Ya me harté de ser un súbdito obediente
Tomás F. Ruiz. LQS. Septiembre 2020
España nunca será un país estable mientras no se le limpie de tanto ladrón de guante blanco, de tanto monarca criminal “libre y suerto” a quien la corrupta justicia española deja campear a sus anchas y cometer todo tipo de delitos
Ya me harté de ser respetuoso con una familia real de ladrones, estafadores y degenerados. Ya me harté de mantener la boca cerrada ante los latrocinios de un rey ladrón y putero, un ratero impresentable que saquea las arcas del dinero público del Estado y lo esconde en cuentas corrientes a nombre de sus amantes.
Por fin ha ocurrido lo que hacía tiempo tenía que ocurrir: el emérito rey de España, impune y consentido por los corruptos magistrados de su propio reino, pensando que los tribunales de otros países también le consentirían la impunidad de que aquí goza, ha sacado los pies del tiesto y ha acabado convertido en prófugo de la justicia.
Ya me harté de ser un súbdito obediente con un sistema que no funciona más que para consolidar los abusos de los poderosos. Ya me harté de ser demócrata en un país donde no existe la democracia, donde el franquismo sigue profundamente enquistado en nuestras instituciones, en nuestra idiosincrasia, amparado y protegido por el despreciable y cobarde silencio de nuestros cómplices gobernantes. Prefiero declararme en rebeldía ante un régimen donde se violan los derechos humanos, insumiso ante un Estado que aplasta la libertad y encarcela a los que la reclaman, pasarme a la clandestinidad, para no ser nunca descubierto, convertirme en conspirador y subversivo en esta inacabable lucha contra la hermética dictadura que nos sigue imponiendo desde su tumba -aun fuera del Valle de los Caídos- el sanguinario y despreciable “Caudillo”.
Ya me harté de ser ingenuo. ¿De qué ridícula farsa estamos hablando cuando unas cortes franquistas (que no un “Parlamento democrático”) votan para que se sigan manteniendo los privilegios de un monarca ladrón y depravado? Ya me harté de cerrar los ojos ante una justicia prostituida que consiente las sistemáticas violaciones de derechos humanos que se siguen cometiendo en España… ¿De qué igualdad ante la ley hablan cuando los reyes españoles gozan de impunidad para cometer cuántos delitos se les venga en gana y los ciudadanos de a pie sufrimos la arbitrariedad de una justicia degradada? ¿En manos de qué pervertida justicia, de qué estrafalario gobierno de izquierdas estamos, cuando impiden que sean investigadas las inconmensurables fortunas que el abyecto Juan Carlos primero tiene escondidas por todo el mundo, en cuentas bajo la titularidad de sus codiciosas amantes?
¿A qué farsa de democracia se refieren cuando dejan al Emérito robar y violar cuantas leyes se le antoje y, por otro lado, acosan y encarcelan a representantes democráticos de la república catalana por atreverse a cuestionar la unidad de España que representa la Corona, la ridícula, grotesca y esperpéntica España Una, Grande y Libre” que nos impuso el sanguinario Caudillo?
España nunca será un país estable mientras no se le limpie de tanto ladrón de guante blanco, de tanto monarca criminal “libre y suerto” a quien la corrupta justicia española deja campear a sus anchas y cometer todo tipo de delitos.
Como decían los literatos de la generación del 98: “Nos duele España”. Estamos en manos de una monarquía ilegítima que, por su intrínseca perversidad, sirve de paraguas protector y justifica toda la corrupción institucional que hace hundirse esta nave a la deriva en la que ahora vamos.
Azorín dijo que la fortaleza de una sociedad se debe al bienestar y a la justicia social que sus gobiernos sean capaces de generar, nunca a la represión sistemática o a la violación de derechos humanos que apliquen sus dirigentes.
El nuestro es un país gobernado por el yugo y la mordaza de un rey ilegítimo, de un mamarracho impresentable que se hace llamar Felipe VI, un reino corrompido donde la justicia siempre se corrompe, una tierra denigrada donde la libertad nunca se alcanza.
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