Pijódromo
Jesús Gómez Gutiérrez*. LQSomos. Octubre 2017
Jueves, 12 de octubre. Las fuerzas vivas de la reacción, que están vivas por exceso de cocaína y cubatas, han dicho a sus turistas más desahogados que se pasen por Madrid el día de la hispanidad. Y, en la madrugada del centro, a pocas horas de que el touroperador ideológico diga que la nación o la ciudadanía es el guiri interior que él mismo ha traído, van por las calles con un ¡vivazpaña! en dos modelos: el de la Sevilla pija —por entendernos— y el de la legión provinciana de pega, porque hay más cabras que legionarios. Gritos, insultos, meadas en las esquinas y rojigualdas sueltas si van en tropel; cabecitas bajas y banderas dobladas si van solos. Uno de los grupos se pasa cuatro pueblos con un par de profesionales de la Gran Vía, que no suelen ser pusilánimes; y las doñas —mal castellano y peor inglés— les dicen lo que vendría a ser un a la mierda, tontos del culo. Naturalmente, los patriotas tiran de golpes y, naturalmente, se encuentran con todas las sombras que puede llegar a ocultar la antigua Avenida de los Obuses, más oscura ella en su fiesta de luz que el peor descampado del extrarradio. Esto va a acabar mal, pienso. ¡Fuera!, ¡largo!, dicen los defensores; ¡ña! ¡ña! ¡ña!, dicen los nacionales y, entre sus ña, ña y ña —Esspa o Ejpa, según— un Hala Madrid con acento gallego del Ferrol del Caudillo, como es lógico. Y entonces, la madera: UIUIUIUIUIUI. Las profesionales y sus defensores tienen el buen juicio de huir. Los rojiguáldicos gritan más que nunca, entusiasmados con lo que parece ser la llegada de su 7º de caballería, del que esperan —también lógicamente— palos para los rojos y abrazos para los nacionales. Y el 7º aparece, ya te digo; llega por Callao a toda velocidad, frena antes de la Red de San Luís y ah, oh, desaparece hacia Alcalá. Tremenda decepción. «¿Qué hacemos ahora?», dicen sus ojos. Por algún motivo, tres de los más jóvenes se lían a hostias con la pared del edificio de Telefónica, lo cual disgusta al señorón y las señoronas que van con ellos hasta que lo arreglan a base de cultura: ¡vivazpaaaaaña!. Dentro de poco, Cuzco, el Bernabeu, Colón. Fachódromo, sí; pero, sobre todo, pijódromo.