Que se reforme la constitución hasta que no la conozcan ni sus padres
Toda la vida oyendo decir que la constitución monárquica española era tan inmaculada que no podía tocarse para no mancillar su castidad y pureza democrática sin igual, y mira por donde, era como las demás leyes, susceptibles de ser reformadas. Y claro, cuando nos decían que este magno documento no podía ser modificado porque iba a caerse nuestro mundo en pedazos en un caos sin igual, e incluso los monárquicos rezaban para que el sexo de la descendencia de Felipe se ajustara a su constitución, nos dicen que es posible. Esto es maravilloso, se ha obrado un milagro que como viene sucediendo en los últimos tiempos se debe a la cooperación necesaria del PSOE, para hacer los sueños de su ancha ala neoliberal, y del PP realidad y sumergirnos al resto de los mortales en una pesadilla sin final.
Qué alegría y que alborozo llena mi alma de gozo, quizá ahora se pueda hacer justicia a tanto vilipendiado, maltratado y arrastrado por la mísera transición y su espíritu de reconciliación nacional, puesto que si para darles lo que les pertocaba no se podía abrir la caja de Pandora constitucional, ahora que ya la han abierto los guardianes de los mercados no habrá ningún problema para pagarles lo que se les debe. Una deuda incuantificable por aguantar sobre sus cansadas espaldas durante siete décadas, primero la represión fascista y luego el peso de la amenaza de la catástrofe democrática si esta era saldada. Así que reformemos la carta magna, que como yo, millones de súbditos del reino de España no votamos y empecemos a construir una democracia que merezca ser llamada así.
Para empezar me pido el final de la carrera de vividor de Juan Carlos y la de toda su estirpe por secula seculorum y así poner techo a una deuda democrática, que sí que debería disparar todas las alarmas mundiales el no haberla pagado allá por el 45, llamada República. Menos mal que los crímenes de lesa humanidad de los que a muchos se les llena la boca cuando juega a favor de sus intereses, no dudando en derrocar gobiernos a bombazo limpio o a través de revoluciones inducidas si se trata de buenos enclaves geoestratégicos con buenos recursos a explotar, no prescriben. Y como muy bien dicen los sabios no mezclemos justicia con caridades cristianas, primero juzguemos y luego el que quiera que perdone y se reconcilie.
También sería un buen comienzo cambiar el sistema electoral para luchar contra el bipartidismo del tanto monta, monta tanto al burro del pueblo, de los dos que se llevan el gato el agua. Mientras los más adelantados en la cola de resultados dan vueltas como buitres sobre los restos devorados por los grandes, por si pueden enganchar algo de carnaza con sus pactantes picos. No podemos seguir atrapados en esa tela de araña esperando a ser devorados, nos da igual que unos pongan anestesia y otros no, porque el final es acabar entre sus incansables jugos gástricos.
Otra cosa a pedir sería el derecho a la autodeterminación, a la independencia de los diferentes territorios del estado español sin miedo a que los patriotas de cornetín amenacen con descargar su ira sobre los rojos separatistas como antaño, amparados en el artículo 8 de la monárquica constitución (el ejército garante de la unidad). Igual desde la normalidad de esa libertad de elección y decisión aquellos que se dejaron contaminar de la visceralidad de la idea de unidad a toda costa, sin argumento racional que la avale, dejan de criminalizar lo que hasta hoy no comprenden.
Ahora sólo queda un pedestal como obelisco de ese baluarte tan español llamado transición, la ley de amnistía del 77, eso hasta que los mercados sientan que deba ser arrasada de su mundo inmisericorde, donde dios, se llame como se llame, es un valor especulativo más cuya doctrina se exhibe en función de la rentabilidad y el propio beneficio. ¿Qué se le escapará al mercado? Es una lástima, porque si no fuera tan hipócrita y aprovechado el señor mercado seguramente introduciría en nuestra constitución un apartado sobre la laicidad del estado, que es uno de los puntos claves e imprescindible para una verdadera democracia, el puntal de la razón sobre la sinrazón de elevar la religión a actor político. Este cambio también me lo pido.
Sólo hay un grave problema, que todas estas peticiones no puedan llevarse a cabo mientras los que pugnan por ganar las elecciones sean los que son. La puntilla es que lo hagan en tan funesta fecha, en la que el totalitario a la par que dictador fascista y criminal, señores de la academia de la historia de los vencedores, murió sin ser juzgado por tribunal alguno. Así el próximo 20-N será una moneda que tirada al aire al caer siempre será una cruz para nosotros por culpa de su increíble y bipartita cara dura. Si los cambios se hacen a antojo y necesidad de los neocon poco vamos a rascar, ni hay referéndum que nos salve del colapso porque la masa social que sigue arrastrando PSOE y PP votará lo que se les pida. Ahora eso sí, el derecho a la pataleta que no nos lo quite nadie, así pues, referéndum sí y reforma de la constitución también, pero no al son que dicten los mercados y sus marionetas sino al ritmo de la democracia, la justicia social y la luz de la razón.
O mejor hagamos una nueva, que esta nació bajo el signo del águila.