Tradiciones alteradas por el deshielo

Por Elizabeth Allison*
Los científicos no son los únicos que se preocupan por el deshielo de los glaciares. La vida cultural y espiritual de las poblaciones indígenas de las montañas también queda afectada
“Recuerdo a mi abuelo diciéndome: ‘esas cumbres nevadas que ves ahora, desaparecerán dentro de unos años’. Entonces pensaba que exageraba y no le creía… ¿Cómo sabía que la nieve dejaría de caer un día, que algún día se acabaría?”, comenta un joven indígena del pueblo aymara evocando la profecía de su abuelo cuando era niño. Las declaraciones fueron recogidas en 2022 por el investigador aymara Wilson Poma, en el marco de un estudio titulado Vanishing Ice, Vanishing Cultures? [Hielos que desaparecen, culturas que desaparecen], realizado en el valle de Milluni, cerca del glaciar boliviano de Chacaltaya.
Este glaciar, donde antes se ubicaba la estación de esquí con remontes más alta del mundo, desapareció en 2009, seis años antes de lo previsto por los científicos, dejando la antigua estación de esquí convertida en una nave varada en la cima de un pico escarpado.
No es de extrañar que las poblaciones locales estén alarmadas. Según un informe de 2019 de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), gran parte de la diversidad biológica de todo el mundo se encuentra en tierras que son propiedad, están gestionadas o son mantenidas por poblaciones locales e indígenas. Para garantizar la sostenibilidad de las culturas y las formas de vida indígenas, es indispensable preservar los paisajes a los que estas culturas están inextricablemente asociados.
Sentimiento de pérdida
El retroceso de los glaciares tiene efectos culturales y espirituales considerables en las poblaciones de alta montaña, ya que modifica la forma en que las poblaciones locales se ven a sí mismas y dan sentido a su entorno. Estas comunidades expresan un sentimiento de pérdida y culpabilidad ante la irremediable alteración de su paisaje, y las profecías tradicionales evocan un final desastroso si los glaciares llegan a desaparecer.
La preocupación por el retroceso del glaciar ha provocado cambios en el ritual: los guardias impiden que se deteriore o se retire el hielo, y sólo se permiten pequeñas botellas con el agua del deshielo a modo de reliquia. Con el mismo deseo de cuidar el paisaje y la divinidad de la montaña que los sustenta, los aldeanos han reducido el tamaño de las velas votivas que encienden y colocan al borde del glaciar. Según la profecía local, con la desaparición del glaciar comenzará una nueva era.
Deidades de la montaña
En Bhután el alpinismo está prohibido para proteger el hogar de las deidades que supuestamente habitan las cumbres heladas del Himalaya oriental en este país asiático y Nepal. La moral y la armonía con las divinidades protectoras están vinculadas al mantenimiento de la calidad medioambiental de la región.
En las cumbres andinas de Perú, las montañas nevadas se están volviendo marrones a medida que se derriten las capas de hielo. El pico más alto de la cordillera de Vilcanota, el Ausangate, es venerado como el poderoso Apu, un dios del paisaje que cuida de las plantas y los animales de la región. Los quechuas locales consideran a la deidad de la montaña una manifestación de la Pachamama, la Madre Tierra.

Al observar el retroceso del glaciar del Ausangate, los indígenas quechuas han modificado ciertos aspectos de su peregrinación anual, conocida como El Señor de Qoyllurit’i (Señor de la Estrella de Nieve). Antes, los líderes del ritual, mediadores entre los dioses de la montaña y los pueblos, cortaban grandes bloques de hielo del glaciar y los transportaban río abajo. Se suponía que este elixir de la salud de Apu fomentaba la vitalidad y la fertilidad agrícola.
Antes de la llegada de los montañeros europeos a principios del siglo XX, las costumbres y la religión locales prohibían las incursiones humanas en las alturas del Himalaya nepalí, pero la economía del alpinismo, que permitía ganar más en unas pocas semanas que en un año de trabajo agrícola, animó a la población local a unirse a las expediciones.
Los miembros de la comunidad étnica sherpa, muchos de los cuales viven en el Parque Nacional de Sagarmatha – llamado Chomolungma en sherpa y tibetano, y conocido en el resto del mundo como monte Everest-, se han adaptado a los rigores de la altitud y se han convertido en excelentes montañeros. Antes de iniciar una expedición de alpinismo en Nepal, es necesario rezar y hacer ofrendas a las deidades de la montaña para garantizar un recorrido seguro.
El aumento de las temperaturas ha hecho más difícil y peligroso el montañismo, ya que el hielo se ablanda y se fragmenta, desencadenando avalanchas de hielo y roca. Los sherpas creen que los desastres en la montaña, como la tragedia del Everest de 2014 que se cobró la vida de 16 alpinistas sherpas, se deben a la actitud irrespetuosa de muchos escaladores, a prácticas inadecuadas como las peleas, a dejar desechos humanos y material de escalada usado en la montaña y al omnipresente ruido que provocan los helicópteros.
El glaciar sagrado
Para no provocar la ira de las deidades de la montaña, el pueblo que vive cerca del monte Khawa Karpo, un pico sagrado de la cordillera de Meili Xue (literalmente ‘las montañas nevadas de Meili’), en el noroeste de Yunán (China), ha prohibido el acceso al glaciar sagrado Mingyong, incluidos los científicos. Los vecinos han pedido que los estudios se realicen a distancia mediante sucesivos levantamientos fotográficos. Para la población local, es imposible que el glaciar muera, ya que la continuidad de la comunidad humana está ligada a su existencia.
El retroceso y la desaparición de los glaciares ponen de relieve a culturas que asimilan esta pérdida, reconocen su responsabilidad y adaptan sus prácticas y rituales espirituales. Los valores que conforman los modos de vida indígenas, tradicionales y locales van más allá de los conceptos de eficacia, materialismo y rentabilidad. Las poblaciones de montaña aplican una ética de cuidado a su entorno biofísico, reconociendo la necesidad de relaciones y responsabilidades recíprocas con un paisaje vivo para mantener su bienestar y sus medios de subsistencia. El resto del mundo debería seguir su ejemplo.
* Elizabeth Allison es profesora de Ecología y Religión del Instituto de Estudios Integrales de California en San Francisco (Estados Unidos), dirige su programa de Ecología, Espiritualidad y Religión. Allison lleva más de 20 años investigando la ecología espiritual de las comunidades indígenas afectadas por el cambio climático.
– Publicado en “El Correo de la UNESCO”.
Comparte este artículo, tus amig@s lo agradecerán…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es; Bluesky: LQSomos;
Telegram: LoQueSomosWeb; Twitter (X): @LQSomos;
Facebook: LoQueSomos; Instagram: LoQueSomos;