Sabino Cuadra entre fieras
Sabino Cuadra, diputado de Amaiur, ha publicado Arrojado a los leones, un libro que refleja su experiencia parlamentaria. El título alude a la infame inscripción grabada al pie de los leones que custodian la escalinata de entrada al Congreso de los Diputados: “Fundido con cañones tomados al enemigo en la guerra de África en 1860”. Evocar una guerra colonial parece impropio de un país presuntamente democrático, pero en España ganó la guerra el fascismo y su espíritu sigue impregnando la vida institucional y cotidiana. Al parecer, los diputados han mantenido las formas con Sabino Cuadra, pues la hipocresía es uno de los recursos más convincentes para simular decencia y virtud. No es necesario ser grosero cuando puedes boicotear legalmente a un representante de la voluntad popular, marginando sus intervenciones o deformándolas con la ayuda de la prensa. Sabino ha intentado defender su punto de vista mediante un libro, que señala su compromiso con los derechos laborales, sociales y humanos de la clase trabajadora. Demasiado para un país acostumbrado a silenciar a los disidentes con palos y calumnias o con la aplicación del inhumano Régimen FIES. En este caso, el trabajo sucio lo han realizado una cuadrilla de energúmenos, imitando la mejor tradición del franquismo, que recurría a los guerrilleros de Cristo Rey para hacer callar (o incluso matar) a rojos y separatistas. Las fieras –las reales, no las de bronce- se han arrojado sobre Sabino Cuadra, evidenciando que en España el fascismo no es algo casual, sino la principal seña de identidad de amplios sectores de la población.
En Granada, Sabino pudo hablar en la universidad, invitado por el SAT, que organizó el acto, pero en el exterior se concentraron miembros de la AVT y militantes del PP, UPyD y el ultraderechista VOX para expresar su rechazo, promoviendo un clima de linchamiento. En Jaén, las presiones del gobierno de Mariano Rajoy lograron que se cancelara la presentación prevista en la universidad. Se escogió entonces el Centro Social Jaén en Pie como escenario alternativo, pero las fieras acudieron al lugar e intentaron agredir a Sabino. Afortunadamente, en Jaén también hay antifascistas y la turba se marchó con el rabo entre las piernas, sin conseguir su objetivo. En Sevilla, no se produjeron incidentes. Sabino habló en la sede del SAT y unos 20 militantes del VOX protagonizaron una protesta minoritaria. Al contemplar los incidentes de Jaén, he recordado a los agentes de la UIP que empujaron y golpearon a Sabino en Iruña durante la huelga general del 26 de septiembre de 2012, ignorando su credencial de diputado. A pesar de la violencia empleada, no lograron intimidarlo. De hecho, se enfrentó a los agentes y exigió su identificación, sin arrugarse un ápice. Sabino Cuadra siempre me ha recordado a Astérix. Yo también soy un hombre bajito y no advierto ningún matiz peyorativo en el símil. Al igual que el indómito galo, Sabino es un hombre menudo, valiente, ingenioso, combativo, simpático e inasequible al desaliento. Cuando escucho a las fieras llamándole “terrorista”, recuerdo a los magistrados de la Audiencia Nacional, que acaban de condenar a Pablo Hasél por sus letras incendiarias y, en cambio, han exculpado al sádico torturador y golpista Jesús Muñecas, ex capitán de la Guardia Civil. Muñecas es una vil alimaña, que ha torturado a menores y mujeres. Tres hermanos cayeron en sus manos y les colocó en calabozos contiguos para que escucharan mutuamente sus gritos. Los métodos de Muñecas eran la bañera, los simulacros de ejecución, los golpes en los genitales, las vejaciones sexuales, las descargas eléctricas. Amparo Arangoa fue una de sus víctimas más conocidas. En 1976, Amparo era vicepresidenta del sindicato del Papel y Artes Gráficas y vocal del Consejo de Trabajadores de Navarra. En esa época, Muñecas estaba destinado en Tolosa y su superior era Antonio Tejero, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de San Sebastián. Ambos participaron en el 23-F, como es sabido. Muñecas torturó con tanto ensañamiento a Amparo que el caso trascendió a los medios de comunicación extranjeros y le costó un traslado. El parte médico indicó que Amparo sufría “hematomas por todo el cuerpo, de gran profundidad en la región glútea, con posible bloqueo intestinal y renal y choque traumático”.
