Virtudes rebeldes

Virtudes rebeldes

Juan Gabalaui*. LQS. Junio 2019

La aparición de partidos fascistas le sirve para volver a equilibrar cualquier aventura de cambio, por mínimo e insuficiente que sea. Sabe que cualquier cesión que no parta de él mismo es el primer paso para el descontrol

No es que se pida la socialización de los medios de producción. No. Se pide que podamos respirar un aire más limpio. Se pide que se puedan enterrar a los muertos de una guerra que acabó hace 80 años. Se pide respetar los derechos fundamentales de las personas que migran. Pedimos poca cosa. Nada que haga daño a nadie. Reducir la contaminación tiene un efecto positivo directo en la salud pública. Enterrar a nuestros muertos nos reconcilia con la historia y repara el dolor provocado. Respetar a las personas nos dignifica como sociedad. Ante esto, desprecio y burla. Durante estas décadas de la postdictadura se ha ido pisando con cuidado. Con cuidado de no despertar a la bestia. Las medidas de dignidad y reparación se fueron posponiendo porque no era el momento. Nunca parecía ser el momento adecuado. Nos decían que era hurgar en la herida, peticiones guerracivilistas o veleidades de la izquierda trasnochada. Las líneas rojas se marcaron en su momento y se tenían que respetar. El riesgo es el mismo de siempre. Represión.

Espera, espera. ¿Represión por pedir un aire más limpio? No. Para eso solo desprecio y burla. Nos hablan de la libertad de movilidad que quiere decir que los coches [y sus conductores] deben tener la libertad de ir por dónde les plazca por encima de los derechos de las personas. Si les comentas qué opinan de la libertad de movimiento, te dirán que no existe. La libertad de las personas para viajar, residir y trabajar en cualquier parte del mundo es una ligereza, un deseo buenista pero irrealizable. Los objetos que contaminan tienen más derechos que las personas que aportan a las sociedades en las que se incorporan. ¿Represión por querer encontrar y enterrar a tus familiares muertos durante la guerra civil y la posterior represión? No. Basta con reducirles el apoyo económico y utilizar las tribunas de los parlamentos para llamarles guerracivilistas o desenterradores de huesos. Los pasos que dan, afortunadamente, las organizaciones para la recuperación de la memoria histórica se producen a pesar de los obstáculos.

Pedimos poca cosa pero si nos aventuramos a pedir algo de más enjundia, la cosa se complica. Los que callan, miran hacia otro lado o son obedientes no tienen nada que temer. La enjundia tiene que ver con el poder, claro. Cuestionar o repensar las estructuras de poder es un sacrilegio imperdonable. Las leyes se construyen como un entramado para preservar el poder establecido, que si reside en el pueblo, bienvenido, pero si reside en los intereses de las élites, entonces, no te dejan otra salida que la desobediencia. La desobediencia es una virtud en nuestro actual contexto político y social. Al igual que la intolerancia. La desobediencia tiene que ver con la ruptura del estado de las cosas, con la deliberación, con el cuestionamiento y la acción directa contra las leyes que atentan contra derechos fundamentales. La intolerancia con la resistencia frente a sistemas de pensamiento y acción que van dirigidos a la restricción de esos mismo derechos.

El sistema favorece la obediencia, reduce los espacios de deliberación (no, internet no es uno de ellos), neutraliza el cuestionamiento con el control de los medios de comunicación y castiga la acción directa con la represión mediante el código penal. Consiente algunos comportamientos inofensivos, que permiten soltar energía por parte de determinados sectores políticos y sociales, pero castiga con mano dura a aquellos que ponen en cuestión el estado de las cosas. La obediencia es una virtud de los estados sometidos. Por eso aplaude que te envuelvas con la bandera rojigualda o que te encolerices con la cuestión catalana. La aparición de partidos fascistas le sirve para volver a equilibrar cualquier aventura de cambio, por mínimo e insuficiente que sea. Sabe que cualquier cesión que no parta de él mismo es el primer paso para el descontrol. Esta es una historia conocida, que se repite continuamente. La explicación de por qué la rebelión es y será el motor del progreso.

Más artículos del autor
* El Kaleidoskopio

Síguenos en Facebook: LoQueSomos Twitter@LQSomos Telegram: LoQueSomosWeb

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar