“Se corrompe quien puede”

“Se corrompe quien puede”

Nònimo Lustre.  LQSomos. Julio 2017

Uno de los primeros aforismos que escuché en la Universidad fue “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” (1). Como era de suponer y aunque se hiciera frase famosa desde año tan remoto como 1887, esta sentencia no era propiamente del lord inglés que la formuló; al contrario, su esencia o mensaje formaba parte popular del imaginario de aquella época (2). Lo extraño es que se citara en la universidad franquista y, más extraño todavía, que ahora haya desaparecido de las citas del almanaque y eso que, en cuanto a podredumbre, en el Reyno de España estamos bien servidos.

Para que nadie se llame a engaño, anticipamos que estas líneas sólo buscan subrayar la sinonimia entre Corrupción y Poder. Para mejor aceptación de este arbitrio, es preciso revestirlo de un sólido ropaje histórico. Por ello y puesto que Europa cree que la Historia -no su Hª que sería lógico sino la Hª universal- comienza con el Antiguo Egipto, pues allá que nos vamos.

El Egipto putrefacto

El año pasado, la egiptóloga Tarancón Huarte (TH) publicó un artículo del cual extraemos algunas enseñanzas sobre lo que más de un plumilla se atrevería a etiquetar como ‘la más vieja de las corrupciones’. Según TH, la justicia egipcia (maat) estaba encadenada por la Corrupción. Para que los lectores nos hagamos una idea de la extensión de la carcoma, señala que existían cinco palabras diferentes para designar al soborno, ubicuo pese a estar castigado con la muerte o con la amputación de narices y orejas. Asimismo, TH reproduce un himno de alabanza a Amón -recogido en el papiro Anastasi II-, que reza: “Amon-Re… el visir del pobre, él no acepta sobornos procedentes del culpable”. O sea, que había dignatarios que presumían de ser incorruptibles. El artículo concluye con un rosario de rotundas afirmaciones:

“Como en el resto de las civilizaciones, la corrupción se hallaba también presente en el Egipto faraónico, normalmente en forma de soborno y de prevaricación… La corrupción siguió produciéndose a lo largo del tiempo. En los papiros del Egipto ptolemaico es frecuente encontrar pruebas de ello y de forma aún más detallada. Ya sea en la administración, en el ámbito religioso (desvío de beneficios procedentes de lugares de culto a animales momificados, como muestra la denuncia de Heru, por ejemplo) o en la vida cotidiana. Mención aparte merece la aparente corrupción en la policía y así, son numerosos los casos de quejas a las fuerzas del orden” (3).

Item más y sin salir de Egipto, añadimos de otra cosecha una anécdota que enlaza milenios de percepción de la Corrupción: circa 2015, otros egiptólogos españoles redescubrieron en Luxor una tumba del Antiguo Egipto de hace unos 3.500 años. Era el enterramiento de Djehuty-nefer, un Supervisor del Tesoro bajo el reinado de Tutmosis III. Los antiguos documentos de esa tumba demostraron que este alto dignatario desviaba hacia sus propios y privados proyectos de arte buena parte del dinero que se encargaba de administrar. A su vuelta a España, los periodistas que entrevistaron a los egiptólogos etiquetaron a Djehuty-nefer como “el Bárcenas del faraón”, por la similitud entre el caso del arcaico tesorero y el escándalo entonces en boga del delincuente extesorero del neofranquista Partido Popular.

En los pretéritos siglo y milenio

A pesar de que hoy abunda la literatura científica sobre la Corrupción, hemos preferido olvidar los trabajos hodiernos para citar un artículo de los años 1990’s; de esta manera pretendemos mostrar que hoy se habla de lo mismo que ya se hablaba hace veinte años. El trabajo está firmado por Daniel Kaufmann (DF) y fue publicado por una institución tan poco sospechosa de izquierdismo como el Banco Mundial.

DF recoge las opiniones de algunos ‘revisionistas’ (revisionists), plumíferos que llegan a sostener que la Corrupción puede no ser disonante con el desarrollo sino que, al contrario, incluso puede estimularlo –a veces. Dos ejemplos:

“La corrupción puede introducir un elemento de competitividad en lo que, sin ella, sería una industria monopolista demasiado comodona… El pago de elevadas coimas se convierte en un criterio principal para el destino de los fondos públicos… de esta manera, se introduce en el sistema una propensión a la eficiencia” (Nathaniel Leff, Columbia University, finales de los 1970’s).

“La estrategia del soborno… minimiza el valor medio del coste del tiempo empleado en la cola de espera… cuando el soborno es legal, el funcionario puede acelerar el servicio público” (Francis Lui, 1985, Journal of Political Economy).

