Tú también, IU, hijos míos
Todo por la pasta. Por Bruselas y el poder. No hay quien pueda con la gente maniobrera. Todos los caminos de la política-mercado conducen a lo mismo. A buenas palabras cuando las urnas esperan y traición y desfachatez al acariciar poder. Nadie se salva. Entrar en la dinámica del sistema significa someterse al sistema.
Lo recordaba el escritor portugués Miguel Torga: “la única manera de ser libre ante el poder es tener la libertad de no servirlo”. Pero para decir “no” con resolución se necesitan cualidades y valores que el sistema, como Salamanca, no presta. Sólo la resistencia ante la opresión, la no resignación frente a las injusticias, la denuncia y la protesta cuando la dominación es norma de ley, salvan a los individuos y a las sociedades. En el marco de la aceptación de lo establecido únicamente se producen mentiras y atracos. Aunque se vistan de seda.
El PSOE de Rodríguez Zapatero fue el primer referente del sistema que, desde la izquierda nominal, puso en marcha las técnicas de lavado de cerebro que han permitido legislar contra los intereses generales que decía representar, y así activar la contrarreforma laboral, social y económica más reaccionaria que se ha perpetrado desde la dichosa transición.
Su sucesor en el gobierno, el Partido Popular, profundizó en la herida abierta por sus “competidores” del PSOE. Mintiendo sobre el programa electoral, pero en descarada identidad con su ideario fundacional, el PP de Mariano Rajoy está llevando el proyecto neoliberal que Zapatero apadrinó hasta nuevas y más oprobiosas metas.
Y el último en llegar, Izquierda Unida (IU) de Andalucía, que ha relegitimado a los responsables políticos de los EREs en la región más poblada de España a cambio de compartir mesa y mantel en el poder de aquella comunidad, acaba de incidir en la misma doctrina. Tras manifestar por activa y por pasiva que el “gobierno de progreso” que representaba su alianza con el PCA de Griñán iba a romper con las exigencias de los mercados, convirtiendo Andalucía en un laboratorio antiMerkel, ha terminado (nada más empezar) por sumarse a la danza de los ajustes y los recortes.
Y lo ha hecho “por imperativo legal”. Porque, según su portavoz en IU y vicepresidente de la Junta de Andalucía Diego Valderas, “no había más remedio”, que es la manera más banal irresponsable, de reconocer que ellos también estaban en política para forrarse de cargos. Los casi 2.500 millones de euros (algo menos de medio billón de las antiguas pesetas) que el Gobierno andaluz tiene que “ahorrar” para cumplir con la ley de estabilidad presupuestaria, que hasta la víspera de los comicios decían rechazar para evitar ajustes y recortes sobre el sector público, tendrán consecuencias terribles sobre la cohesión social, en un territorio donde el paro llega hasta el 37%, 13 puntos más que la media española.
El hachazo al presupuesto, según ha reconocido Valderas, incidirá en buena medida sobre los trabajadores funcionarios, en forma de aumento de horas laborales, reducción de sueldos y no renovación de contratos al personal interino. A eso llaman los dirigentes de IU, que durante las elecciones incitaron a la “rebelión” ciudadana como banderín de enganche, defender lo público-social: mayor explotación, precarización y destrucción de empleo. La novedosa iniciativa es como una bomba de neutrones aplicada al sector público: respeta las estructuras y lamina a las personas.
EL PSOE traicionó, IU capituló. Nada nuevo bajo el sol. Lamentablemente la tradición en la izquierda de este país es que el PSOE haga la política que la derecha jamás podría realizar sin provocar un estallido social. Y que el PCE (la matriz incombustible de IU) facilite al PSOE en sus momentos de crisis la excusa ideológica y el contingente de cuadros que necesita para cambiar algo y que todo siga igual. De Santiago Carrillo a Rosa Aguilar no tienen mis males remedio.