Un rato más
Jesús Gómez Gutiérrez*. LQSomos. Enero 2015
Vuelta al diario
1.- Todo sigue, especialmente cuesta abajo. Y aquí las partes toman caminos distintos: el tapón de la botella rueda hasta el bordillo; la botella se queda atascada contra un adoquín y el agua escapa mientras la dueña de todo -tapón, botella y agua- se duele en el suelo. Ha caído de repente. Habrá pisado mal. Nos acercamos dos y la alzamos como podemos, porque pesa mucho y está tan asustada que no acierta a ponerse de pie. Al cabo, nos da las gracias. «Hijos», nos llama. Se va cojeando, sin la botella.
2. Lecturas de enero: Decadencia a la griega, de Berkoff. La Poesía reunida de Larkin. El violento oficio de escribir, de Rodolfo Walsh. Una selección de Saggi sulla politica e sulla società, de Pasolini, publicada en España como Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. Y Viaje a Rusia, del grandísimo Stefan Zweig, al que cito a vuelapluma: «porque así como Rousseau fue el vocero de la Revolución francesa, Tolstoi -probablemente contra su voluntad, como aquel otro individualista sumo- fue el pródromo, el verdadero apóstol, de la Revolución rusa y aun de la mundial».
3. Estas palabras no valen nada. Las que he borrado antes, tampoco. Ni las que iba a escribir ahora, a cuento del tapón de la calle de la Madera, que sigue junto al bordillo cuando paso al día siguiente. Aunque yo las pusiera a decir más cosas, no tienen espacio; y si las pusiera a decir más cosas sin espacio, sólo conseguiría desprecio por soltarlas tal cual, de gratis, como si tuviera otra opción. Pero me dicen que acompañan a algunos. Y que ayudan a su modo, palabras sueltas de hombre por Madrid. Sea entonces: un rato más.