crisis impacta más en las nuevas generaciones que en las adultas. Y demuestran, también, que las políticas laborales de la mayoría de los gobiernos están fallando a la juventud.
El paro juvenil y los recortes sociales se relacionan directamente con el debate actual sobre el envejecimiento de la población y ponen de manifiesto que este debate está mal planteado. Para mejorar la tasa de dependencia (relación entre jubilados y ocupados) se debería formar y garantizar un trabajo estable y bien remunerado a los jóvenes. Así podrían trabajar en mejores condiciones que ahora y con mayores niveles de productividad. Al fin y al cabo no sólo permitiría compensar de forma sobrada el incremento de jubilaciones previstas para los próximos años, sino también asegurar que los actuales estándares de vida se continúen manteniendo y mejorando.
En cambio, las políticas de austeridad están sacrificando las futuras inversiones en educación, sanidad, infraestructuras y en otros programas sociales. Esto todavía perjudicará más la productividad y la inserción laboral futura de los niños/niñas y de los jóvenes, que deben ser los trabajadores/ras de mañana.
Como acabamos de ver, los organismos oficiales relatan de una manera bastante objetiva la crudeza actual y futura del paro. En cambio, no son capaces de dejar claro cómo superarlo, dado que su marco conceptual también está contaminado por las políticas neoliberales.
En una parte del informe sobre el paro juvenil, la OIT afirma que los gobiernos “se esfuerzan para encontrar soluciones innovadoras”. Pero al leer la enumeración de estas “soluciones” sólo hay referencias genéricas a las campañas de información a los jóvenes y demandas bondadosas al sector privado para que se anime a contratarlos.
Por parte suya, el Eurostat indica que la tasa de inversión empresarial se redujo ligeramente en el segundo trimestre de 2011 respecto del primer trimestre. Por lo tanto, no hay estímulos desde el sector privado, pese a las demandas de la OIT.
Mientras tanto, la retórica neoliberal intenta hacer creer que los recortes presupuestarios no malograrán el crecimiento económico y que en todo caso evitarán un crecimiento nocivo. Esta concepción cala entre sectores amplios de la población. ¡Patético!
Pasamos ahora a reflexionar sobre el paro en el estado español y como habría de evolucionar la economía en la próxima legislatura con tal de garantizar la plena ocupación.
Como recordábamos al principio, hay unos cinco millones de parados. También hay un número considerable de sub-ocupados con contratos a tiempo parcial a los cuales les gustaría trabajar a tiempo completo. ¿Qué hace falta para reducir estas cifras en un periodo de cinco años? Es evidente que haría falta crear más de seis millones de puestos de trabajo. Esto representa un crecimiento de la ocupación próximo al 26 %. Para conseguir este hito, el PIB habría de aumentar más, dado que debemos descontar el crecimiento de la productividad. Si juntamos todo esto, un crecimiento de la ocupación del 26 % en los próximos cinco años probablemente requeriría un aumento del PIB de más del 30%, lo cual equivale a un 6 % anual. Este nivel de crecimiento pocas veces se ha conseguido en el pasado.
Para garantizar un crecimiento económico de esta envergadura, sería necesaria una intervención más decidida de las administraciones públicas. Es cierto que la intervención de los Estados no es la panacea para todos los males. Pero debe garantizar la red de seguridad mínima para superar las adversidades más malignos en cualquier sociedad.
Otra medida complementaria debería ser la política de redistribución del trabajo que combinara la eliminación de las horas extras con la reducción de la jornada laboral.
Ahora bien, como acabamos de ver, la política económica dominante no va en esta dirección hoy por hoy. Si no somos capaces de darle la vuelta, hace falta hacerse a la idea que la desocupación masiva quedará enquistada aquí durante un tiempo. Por esta razón, las propuestas políticas no pueden limitarse a generalidades sobre la necesidad de crear puestos de trabajo, aun cuando los puestos de trabajo son importantes y posibles de crear. También se han de incorporar medidas sociales por hacer frente a la desigualdad, a la insuficiencia económica y a las tensiones que la prolongación del paro masivo pueden ocasionar a la población.
* Publicado en Reus Digital