Poemas s-u-e-l-t-o-s

Poemas s-u-e-l-t-o-s

Vari@s autor@s. LQSomos. Febrero 2017
poesia26Mi patria

Si quieres saber cuál es mi patria no la busques en los mapas,
no la busques como quien busca un difícil nombre bajos las piedras,
no la busques como quien busca su propia osamenta entre las sábanas.

Búscala como si fuera Ítaca,
como si fuera tan ancha , tan silvestre, tan oceánica,
búscala en los pájaros que sobrevuelan la buena nueva de los partos.

Busca mi patria en la tierra y el arado,
en las luciérnagas,
en la costra infecunda de los olvidos,
en los libros que oxidan la vista hasta cegarnos.

Búscala en las calles asfaltadas con corazones precarios,
en las casas donde la vida es una ausencia
creciendo igual que un minotauro salvaje.
Busca mi patria en las palabras.

Aquí o donde nuestros ojos no alcanzan.

En las palabras está mi patria.
En cada palabra que llama,
en la palabra -pan, en la palabra-herida,
en la palabra.

Si quieres saber cual es mi patria, fascista,
búscame allá donde tú la decapitas.

Silvia Delgado Fuentes
.-.-.-.-.-.

Puta

En la barra la vieja vestida de rojo,
hablando la vieja, sola.
Hay más gente, pero nadie la mira.
¿Quién quiere mirar a una vieja
de rojo la vieja que habla sola?
¿Y qué dice? ¿Quién la entiende? Está ob
viamente loca.
Un nombre aquí y un nombre allá,
la ciudad donde estuve, los sueños que tuve,
lo que pasé, lo que paso, mis hechos y mis amantes.
Hay más gente, pero sólo hay mundo
en la puta vieja que imparte su lección.
Tan tan clara que ha sido (tan explícita: tan bella).
¿Quien quiere escuchar a una vieja
de rojo la vida que habla sola?
La vida, no un juego infantil.

Jesús Gómez Gutiérrez
.-.-.-.-.-.

Desde el instinto

Es el ojo donde sé que está lo que no veo,
donde intuyo todo aquello que no alcanzo.
Las promesas que te haré cuando llegues a mi
instinto y un estremecimiento familiar como un amigo imaginario me señale el lugar donde has entrado.

Es el sueño disfrazado de visita que me abstrae y me ausenta de lo que hago,
y que todos reconocen como babia sin precisar cuando pregunto lo que es,
que su silencio me confirma que lo ignoran.

Son los momentos que sobresalen en los recuerdos que no he olvidado.
Y son los instantes que no han llegado y no comprendo.

Es el sabor de esa piel que siento tuya y que imagino a mi pegada que me provoca una erección inapropiada en un momento indeseado.

Es del sentido que está emergiendo en lo humano y que sabemos su resultado sin entender de dónde surge cuando te digo sin conocerte que sólo sé cuánto te amo.

Benjamín Lajo Cosido

.-.-.-.-.-.

Calle arriba, calle abajo, los niños

Calle arriba, calle abajo, los niños entran y salen del Colegio.
A los más afortunados, sus mamás les van a buscar
Porque tienen miedo de que cualquier sacamantecas
Les ofrezca Golosinas y ricos caramelos.
Mientras, en la alameda olvidada
Los niños de los emigrantes juegan a tirarse peras
Cogidas de la ramita más alta de un peral, donde
Allí, entre las ramas, canta una totovía:
“Todavía hay muchos niños y niñas que
Que no celebrarán la Navidad
Porque sufren por causa de las guerras.
Otras muchas echan sangre porque las han casado a la fuerza
Con malditos hombres de turbante
Que a las mujeres dan garrotazos y a las niñas morcillazos.
Muchas otras han desaparecido vendidas como pavas
A ricos mercaderes proxenetas”.
Mirad: Las niñas de este corro del campo de refugiados
Entre Turquía y Grecia
No podrán cantar esta y, quizás ninguna otra Navidad
“El patio de mi casa”:
“El patio de mi casa es particular
Cuando llueve se moja como los demás.
Agáchate y vuélvete a agachar
Que los agachaditos no saben bailar.
Hache, i, jota, ka, ele, eme, ene, eñe, a
Que si tú no me quieres, otro amigo me querrá.
Chocolate. Molinillo, corre, corre, que te pillo.
A estirar, a estirar, que el demonio va a pasar”.
Que pase el demonio, que pase el mal de los hombres
De unas vez por todas
Que tanto daño a los niños hacen.
¿Es que no os habéis cansado, maldito blanco, moro viejo
De hacer tanto daño a las madres y a sus hijos?
Los luceros del alma, las estrellas de Navidad
Los luceros de nuestros quereres
Son los niños y niñas que miran al cielo de nuestros ojos
Confiados en ver la corriente del amor sereno
Y la paz duradera.

Daniel de Culla

.-.-.-.-.-.

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