Después de llamar la atención sobre estas incorrecciones políticas, DF nos regala dos ejemplos sabrosones sobre cómo y por qué abaratar los presupuestos puede ser nefasto a la hora de conseguir adjudicaciones de obra pública:

En la Ucrania dizque ‘socialista’, una empresa constructora optó a un concurso de adjudicación ofreciendo un precio de US$10/metro cuadrado. El funcionario político de turno que debía decidir la subasta se escandalizó por semejante atrevimiento pues él había señalado un precio de salida de US$ 30/m2. Su argumento para rechazar la propuesta de los 10 US$ fue que “no era ni de lejos la empresa más efectiva”. Obviamente, el funcionario ocultó su argumento más íntimo: ‘un presupuesto tres veces menor conlleva automáticamente una mordida tres veces menor’. En el mismo país, una encuesta empresarial mostró en 1996 que los empresarios que pagaban a los políticos sustanciosas coimas tenían que alternar con los funcionarios un tercio más de tiempo que los empresarios que pagaban coimas menores (4).

Algunos ingenuos creen que la Corrupción puede combatirse con leyes. Deberían leer a DF quien, en los siguientes párrafos, nos advierte que la proliferación e incluso hipertrofia normativa puede ser promovida por los corruptos (5):

<Los apologetas del ‘engrase de la maquinaria’ (grease-the-wheels), sostienen que el soborno es una vía eficaz para sortear las regulaciones apabullantes y los torpes sistemas legales. Gracias a su desfachatez, han publicado modelos académicos muy sofisticados y han legitimado el comportamiento de las empresas privadas que hacen negocios mediante el pago de cohechos. Sin embargo, esta clase de argumentaciones ignora que los políticos y los burócratas son extremadamente discretos cuando se trata de imponer normas legales contra-productivas; en estos casos, ocultan cuidadosamente las circunstancias y evidencias de la creación, proliferación e interpretación de esas regulaciones. Por ello, la corrupción no es el lubricante que mejora las chirriantes ruedas de una Administración rígida sino que, al revés, es el combustible para promulgar leyes excesivamente discrecionales. Merced a este mecanismo, la corrupción se alimenta de sí misma> (6)

Actualmente, en la sibilina tarea de denunciar la Corrupción desde posiciones privilegiadas destaca la empresa u ong que responde al pretencioso nombre de Transparencia Internacional (TI) Su Consejo de Administración comenzó a funcionar en 1993 y desde entonces sigue controlado por sus fundadores, todos ellos ex funcionarios del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de otras mafias similares. Su objetivo no puede ser más modesto: “convertir al mundo en zona libre de corrupción”… después de medirla. O sea, crear pajaritos preñados porque, al igual que el Poder, la Corrupción es literalmente inconmensurable. Con ello está dicho todo pero, aun así, merece mencionarse su producto-estrella: el archipublicitado Índice de percepción de la corrupción. Este Index se fabrica con las encuestas que perpetran sus equipos nacionales a empresarios y creadores-de-opinión. Como su nombre indica, mide la percepción, no la realidad de la Corrupción en sí; sin embargo, gracias la magia mediática, el vulgo vulgar olvida el término ‘percepción’ y pasa a creer que ya tiene en bandeja el mejor criterio para clasificar a los países en buenos y malos. Lastimosamente, esas encuestas son publi reportajes y, por ende, el orden de los países encuestados depende de la ‘hospitalidad’ que sus dignatarios político-económicos hayan derrochado con TI. Dicho sea olvidándonos de que las inconsistencias metodológicas que trufan sus informes y de su tarea conspirativa como grupo de presión política (lobby) .

La wikipedia

Es inevitable consultar y criticar la Wikipedia porque es la fuente básica de conocimiento popular. Para esta enciclopedia colectiva -no más sabia ni más majadera que las de papel-, las palabras clave de la Corrupción serían: uso ilegítimo de información privilegiada, patrocinio, soborno, tráfico de influencias, extorsión, fraude, malversación, prevaricación, caciquismo, compadrazgo, cooptación, nepotismo, despotismo, impunidad, narcotráfico, lavado de dinero y prostitución. Florida lista de la que podríamos decir que ‘no están todas las que son pero sí son todas las que están’.

