Petrus y Paulus ante los leones
Nònimo Lustre. LQSomos. Agosto 2017
Petrus de Berbería.- ¡Salam, habibi Paulus de Arabiya, alguacil de los Creyentes!,
Paulus de Arabiya.- ¡Salam aleikum Petrus de Berbería, alfaquí del Código y albacea de la Fe!,
Petrus.– Habibi Paulus, salud. Aunque hubiera preferido vernos en mejores momentos, es para mí un gran consuelo tenerte a mi lado en esta hora de grandísima tribulación.
Paulus.- Lo mismo digo, alcalde de la Alberca Santa. Idem eadem idem. Henos en la arena del circo donde, si es voluntad del Altísimo, serviremos de aliño para los leones.
Petrus.– Así es, alcaide de la Ciutat Pecaminosa. Inicua es la sentencia que nos ha condenado a la damnatio ad bestias; ser devorados por las bestias salvajes… salvajismo judicial puro. Pero dura lex sed lex… Sólo podemos esperar que nuestros verdugos carnifex no sean cerdos sino leones.
Paulus.- Henos aquí, expuestos a la mofa de la plebeya bazofia, sufriendo el martirio por nuestra fe.
Petrus.- El martirio… la shahâda. Y nosotros dos, los shahîd, los mártires.
Paulus.- Consolémonos porque no somos los primeros mártires. Recordemos que la primera mártir fue una mujer, la Santa Sumaya, esposa de San Yasir y madre de San Sahaba Ammar. Y, aquí en Hispania, siempre hubo mártires como los de la batalla de Tarifa de 1.340, aquellos valerosos cadíes, alfaquíes, visires y játibes.
Petrus.- Y, setenta años después, también dio testimonio shahada el venerable alfaquí Ben Asim de Antequera -luego llamado correctamente Al Shaid-.
Paulus.- Bien dicho habibi porque, sobre todo, el martirio es testimonio de la fe, entre ellos y entre nosotros.
Petrus.- Pero, nosotros dos, como alcalde y alcaide, ¿por qué causa somos mártires?
Paulus.- [se escuchan rugidos] Pertinente pregunta. Oigo cavernosos rugidos. Somos mártires, ¿por qué y a causa de qué? Dijo el Altísimo: “Quien ha sido asesinado por la causa de Dios es mártir / Quien muere por una epidemia es mártir / Quien muere en el vientre de su madre es mártir / Quien muere ahogado es mártir”.
Petrus.- Alguacil de los Creyentes, nosotros somos shahid no sólo por la Fe sino por algo que está muy por debajo de Ella. Somos mártires porque nos enfrentamos a dos imperios y en la batalla nos faltó la fuerza. Hoy por hoy, nos han vencido el Imperium Matritensis y el Imperium Tarraconensis.
Paulus.- Ya huelo el agrio aliento de las bestias. Triste y sin decoro es que nos sacrifiquen nuestros primos. Poco caso han hecho de la divina palabra: Hemos dado el libro de la ley a Moisés y le hemos hecho seguir de otros enviados; hemos concedido a Jesús, hijo de María, signos manifiestos de su misión y le hemos fortificado con el espí¬ritu de la santidad [sura II, aleya 81].
Petrus.- No menos han olvidado lo que nos prescribió en otra aleya santa: Los que siguen la religión ju¬día, y los cristianos, y los sabios, en una palabra todo el que cree en Dios y en el Día Final y que haya obrado el bien: todos estos recibi¬rán una recompensa de su Señor, el temor no les alcanzará y no es¬tarán afligidos [sura II, aleya 59].
Paulus.- Somos como los primeros cristianos; a veces matamos a Hipatia, es cierto, pero estos infieles de nuestros días son vengativos sin mesura. Aun así, triunfaremos. Como al final han triunfado aquellos díscolos hermanos menores que, igual que nosotros, también eran nietos de Abraham, hijos de Myriam y hermanos de Jesús.
Petrus.- Sí, pero mientras tanto…
Paulus.– Mientras tanto, magra cosecha: hemos conseguido que Barcino y Tarraco toleren la invasión del César Filipón Ibericus y de su actual popea, la sórdida Laetitia del Foro, siempre alabados por su guardaespaldas Rajonero de Gallaecia, un alfeñique alias Bocachancla de la Alcahuetería. Lo peor de la peor alcurnia.
Petrus.- Y no te olvides de Máximo Tarraconensis, más conocido como Cabeza Pilosa, el que sufre diarios alifafes por ser el guardaespaldas de los millonetis catalanensis.
Paulus.- También hemos conseguido que la plebe del anfiteatro aplauda a los Iuvenes Exquadrensis, los que apalean en su comisaría, los que odian a los okupas, los que matan y dejan tuertas a señoras y señores.
Petrus.- Y para colmo de males, ahora destruyen la alhóndiga de la patria tarraconensis, violentan sus alcabalas y saquean sus almacenes esos otros castellanensis, los que se dicen fieles de la Almudena, los Picocarnifex del tricornio, los que alardean de esquirolear de gratis, los visires de las alcantarillas del Estado.
[en pantalla van saliendo sus caretos: Filipón, Laetitia, Rajonero de Gallaecia, Máximo Tarraconensis, los Iuvenes Exquadraticus y, para remate, los Picocarnifex].
Paulus.- Menos mal que está cerca la Diada Tarraconensis. De lo contrario, ya habrían subido a cinco el nivel de emergencia antiterrorista y tendríamos a la tropa castellanensis en las calles de Barcino, imagínate mayor desgracia, ¡nuestras aldeas y alquerías holladas por esos jenízaros de almoneda, perros incircuncisos, indios mercenarios!
Petrus.- Sí, ante la más que previsible indignación de los tarraconensis, los infieles se han arrugado. Para gran disgusto de Filipón y de Rajonero, claro está.
Paulus.- Y, aunque no lo diga, hasta de Cabeza Pilosa, el visir de la Almohada de Espinas. Pero, calla habibi Petrus, ¿qué oigo?, ¿y esa algazara?, ¿qué es ese ruido de alfanjes o de poternas que se levantan en la alfajía del circo?, ¿será el acto final de nuestra damnatio ad bestias?
Petrus.-[se escucha una algarabía en el graderío del circo y ruido de rejas que se levantan] Nuestro almanaque se extingue… ¡Están saliendo los simbas sin melena, los Picocarnifex, los sayyad más sanguinarios!
Paulus.- ¡Oh, habibi!, con unos corderos hemos hecho una oveja vieja; o, como dicen los almibarados castellanensis: hemos hecho un pan con unas hostias. Recemos: Los que sacrifican la vida de aquí abajo por la vida futura combatan en la senda de Dios; que sucumban o que sean vencedores, les daremos una generosa recompensa [sura IV, aleya 76].
Petrus.- Dios es ú akbar, el más grande pero, ¡malhaya!, ¿los ves?, ¡no son nuestros leones familiares sino esas bestias ignotas a las que llaman tigres con sombrero de charol!
Paulus.- Es para mejorar la ambientación histórica; todavía no nos creen europeos ni siquiera magrebíes. Algo de razón no les falta porque, en origen, somos asiáticos cual cristiandad primitiva…
Petrus.- Cuales los vidriosos cuñados de la Arabiya, de ayer y de hoy. Paulus de la Arabiya fértil -no de la otra-, saíd infinita.
Paulus.- Ya huelo su hedor, ya me salpican sus babas… pero… Algo hicimos mal.
Petrus y Paulus.- ¿La Historia nos absolverá?