Un asunto de confianza
Juan Gabalaui*. LQS. Diciembre 2020
Confiar en las personas se considera una ingenuidad. No faltarán quienes saquen la lista de las atrocidades e imperfecciones propias del ser humano al escuchar que hay que apostar por una mirada basada en la confianza. Un político jamás lo llevaría en su programa…
El núcleo del pensamiento conservador es la consideración del ser humano como alguien del que no te puedes fiar. Esta mirada construye a la otra persona y estimula la creación de sistemas dirigidos a mantenerla bajo control y reducir el riesgo de daño. En este marco la figura de una persona o grupo de personas que puedan liderar o dirigir se convierte en fundamental. Fuera de este liderazgo se intuye el desorden, la desorganización y la confusión. Es una mirada que coloca a la otra persona bajo sospecha, obligada a hacer algo que pueda conjurar la desconfianza. Este algo tiene que ver con la obediencia. Obedecer a aquellas que lideran. La obediencia convierte al obediente en persona de fiar mientras que la desobediencia es considerada la inclinación natural del ser humano que necesita embridarse para evitar daños contra la sociedad y ante la que hay que estar siempre alerta. Así el tipo de mirada sobre el ser humano lleva aparejada formas de relación diferentes. En este caso basadas en el control y la obediencia.
Este marco de pensamiento convierte al ser humano en una cosa pequeñita. Le condena a un estado permanente de inmadurez, en constante supervisión y vigilancia. De esta forma se edifican instituciones que replican la crianza de los niños y niñas haciendo gala de un estilo basado en la autoridad, la jerarquía y el castigo. Esto no es una cosa de izquierdas o de derechas sino que tiene que ver con una determinada concepción negativa del ser humano que impide ver a las personas desde la capacidad y la autonomía. Por eso las fábricas y los centros de trabajo tienen que tener un grupo de personas reducido que lidere y no se confía en que el grueso de las trabajadoras lo puedan hacer. O si se habla de la Renta Básica Universal se considera que la mayor parte de las posibles receptoras dejarán de trabajar. O que si el jefe no está encima de sus empleadas, estas se pondrán a vaguear. O que si no hay multas y sanciones, la gente hará lo que le dé la gana. O que las cárceles son necesarias para recluir a las impurezas del sistema. En tiempo de pandemia y estado de alarma, la solicitud de trabajar en casa se ha percibido, en no pocos casos, por parte de los responsables/jefes/superiores como una petición para estar en casa tocándose las narices.
Las ideas de control y obediencia las tenemos instaladas en nuestras cabezas. Nos han entrenado para desconfiar de las demás, como si nos estuvieran apuntando con una pistola a la cabeza. Por eso la confianza en el ser humano es una manera de deconstruir un aprendizaje que hemos ido asimilando desde que éramos pequeñas. Las propuestas ideológicas y políticas que redunden en la capacidad y autonomía de las personas serían el efecto de una mirada más justa sobre la naturaleza humana, y nos permitiría distinguir qué está pensado para controlarnos y qué está pensado para desarrollarnos de una manera mas libre y autónoma. Esto no implica la idealización del ser humano, sino que desde la conciencia de nuestros defectos, apostemos por las capacidades que nos permitan colaborar y apoyarnos mutuamente. Sin control, sin obediencia ni jerarquía impuesta. La dificultad se encuentra en que la propia naturaleza del sistema que hemos construido conspira para el cumplimiento de los supuestos en los que se basa una mirada negativa sobre las personas. Es un tipo de profecía autocumplida. Por ejemplo, el exceso de horas de trabajo o el cumplimiento de órdenes absurdas puede llevar a que las personas dediquen su tiempo a otras tareas, que consideran más útiles, o a la desmotivación y el desinterés. La mirada conservadora verá indolencia, vaguería o indisciplina lo cual reforzará su idea sobre la necesidad de controlar a las trabajadoras.
Confiar en las personas se considera una ingenuidad. No faltarán quienes saquen la lista de las atrocidades e imperfecciones propias del ser humano al escuchar que hay que apostar por una mirada basada en la confianza. Un político jamás lo llevaría en su programa. Sería contraintuitivo. Los políticos se ajustan y no confrontan los marcos de interpretación de la realidad y si lo hicieran no encontrarían muchos apoyos. En el fondo, si lo hicieran, no serían políticos. Los partidos construyen sus idearios a la contra. Especialmente los partidos conservadores de la izquierda y de la derecha [centrada y extrema]. En el caso de la derecha, no conozco ninguna manifestación o concentración que no haya ido contra alguien. Contra una persona, un partido o un colectivo. Su estímulo es meter a alguien en la cárcel e impedir o quitar derechos que ya se disfrutan y, los más extremistas, fusilar. Les encanta hablar de libertinaje, caos e indecencia. Mientras, la izquierda conservadora es especialista en diseñar sistemas donde la vanguardia dirija y ordene a un pueblo idealmente obediente. Ambas comparten la misma mirada sobre el ser humano. Un ser pequeñito, incapaz y dependiente.
Partir de un supuesto basado en la confianza en el ser humano no elimina los conflictos sociales ni la maldad, el egoísmo o la competencia, ni obvia la influencia del contexto social en el comportamiento humano. Es más, adoptar esta mirada implica hacerlo desde el conocimiento de la complejidad del ser humano y de las relaciones sociales. Lo que puede aportar esta mirada es la amplitud de miras, la confianza en construir sistemas de relaciones humanas que no estén basados en la dominación y la posibilidad de cambio. De la misma manera que no estamos determinados hacia la vagancia o la agresividad tampoco lo estamos ante la autonomía y la colaboración. Es el contexto y la manera de relacionarnos la que va a determinar que aparezcan con más probabilidad unas u otras. Hacen falta ideas, prácticas y actitudes que favorezcan valores sociales como la igualdad, la autonomía y el apoyo mutuo. La mirada conservadora es un marco que empequeñece a las personas. Modificar este marco permitiría pensar que las personas pueden tomar decisiones y gestionar sus propios asuntos. A partir de aquí aparece otro horizonte.
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* El Kaleidoskopio
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