Pero, inmediatamente después de ofrecernos una lista aceptable con reparos, en la misma voz Corrupción la Wikipedia regresa al papel de sabiduría oficial que, como diría los escépticos de improbable.org, “por ello siempre correcta”. Es decir, que desbarra. Primer ejemplo:

“Siguiendo a Max Weber, puede decirse que la gran diferencia entre el ejercicio del poder por el Antiguo Régimen y el mundo democrático, es que en el Antiguo Régimen ese ejercicio era marcadamente patrimonialista. Sin embargo, en los regímenes democráticos, al recaer la soberanía en el pueblo, el ejercicio del poder tiene que responder ante la nación”.

Menuda rueda de molino… pues no; por mucho sociólogo germánico que nos pongan, no nos obligarán a creer en más pajaritos preñados. El Poder es patrimonialista por definición y hemos visto que la Historia más antigua corrobora nuestro aserto. Pero si esta enciclopedia desbarra cuando se escuda en el Prohombre teutón, peor resulta cuando se erige en defensora del eurocentrismo:

“Los países desarrollados también presentan corrupción, pero ésta tiende a frenarse cuando se dan aumentos extraordinarios en la cantidad y la calidad de los medios de producción”.

¿De dónde habrá sacado el enciclopedista que el progreso productivo es inverso al aumento de la Corrupción? ¿Se lo ha preguntado a la señora Corrupción? Porque, si lo ha hecho, habrá percibido que la Corrupción no entiende de desarrollo o subdesarrollo. Para ella, los países empobrecidos y los países enriquecidos son lo mismo, pura ocasión orgásmica.

Aquel exabrupto se complementa con este otro disparate: “Los gobiernos con fuertes tendencias a la cleptocracia pueden socavar la seguridad alimentaria, incluso cuando las cosechas son buenas”. Entendemos que los gobiernos fuertes y ladrones son propios de los países empobrecidos, deducción que se refuerza pues suponemos que los países enriquecidos no tienen problemas de ‘seguridad alimentaria’. En tal caso, estamos en rotundo desacuerdo -incluso dejando aparte que los gobiernos se componen de cleptócratas especializados en la exacción fiscal a la ciudadanía.

Después de esa vergonzosa exhibición eurocéntrica, el anónimo autor de la voz desgrana las causas de la Corrupción y, entre las causas endógenas, incluye a las “personalidades antisociales”. Por el contexto, deducimos que con el término antisociales se refiere a las personas misántropas, no a los marginales desheredados puesto que estos últimos no tienen la menor oportunidad de saborear las mieles de la Corrupción. Pues en tal caso, Wikipedia se equivoca escandalosamente: los corruptos no son huidizos ni antipáticos sino todo lo contrario. Son mafiosos simpatiquísimos, con don de gentes y más sociables que nadie. Que vean a la sociedad como un ente desestructurado y amorfo creado exclusivamente para su servicio personal, es otra cuestión.

Después, entre las causas exógenas menciona dos que tienen algo de sentido aunque huelan a Perogrullo: a) el “Excesivo poder discrecional del funcionario público” y b) el “Control económico o legal sobre los medios de comunicación que impiden se expongan a la luz pública los casos de corrupción”. Evidente la primera pero, ¿qué ha querido decir con la segunda?, ¿que el control económico y legal impide la comunicación?, ¿que los media son buenos pero están demasiado controlados para demostrarlo? Siendo ello básicamente cierto, entonces podríamos preguntar, ¿quién los oprime más, la economía o la ley? Pregunta retórica porque es imposible desligar a los media del dinero. Y más superflua aún si consideramos que la ley está al servicio del dinero y, por ende, de los media.

Continúa este repositorio del saber universal con unos señalamientos económicos que apuntan al descrédito de la Corrupción:

“La corrupción mina el desarrollo económico ya que genera ineficiencia y distorsiones considerables. En el sector privado, la corrupción incrementa el coste de los negocios y actividades empresariales ya que a éste hay que sumar el precio de los propios desembolsos ilícitos, el coste del manejo de las negociaciones con los cargos públicos, y el riesgo de incumplimiento de los acuerdos o de detección”.

Beeello. Lástima que sea imposible separar a la Corrupción de la economía, pública o privada –poco después asevera que “en última instancia, la distinción entre la corrupción del sector público y privado a veces parece un tanto artificial”, otra sentencia perogrullesca que mejoraría si ese “a veces” fuera sustituido por “siempre”.

Corrupción y Poder

Lo dice la plebe: “se corrompe quien puede”. Sabio vulgo el que identifica la Corrupción con el Poder puesto que, en efecto, Corrupción y Poder son sinónimos; además, la primera no es la cara oculta del segundo sino su alma. Pero, dejando sentada estas banalidades, quizá convenga profundizar en el malvado mecanismo que los une. Según nuestro leal saber y entender, estamos ante un binomio que se desarrolla según una ley elemental: a más leyes, más trampas; a más formalismos, más informalidad; a más publicidad de los negocios, más componendas clandestinas; a más ‘economía’ formal -sea eso lo que sea-, más economía informal –y no nos referimos a las economías de los marginados-; a más democracia y aparente transparencia del Poder, más ‘secretos de Estado’. De ahí que la Corrupción sea eterna pues para cercenarla, habría que cercenar al Poder. En suma, pura ley física de acción/reacción.

