Underground
Iñaki Alrui*. LQSomos. Diciembre 2016
Para Cristina y Carlos,
con la fuerza de saber que queda gente valiente
Sonaba bien “underground”. Era una palabra síntoma de distinguida modernez, que se utilizaba en los setenta para acto seguido hablar de contracultura, de alternativos, de otras formas paralelas al oficialismo cultural. En nuestro incipiente inglés, nos gustaba “underground”, tengo que reconocerlo. Lo peor vino cuando el primero que viajó a Londres nos dijo que “underground” era el metro, sí el metro…
Hoy, en este siglo XXI, lleno de titulitis y academicismos, la cultura también está (es) en el “underground”, o por lo menos lo que por él se mueve está completamente al margen de los circuitos oficiales (prostitución pro capitalista). Viajar en los vagones es el mejor contacto con la ciudad en que se vive, ahí se palpa la realidad de una metrópoli llena de disfraces y disfrazados.
Metros, suburbanos, miles de personas de condición social determinada viajan en él todos los días. Prisas, cabezadas, olores, apretones, penúltimo viaje. Cultura de la calle, la que se mezcla, se junta, se repele, submundo vivo que emerge a la corteza de la ciudad donde manda la apariencia y clonación. De los barrios al centro y del centro a la periferia.
“Underground”. No va descaminada la palabra. Dicen que la primera vez que se usó con este sentido fue en referencia a movimientos de resistencia contra regímenes represivos: el ferrocarril subterráneo fue una red de rutas clandestinas por la que los esclavos africanos intentaban huir de los Estados Unidos en el siglo XIX.
En la Segunda Guerra Mundial, “underground” se volvió a utilizar para llamar a movimientos de resistencia que luchaban contra la ocupación alemana (1).
En los sesenta se utilizaría para referirse a las redes de grupos contrarios a la Guerra de Vietnam, que ayudaban a los objetores de conciencia estadounidenses a escapar a Canadá y mostraron su radical rabia contra la guerra y otras “intervenciones” del gobierno estadounidense (2).
En estos días nuestro compañero, amigo, camarada Carlos Olalla reivindicaba desde su valiente actitud, acompañado de Cristina Maristany, su madre, también actriz, poeta y rebelde, el derecho a vivir con dignidad, “Porque en el Metro también hay poesía“ (3). Carlos es “underground”
“Ser pobre no es una vergüenza, lo somos muchos en este país, y reconocerlo tampoco debería serlo. Lo que sería vergonzoso es no defender nuestros derechos”
Y así en pareja, armados de poemas, se pusieron a recitarlos entre vagón y vagón, cara a cara, función en directo, vuelan versos en los túneles, métricas por los andenes, echa una mano si puedes, pero nunca renuncies a reivindicar tus derechos.
“Considerar que la cultura es un lujo prescindible, un mero entretenimiento, ha sido uno de los mantras repetidos machaconamente por este gobierno para enfrentar a nuestra profesión contra la sociedad, como lo es también hacernos creer que ayudar a los refugiados es una obra de caridad o de solidaridad. Ayudar a los refugiados es un acto de justicia porque todo ser humano merece ser tratado como tal y porque es nuestro propio sistema el que provoca el hambre y las guerras que esas personas padecen. Por la misma razón, defender la cultura es un acto de justicia porque la cultura no somos quienes nos dedicamos a ella sino que es un derecho de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de este país… “
“Underground”, prensa gratuita con refritos del mass media, sonidos que se escapan de unos auriculares, lecturas fugaces del libro que porta el anónimo de al lado, tres minutos para el próximo tren, no viajan banqueros, ni empresarios, clase “mierda”, clase obrera, hipotecados, desahuciados.
“Esta situación ha puesto en evidencia la realidad de nuestra profesión que, como la de tantos y tantos otros, se ha precarizado hasta límites insoportables. Entendemos que es responsabilidad de cada uno defender sus derechos y hacerlo de la mejor manera que sepa…”
Músicas en directo, actuación de humos, teatro cotidiano de la vida a cada segundo, el esperpento también viaja en Metro, suena el silbato, próxima estación, salida hacia la epidermis exterior, luces de navidad, no hay calefacción, hambre.
“Confío en que los ciudadanos y ciudadanas de este país, empezando por los artistas, venzamos nuestros miedos y despertemos de una vez del letargo con el que nos han dormido y alcemos juntos nuestra voz para exigir algo tan básico como que podamos vivir con dignidad de nuestro trabajo. Por eso hemos llevado la poesía al Metro, porque es ahí donde viven la poesía y la dignidad…”
“Underground”, contracultura, cosa de valientes.
Notas:
1.- Online Etymology Dictionary: underground
2.- The Weather Underground
3.- Porque en el Metro también hay poesía
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