Un espía para el pueblo
Por Juan Gabalaui*. LQSomos.
Un indicador de buena salud política en una sociedad es la defensa y el apoyo de las personas que se juegan la vida y su bienestar para desvelar las maniobras delictivas y criminales de los gobiernos…
La libertad de expresión en muchos países occidentales no es el resultado de unas condiciones de libertad, sino más bien es el resultado de que con un sistema de control tan intenso en realidad da igual lo que digas. A la élite dominante ya no le asusta lo que piense la gente… (1) Esto lo dijo Assange en una conversación con el expresidente de Google, Eric Schmidt, en junio de 2011, mientras estaba en arresto domiciliario en Inglaterra, y resume el estado de la libertad de expresión en la actualidad. Uno de los grandes logros del sistema capitalista es convertir la libertad en un lema publicitario voceado por las mismas masas que controla y que sirve para afianzar aún más el control. La voz del pueblo ha dejado de tener aristas y trabaja por el mantenimiento del estado de las cosas. Elon Musk o Mark Zuckerberg, protagonistas de la iniciativa privada de control de la ciudadanía en connivencia con los poderes públicos, se han erigido en figuras faro, admiradas y elogiadas por la mayoría de los medios de comunicación y de la población en general. Gran parte de las iniciativas que plantean son herramientas potenciales de control, que violentan las libertades y derechos de las personas, presentadas con un lenguaje de progreso y bonhomía que seduce a la mayoría. Son los representantes de un capitalismo de rostro humano que nos vende el dominio, el poder y el sometimiento disfrazados de avance y prosperidad.
Este engaño premeditado es el resultado del perfeccionamiento en las artes de la seducción política, coronada por la vinculación entre corporaciones privadas y las agencias estatales secretas para el control, espionaje y sometimiento de la población. Una de las personas que puso luz a esta vinculación fue Julian Assange y Wikileaks. Pero a diferencia de Musk y Zuckerberg, ha sido sometido a una intensa campaña de difamación, descrédito y persecución que persigue su muerte social y política. Amenazas de muerte, planes de secuestro (2) o acusaciones de violación. El gobierno de Estados Unidos, en complicidad con otros gobiernos occidentales y los medios de comunicación generalistas, construyó un caso en el que Assange se presentaba como el enemigo número 1 y justificaban planes y acciones de dudosa legalidad. Esta campaña ha modelado a la opinión pública que apenas se inmuta ante la muerte social y política de una persona por informar y desvelar el funcionamiento oculto y delictivo de las agencias estatales secretas y de los gobiernos occidentales. Al fin y al cabo para una parte de la opinión pública estamos hablando de un violador y un paranoico que huele mal y lleva la ropa sucia. Para qué se van a movilizar.
Un indicador de buena salud política en una sociedad es la defensa y el apoyo de las personas que se juegan la vida y su bienestar para desvelar las maniobras delictivas y criminales de los gobiernos. Abandonarles a su suerte es participar en la campaña de difamación y hostigamiento que termina en prisión, agotamiento físico y psicológico, destrucción de sus vínculos sociales y familiares o muerte física. Las élites confían precisamente en esta parálisis. Las sociedades que miran hacia otro lado son las idóneas para el crecimiento y dominio de los sistemas de control para que, cuando quieran reaccionar, estén atadas de pies y manos y con la boca tapada. Ni siquiera es necesario que lo hagan ellas. La propia sociedad se ajusta la venda. Por eso en sociedades de estas características las acciones de Julián Assange, Chelsea Manning o Edward Snowden adquieren un valor moral incalculable. Sacrificar el bienestar personal por la persecución del gobierno más poderoso del mundo en un contexto de soledad social y política. Slavoj Žižek se refiere a Assange como un espía del pueblo y para el pueblo. Espía a los que están en el poder para el pueblo y, por eso, los únicos que ahora pueden ayudarle de verdad son el pueblo (3).
Los gobiernos disfrazados de democracia castigan al disidente de la misma manera que China pero mientras que en China se considera algo acorde con el sistema político -por lo tanto creíble-, en los países occidentales desafina -por lo tanto se rechaza-. La opinión pública occidental cree que, en estos casos, se producen procesos judiciales con plenas garantías y el castigo se ajusta a derecho. La persecución y la construcción de un caso dirigido a la culpabilidad no encaja en la creencia de vivir en sociedades democráticas, justas y respetuosas de los derechos humanos. Cualquier discrepancia con esta creencia, es neutralizada a partir de la justificación o la negación. La existencia de campos de concentración de inmigrantes en la Unión Europea no invalida la creencia de que en este territorio se respetan los derechos humanos. La ausencia de participación activa en la toma de decisiones sobre asuntos de interés común no anula la creencia de que vivimos en estados democráticos. La persecución gubernamental que deriva en el intento de aniquilación social, política y física de una persona no resquebraja la creencia en una sociedad justa. Así, en estas condiciones, la actual prisión de Assange es la prisión en la que se encuentran sociedades enteras que viven en una ficción que desarrolla la propaganda de las autodenominadas democracias del mundo.
Notas:
1.- Assange, J., (2014). Cuando Google encontró a Wikileaks. Madrid, España: Clave intelectual S.L.
2.- Rimbert, P y Halimi, S., (2021). Si Assange se llamase Navalny. Le Monde Diplomatique.
3.- Žižek, S., (2021). Como un ladrón en pleno día. El poder en la era de la poshumanidad. Barcelona, España: Editorial Anagrama, S.A.
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* El Kaleidoskopio
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