Pese a la abundancia de testimonios, la Audiencia Nacional ha considerado que Muñecas no cometió crímenes de lesa humanidad y le ha dejado marcharse tan tranquilo. Concepción Espejel, magistrada de la sección segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, ordenó hace poco que Fernando Sota, natural de Tafalla, ingrese en prisión por colgar en la calle la foto de dos presos políticos de su localidad, pero en cambio ha retirado las medidas cautelares contra Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, un torturador no menos repulsivo que Muñecas. Espejel me recuerda a RolandFreisler, el infame juez nazi que presidía la Corte del Pueblo. Ambos conciben la justicia como una forma de hacer política, manifestando el mismo desprecio por las consideraciones morales y los principios elementales del Derecho. La Audiencia Nacional no es un tribunal democrático, sino una aberración moral y jurídica heredada del franquismo. Los magistrados saben que la Guardia Civil sigue empleando la tortura durante el régimen de incomunicación, pero no hacen nada para ejercer una tutela efectiva de los derechos del detenido. La tortura y los asesinatos extrajudiciales no desaparecieron con la Transición. En los años ochenta se torturaba por sistema, incluso a los delincuentes comunes que habían perpetrado pequeños delitos. El prestigioso forense Francisco Etxeberria así lo ha denunciado infinidad de veces: “Cuando empecé, el 100% de los detenidos eran maltratados. […] Los médicos forenses que estaban en la Audiencia Nacional no ejercían ni ética ni deontológicamente el mínimo esfuerzo que les correspondía. Son y han sido siempre encubridores. Y yo, que les he conocido personalmente, se lo puedo decir a la cara tranquilamente, [pero] el reproche, sobre todo, habría que hacérselo al juez. Y por eso llega un momento en que te preguntas: `¿Cuándo se acabarán las torturas?’ Está claro, el día en que se les puedan imputar estos hechos a los propios jueces. Así de claro. El juez tiene que hacer lo que sea para que esto no pase y, además, tiene todos los mecanismos para que no vuelva a pasar. Así que si no lo hace, es un encubridor».
La sombra de la tortura se prolonga hasta nuestros días. No es un rumor de radicales o extremistas, sino un vergonzoso hecho avalado por las sentencias del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo y los informes de Naciones Unidas. Amnistía Internacional acaba de denunciar que en España se reprime la libertad de expresión y manifestación. El gobierno elabora leyes represivas y garantiza la impunidad de las Fuerzas de Seguridad del Estado, cuya brutalidad ya ha causado graves lesiones a varios ciudadanos e incluso la muerte del joven vasco Iñigo Cabacas, que recibió un pelotazo a bocajarro. Nadie debería sorprenderse del cariz de los acontecimientos, pues nos gobierna el PP, un partido fundado por Manuel Fraga, ministro de Franco y responsable –entre otros crímenes- de la masacre de Vitoria-Gasteiz, que le costó la vida a cinco trabajadores y graves heridas a otros 150. Por supuesto, nadie respondió por esa matanza, que se produjo el 3 de marzo de 1976, mientras el franquismo empezaba a disfrazarse de juancarlismo democrático. Los gobiernos del PSOE no han sido mucho mejores: corrupción, terrorismo de Estado, políticas neoliberales. La verdad es que cuando hablan de terrorismo, no me viene a la mente Sabino Cuadra, sino el ex policía José Amedo, antiguo agente de la Brigada Político-Social y uno de los altos responsables de los GAL. Alto, chulo, macarra, aficionado al juego y a las putas, se pasea por las cadenas televisivas, promocionando su libro: Cal viva. El título es una provocación, una verdadera apología del terrorismo, pues alude al enterramiento de Lasa y Zabala, dos jóvenes vascos torturados, asesinados y enterrados en cal viva por la Guardia Civil, cumpliendo órdenes del gobierno de Felipe González. Amedo nunca ha manifestado ningún signo de arrepentimiento y sonríe al evocar las presuntas hazañas de los GAL. Desde luego, es el retrato inverso de Sabino Cuadra, internacionalista, solidario y autocrítico. Para mí, es el parlamentario más elocuente y comprometido con la clase trabajadora de esta triste legislatura. Cito una de sus frases más elocuentes: “La solidaridad es la seña de identidad de una izquierda revolucionaria y alternativa. Sin ella, no es posible avanzar ni plantar cara a la represión”. No he leído aún Arrojado a los leones, pero prometo hacerlo. No conozco personalmente a Sabino y no sé si alguna vez surgirá la oportunidad, pero sí me gustaría agradecerle que cite la existencia de un Madrid luchador y antifascista, que aún conserva el espíritu de resistencia. Desgraciadamente, yo vivo en un pueblo de las afueras de la capital, un bochornoso ejemplo de la España profunda. Solo hay 6.000 habitantes, pero eso no le ha impedido al Ayuntamiento invitar por cuarto año consecutivo a desfilar a la Legión por sus calles durante las fiestas locales. Será dentro de poco. Tal vez este año me acerque a ver el espectáculo, pues quiero entender cómo se sentían los judíos al contemplar a las SS desfilando por las ciudades ocupadas. Eso sí, intentaré liberar a la cabra, pues el pobre animal no merece ser el rehén de unos fantoches que presumen de ser novios de la muerte. Sigue luchando, Sabino, pues necesitamos políticos honestos y comprometidos, que no escatiman esfuerzos ni sacrificios para que algún día todos los pueblos puedan elegir libremente su futuro.