Perspectivas de la crisis para 2013: seguiremos en aguas turbulentas
Antes de reflexionar sobre perspectivas de la crisis durante el próximo año, es útil echar un vistazo a lo que se dijo al iniciar 2012, o incluso mucho antes, cuando la crisis ya se dirimía con crudeza.
A menudo, las predicciones económicas son inexactas. Esto no sólo vale para las previsiones de los economistas del sistema. También es extensible a las predicciones de los partidos de izquierda y del movimiento sindical, que hace cuatro o cinco años anunciaban en sus congresos, subiendo el tono de voz, una etapa que terminaría con esta crisis y mejoraría los derechos de las clases trabajadoras. Paradójicamente, en los congresos celebrados recientemente, no ha habido, en general, ni autocrítica por falta de previsión, ni propósito de enmienda.
Ahora las previsiones oficiales reconocen – ¡qué remedio! – que 2012 ha sido un año malo y anuncian una mejora para 2013, profetizando que en el mágico 2014 se saldrá del túnel. Son previsiones similares a las que nos anticiparon para el 2012, pero sumando un dígito.
En los Cuadernos de la Cárcel, Gramsci indicaba que "prever significa únicamente ver claro el presente y el pasado como movimiento. Ver claro: es decir, identificar con exactitud los elementos fundamentales y permanentes del proceso". Pero añadía que "es absurdo pensar en una previsión puramente "objetiva”. Quien hace una previsión tiene en realidad un programa que quiere hacer triunfar, y la previsión es precisamente un elemento de este triunfo"
De las palabras de Gramsci podemos deducir que las previsiones de quienes defienden los intereses de la burguesía no pueden coincidir con las de los que queremos defender los intereses de las clases trabajadoras ya que sostenemos programas de acción diferentes y confrontados.
Para algunos, la tarea principal del momento es "luchar contra la crisis". A veces se dice que la prioridad es "la lucha contra el paro". Se olvida que crisis y paro conforman dos elementos de la coyuntura y la verdad, a estas alturas ya deberíamos saber que no es aconsejable pelearse con los elementos. La previsión, en todo caso, sirve para comprender cuál es la coyuntura en la que nos toca actuar y encauzar así la lucha.
La experiencia de 2012 confirma, en mi opinión, que el capitalismo está empantanado en una larga depresión. En algunas ocasiones he hecho un paralelismo con la depresión que se inició en 1929. Hay quien también defiende que las similitudes son con la crisis de los años 1880, 1890. Personalmente, cada vez me siento más tentado para tomar en consideración esta última observación, pero lo dejo para otro momento. En todo caso, ambos paralelismos tienen la virtud de poner al descubierto la gravedad del asunto.
Sin embargo, no deberíamos olvidar que esta crisis se ha desatado en el siglo XXI, en plena época del capitalismo neoliberal y con unos niveles de globalización hasta ahora nunca vistos. Una de las peculiaridades es, precisamente, la fuerte incidencia de los países emergentes situados fuera del centro capitalista tradicional, hecho este último, que no tiene precedentes.
Por suerte, los países emergentes continúan creciendo, lo que ha contribuido a atenuar la crisis a nivel mundial, pero su crecimiento se ha desacelerado durante 2012. India está creciendo sólo un 5% anual, frente al 9% a principios de 2011. China se está encaminando hacia un 7% cuando antes crecía el 10%. Brasil se ha sumergido de nuevo por debajo del 4%. Estas tasas de crecimiento son mejores que las de las economías capitalistas maduras, lo que no debería sorprender ya que en la periferia se está reproduciendo una situación similar a la de los períodos conocidos en el centro como "acumulación originaria de capital": Las economías emergentes deben absorber una afluencia masiva de campesinos a las ciudades donde progresa el empleo urbano, de modo que necesitan crear nuevos puestos de trabajo y pagar salarios que, como mínimo, permitan garantizar la subsistencia. Por lo tanto, el crecimiento económico en estas economías es probable que sea similar al de 2012 y en algunos sitios incluso un poco mejor, pero insuficiente, en todo caso, para arrastrar la economía mundial a una recuperación.
En cuanto a la tasa de paro, en la mayor parte de Europa está igual o peor que antes y el paro juvenil bate récords. Por otra parte, el hecho más preocupante es que cuando alguien se queda sin trabajo, sus posibilidades de conseguir otro son prácticamente nulas y sólo se puede acceder a empleos precarios.
La evolución del desempleo no es independiente de la marcha general de la economía productiva que no se acaba de recuperar. Hay dos razones por las que la recuperación no se produce.
La primera es que "la tasa de ganancia" en la economía más grande y más importante del capitalismo, la de EEUU, está todavía en su fase descendente y algo parecido ocurre en el resto de las economías centrales. Esto ha reducido el incentivo para llevar a cabo nuevas inversiones. Es evidente, en cambio, que se está producido un incremento en la tasa de explotación y que esta tasa se seguirá incrementando durante 2013. Pero aunque las condiciones laborales empeoran, no hay un movimiento de los capitales hacia la economía productiva capaz de poner fin a esta larga depresión. Los capitalistas se limitan, en todo caso, a intentar exprimir al máximo las posibilidades de lucrarse con las inversiones realizadas años atrás y hacer crecer su masa de ganancia. Por ello, no es muy aventurado predecir que la tasa de ganancia de EEUU no se recuperará sino que caerá de nuevo durante 2013 y que la inversión productiva continuará estancada.
La segunda razón se encuentra en el enorme aumento de la deuda o del crédito. Como ya he explicado en otras ocasiones, el endeudamiento masivo de las familias y en parte de los gobiernos, permitió retrasar la crisis subyacente fruto de la sobreproducción capitalista y estimular la burbuja de la vivienda de propiedad en los EE.UU. y en otros lugares, entre los que el Estado español ocupa un lugar destacado.
En los últimos años, una buena parte de esta deuda ha sido asumida por los gobiernos que han tenido que hacerse cargo del rescate bancario. Así, la compra de deuda pública se ha convertido en un negocio muy lucrativo para muchos capitales que antes se dedicaban a especular en el negocio inmobiliario y en otros negocios similares.
Durante el 2012 los gobiernos de las economías capitalistas centrales han impuesto una austeridad muy perjudicial. Pero la austeridad no desaparecerá así como así, porque es una apuesta estratégica de los grandes capitalistas. No se trata de una manía ideológica como afirman algunos ilusos. Es una opción de clase. Los gobiernos capitalistas de todo el mundo harán todo lo que esté a su alcance para descargar el peso de su endeudamiento sobre las espaldas de los de abajo, aunque esto difícilmente evitar que la deuda pública siga subiendo.
Lo peor, probablemente está por llegar. Las políticas patronales seguirán empeñadas con las congelaciones salariales y los despidos. El dilema de la rentabilidad se colocará en el centro del debate. Estaremos por tanto ante la configuración de un capitalismo cada vez más nocivo, donde difícilmente habrá lugar para las políticas socialdemócratas y amigables con el sistema.