Añadiremos que, siguiendo el mismo esquema, en el otro extremo de la (supuesta) democracia, encontramos que, a más dictadura más Corrupción. De ello y para nuestra desgracia, los españoles tenemos una gran experiencia. La mencionamos a continuación:

El franquismo fue una dictadura, un totalitarismo, un régimen autoritario, un absolutismo o como el politólogo de guardia quiera definirlo. Pero, para otros -réprobos incorregibles-, fue más que todo eso: fue un genocidio y un desgobierno esclavista que instauró un arcaísmo en el que las clases sociales fueron sustituidas por un sistema de castas estancas. Por todo ello, el franquismo también puede definirse como el imperio de la Corrupción Absoluta. Así pues, aprendiendo de la Historia, por una vez y sin que sirva de precedente recurriremos al retruécano; si comenzábamos citando el aforismo de un lord inglés, ahora terminaremos pontificando que “la Corrupción es Poder y la Corrupción absoluta es Poder absoluto”.

Más articulos del autor

Notas:
1.- Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely; Lord Acton; 1887, en carta a un obispo católico. Curioso personaje este historiador y político, por nombre J.E.E. Dalberg (1834-1902) pero más conocido como Lord Acton. En un Reino Unido anglicano y hereje, era católico a machamartillo pero, aun así, en 1871 dos de sus obras fueron incluidas por el Vaticano en el Índice de libros prohibidos. Aún más simple que el anterior, otro de sus aforismos fue: Dinero es poder.
2.- Los eruditos creen que Acton conocía algunos antecedentes de su aforismo. Por ejemplo: “Unlimited power is apt to corrupt the minds of those who possess it” (William Pitt el Viejo, discurso ante la Cámara de los Lores, 1770) y “Absolute power corrupts the best natures” (traducción inglesa de Lamartine, ca. 1848)
3.- Todos estos párrafos, en TARANCÓN HUARTE, Nerea. 2016. “Maat encadenada: la corrupción en Egipto durante el Reino Nuevo”. Págs. 15-24, en Antesteria nº 5; ISSN 2254-1683. Pdf disponible, clic aquí
4.- Mis traducciones. Ver KAUFMANN, Daniel. “Corruption: The Facts”. 1997; en Foreign Policy, pdf disponible, clic aquí. En uno de los parágrafos de ese ensayo, el autor se pregunta con toda contundencia: Are Poorer Countries Corrupt While Richer Countries are Clean? Pues bien, DF demuestra con ejemplos que la Corrupción es independiente de la pobreza o riqueza de las naciones.
5.- El franquismo, paradigma europeo de la Corrupción, promulgó una avalancha de leyes y reglamentos de la que sólo era posible escapar recurriendo a las gestorías administrativas privadas; huelga añadir que estas microempresas teóricamente anti-burocráticas estaban en manos de los franquistas. Hoy, todavía quedan abundantes restos de aquella hipertrofia –visto desde la ortodoxia capitalista, estos fósiles del franquismo entorpecen arbitrariamente el desarrollo de las pequeñas empresas contribuyendo así a la concentración de las grandes empresas.
6.- Hemos traducido estos párrafos pero también los hemos ‘editado’ –es decir, compendiado-.
7.- El Index de 2016, cubría 176 países. Sobra decir que Escandinavia se lleva la palma de la honestidad mientras que los últimos lugares están reservados para países acosados y acusados por la intervención internacional “humanitaria” y en guerra civil como Venezuela (puesto nº 166), Siria (173) o Corea del Norte (174) No obstante, otros países en parecidas circunstancias bélicas pero dentro de la órbita capitalista son ubicados en la franja media del Index; por ejemplo, Ruanda (50), Mali (116) y Ucrania (131).
La sección Española de TI fue fundada en el año 2000 y ahora está gestionada por la Fundación Ortega y Gasset, cáfila ayer dedicada a loar al vetusto polígrafo y hoy convertida en adalid del neoliberalismo dizque ilustrado. En 2016, consiguió ubicar a España en el puesto nº 41 del Index, un lugar “por encima de nuestras posibilidades” si tenemos en cuenta que la Corrupción es percibida por los españoles como la segunda lacra nacional (después del desempleo).

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