Un sistema justo y social más que independencia
Xavier Caño Tamayo*. LQSomos. Septiembre 2015
En estos días, la región autónoma de Cataluña ha elegido nuevo parlamento. No son elecciones normales. Según el resultado, Cataluña podría iniciar la vía para ser independiente de España. Siempre que la coalición nacionalista que encabeza Artur Mas, presidente de Cataluña, obtenga una mayoría absoluta en el Parlament.
Siempre ha habido independentistas en Cataluña, pero nunca tantos. Desde 2011, el nacionalismo catalán moviliza en Barcelona los 11 de septiembre, Día Nacional de Cataluña, a cientos de miles de manifestantes (en realidad, millones). Fecha que curiosamente conmemora una derrota: la ocupación de Barcelona por las tropas de Felipe V y, con la ocupación, el fin de la monarquía confederal de los Austria en España para dar paso al absolutismo centralista de los Borbones.
Según sondeos fiables, casi el 80% de población catalana es partidaria del derecho a decidir, de la autodeterminación, y más del 40% votaría SÍ en un referéndum sobre la independencia de España. Esas fuerzas movilizan materialmente del 15 al 20% de población desde hace cuatro años. ¿En qué país europeo ocupa las calles la quinta parte de población por objetivos políticos?
Pero el deseo de independencia no ha sido postura tan nutrida los últimos treinta años. Incluso Artur Mas rechazaba en una entrevista en 2002 la independencia de España: “El concepto de independencia lo veo anticuado y un poco oxidado. Yo apuesto por un Estado español organizado sobre cuatro naciones: Castilla, con su área de influencia, Galicia, Euskadi y Cataluña”.
¿Por qué el entusiasmo actual de Mas por la independencia? Porque el 11 de septiembre de 2011 se manifestaron por la independencia de Cataluña un millón de ciudadanos, sorprendiendo incluso a sus convocantes, la asociación Asamblea Nacional Catalana y el Omnium Cultural.
Acaso Mas pensó que la ocasión la pintan calva y no solo se subió al carro del independentismo, sino que se puso al frente. Pero, como han escrito Raventós, Búster y Domènech, “auparse a la ola popular independentista que irrumpió con fuerza en septiembre de 2011 no le permitió a Mas contener el desgaste político por sus políticas de austeridad y perdió muchos escaños en las elecciones autonómicas catalanas de noviembre de 2012”. ¿Busca Mas conservar el sillón presidencial con su nueva identidad independentista?
Además conviene recordar que hay una poderosa burguesía catalana y, aunque algunos miembros se han pronunciado contra la independencia, si ésta arranca, se subirán al carro. Pero no permitirá cambiar este sistema. Con Cataluña independiente o no. Entonces, ¿para qué la independencia?
Félix Millet, destacado miembro de la burguesía catalana e ilustre imputado por varios delitos económicos, sostiene que “en Cataluña somos unas 400 familias, no muchas más, que nos encontramos en todas partes. Núcleos familiares y mismas empresas familiares”. Ellos controlan la economía de Cataluña y buena parte de la de España.
Una independencia liderada por Mas consolidaría definitivamente la hegemonía de esa élite. Porque la única independencia deseable es la del pueblo trabajador de esa gente. Que dejen de meter mano en nuestras vidas y bolsillos. Porque, como escribe Esther Vivas, “Convergencia Democrática de Cataluña, el partido de Mas, será quien corte el pastel” Y recuerda que “Convergència ha privatizado el servicio de empleo catalán, se ha opuesto a remunicipalizar la mayor empresa de aguas de Cataluña, ha recortado millones de euros en sanidad y educación e impuso que la gente pagara un euro por receta, antes que Rajoy. Ese es el verdadero Mas”. Y otras tropelías austericidas. Por eso cabe equiparar a Mas con Rajoy, porque ambos son indudables partidarios de las políticas de austeridad y de los recortes.
Por un lado, está la gente común, que quiere decidir y la mitad de esos quiere la independencia. Y por otro, la élite económica catalana, cuyos intereses representan lealmente Mas y Convergencia desde hace muchos años. ¿Independencia con Mas al frente? No, gracias. ¿Independencia en una Europa controlada por el feroz Eurogrupo y amenazada por el totalitario del TTIP (tratado de libre comercio e inversión entre Estados Unidos y la Unión Europea)? Suena a chiste.
La cuestión no es independencia o no, aunque para un catalán progresista sea grande la tentación de independizarse del neofranquismo, nacional-catolicista españolista del Partido Popular. Porque lo necesario es que el pueblo trabajador recupere la justicia y sus derechos, tan violados. Y eso significa otro sistema. Con independencia o no. Cueste lo que cueste.
* Periodista y escritor, @xcanotamayo. (CCS)