Yagüe y Vox en Burgos, menos mal que nos queda Gamonal

Yagüe y Vox en Burgos, menos mal que nos queda Gamonal

Lilith Rojo*. LQSomos. Febrero 2014

El otro día recibí un correo para firmar en contra de un acto homenaje al matarife Yagüe en un edificio público de Burgos. Para orgullo de esta ciudad y del movimiento ciudadano, gracias al empuje de los vecinos del barrio de Gamonal que han paralizado un proyecto de malgasto del caudal público, nuestro erario, por fin Burgos ya no es para el mundo la capital provisional del franquismo sino la colectividad que puso en jaque al poder político y económico y lo doblegó.

Hace unos años, camino del Cañón de Río Lobos, precioso enclave donde los buitres muestran su dignidad carroñera desde las alturas de sus nidos, mientras a pocos kilómetros se extiende un vasto territorio donde sus homónimos políticos, especie involucionada, que antes de comer carnes putrefactas mata a la presa, tuve la desagradable experiencia de pasar por San Leonardo de Yagüe. Este pueblo soriano vio nacer al matador de la plaza de toros de Badajoz donde derramó la sangre de más de 4000 antifascistas. San Leonardo antes de llevar tan infame apellido era de Arganza, pero a esta democracia sin memoria se le ha olvidado devolverle al pueblo su antiguo nombre o simplemente cortar la coletilla fascista al topónimo de santoral, miles por desgracia en la geografía ibérica, y algunos de estos lucen el franquismo en sus carteles de entrada como Quintanilla de Onésimo, donde Aznar jugaba al dominó, que otro juego mejor para un totalitario.

Cuando pasé por San Leonardo pude contemplar en medio del pueblo junto a la carretera general que lo cruza, un monolito dedicado a Juan Yagüe Blanco justo en frente del Teatro Municipal Juan Yagüe, sin más señas para no llamar la atención de los visitantes que van a sus famosas jornadas de la matanza en abril. Indignada busqué información y me encontré con el bochorno de saber que esa placa sustituía un escalofriante grupo escultórico que alguien zaherido ante tal desatino fascista tuvo a bien decapitar. Fue entonces cuando el inteligente alcalde del PP en un acto de ingeniería política sin precedentes para contentar supuestamente al respetable, o no, cambió para no cambiar, nada nuevo bajo el sol del tendido cañí, y se agarró al cumplimiento de la Ley de la Desmemoria haciendo la trampa, quitó el grande y nos dejó el pequeño.

Ya sabemos que aquí el cinismo campa por sus fueros, el lobo fascista se disfraza de cordero demócrata pero se le ven las garras cuando camina y los colmillos cuando habla aunque sea con lengua de serpiente porque les da lo mismo que todos sepamos que es una mascarada donde la represión psicológica en forma de símbolos tienen que sufrirla cada día las víctimas del franquismo, desde una placa en Soria a la Cruz de San Andrés que lucen en la cola los aviones del estado español. Esta forma de tortura transicional es llevada a gala por quienes crearon un monstruo político, esas víctimas de alta alcurnia que se apropiaron de la marca víctima del terrorismo, excluyendo a muchas otras que sufrieron sus mismas pérdidas y que ahora muerden la mano de quienes mecieron su cuna. A estos no les vendas el trágala de la reconciliación del que tanto sabemos los perdedores de la causa a la que ellos sirven,  ni la construcción de un pueblo en paz y hermandad, estos quieren la sangre de los asesinos en copa de oro servida por el poder para no ensuciar sus manos. Estos vengativos, que tanto hablan del ansia de venganza de los que ellos consideran rojos a los que hay que negar el pan y la sal, han tenido derecho a todo, nosotros a nada. Son como una vieja guardia franquista que han sustituido las cruces y las listas en las paredes de las iglesias por grandes espacios en los medios colaboradores indispensables para insuflar vida a este terrible Golem.

Este colectivo es como una monarquía paralela a la constitucional que ha puesto de rodillas hasta a la corona borbónica en sus horas de decrepitud, ahora algunos miembros de los que aplaudían esta corte se dan cuenta de que son un peligro para ellos y ya no quieren rendirles pleitesía, ahora que estos tendrán su propia Vox. Y con esto cerramos el círculo y volvemos a Burgos de donde es el creador de este partido que viene a romper la imagen del PP como aglutinadora de todo el espectro de la derecha, un batiburrillo de sectas ultracatólicas, franquistas de corte clásico, neoliberales salvajes, falangistas de camisas viejas y nuevas, oligarcas, corruptos de varios apellidos, vividores y mamadores de la teta del estado susceptibles de variar de ubicación según la situación, la lista es larga. Y a vuelta con los apellidos, el PP debe darse con un canto en los dientes porque aún podría haber sido peor la cosa, podrían haber bautizado este grupo de ultraderecha como Vox Populi y aprovecharse del despistado ante las papeletas en la mesa electoral.

Los ídolos de barro pueden derribarse y el sistema franquista que subyace y emana cada vez con más fuerza, también.

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